Las fechas que nos interesan siempre las tenemos presentes, ¿no crees?, fechas de aniversarios, cumpleaños, o cualquier evento trascendente en nuestras vidas, claro, esto es normal. Para nosotros los melómanos, las fechas de estrenos de obras, fechas de lanzamientos de discos que han revolucionado la música, o cualquier efeméride que de alguna manera haya impactado en el desarrollo musical, es, o debe ser, importante. Generalmente recordamos fechas como la del estreno de la Sinfonía Novena de Beethoven o la Octava de Mahler, la de “los Mil”, o aquel polémico estreno de la Consagración de la Primavera, evento al que, por supuesto, le hemos dedicado ya un Banquete.
Sin embargo, en esta ocasión quiero compartir contigo, que generosamente has aceptado degustar del menú para este Banquete, algo acerca de la fecha en la que Frédéric Chopin ejecutó su primer concierto en el piano. Esto sucedió el 24 de febrero de 1818, hace casi 200 años de este trascendente acontecimiento.
No sé, si la música no es una prioridad en tu vida, seguramente estará pensando que estoy medio loco, bueno, eso sí no te lo puedo discutir, pero si la música te enloquece y te apasiona tanto como a un servidor, sin duda compartirás mi entusiasmo por recordar esta fecha.
Chopin contaba apenas con siete años de edad, ya sabes, es materia para escribir sobre esto, y sin duda se ha derramado ya mucha tinta sobre esto, pero la cercanía de las fechas lo justifica. Escribir acerca de lo fantástico que resulta que un niño a esa tierna edad esté tocando en el piano verdaderos manjares auditivos resulta interesante y cautivador, pero más allá de eso, lo que más me seduce es la idea de cómo o de qué manera la música puede impactar en nuestras vidas, digamos que el primer concierto de Chopin es sólo la justificación para abordar este asunto.
No recuerdo en la historia de la música, a menos que tú me corrijas, a otro compositor que haya dedicado toda su producción al piano. Chopin no escribió sinfonías ni óperas, ni nada que no tuviera al piano como centro de gravedad, dos conciertos para piano y un puñado de verdaderos encantos de obras para piano solo, mazurcas, polonesas, estudios y todo tipo de literatura musical dedicada al rey de los instrumentos.
Pero Chopin no es el único, digámosle “niño prodigio”, ya antes de este sufrido y atormentado polaco, Mozart había sorprendido a Europa con su virtuosismo al piano y al violín y más tarde, como uno de los más grandes compositores que han existido en la humanidad, sin duda, y lo afirmo aun sin ser exactamente un mozartiano, me gusta mucho el compositor de Salzburgo y lo considero un genio, pero de ninguna manera lo ubico entre mi top five de la composición, ahí están Bach, Beethoven, Brahms, Bruckner y Mahler, (mencionados cronológicamente, no en orden de importancia), pero en fin, el punto es que como ellos han existido un puñado de niños prodigio.
Mi pregunta es: ¿no es posible que en el inagotable y diría hasta inhóspito panorama de la música no podamos encontrar hoy en día niños prodigio?, con tanta población ¿no hará uno o dos que destaquen por sus cualidades innatas, naturales, para encontrar en la música su óptimo medio de expresión?
¿Sabes qué pasa?, y creo que estarás de acuerdo conmigo, la música es una actividad de relleno para que los niños no estén desocupados por las tardes. Sus papás los llevan a clases de guitarra, de violín o de piano para que se ocupen en algo en las tardes y no se la pasen de ociosos las largas e interminables tardes, y esto también es aplicable para las clases de dibujo, pintura, ballet, o cualquier disciplina artística, es decir, el arte de ninguna manera es parte de nuestra formación integral, es sólo una actividad de relleno, qué patética situación, ¿no crees?
El asunto es que una sólida formación artística, o concretamente musical, y discúlpame que insista en la música, pero eso es lo mío, nos hace mejores personas, ya hemos comentado anteriormente esto mismo, aquí y en otros espacios, la música nos hace más sensibles a todo lo que me rodea y menos indiferente al sufrimiento ajeno, consecuentemente, el arte, específicamente la música, le hace, por definición, mejor persona.
Veo a mi alrededor y me encuentro con crímenes, en muchas ocasiones cometidos por jóvenes, incluso niños, o con embarazos de adolescentes o con consumo de drogas y/o alcohol en edades que no dejan de escandalizarnos, en general, tenemos ante nuestros ojos una realidad que aterra, incluso al más templado, pero de alguna manera resulta comprensible si nos ponemos a ver con atención qué es lo que la sociedad, no solamente los jóvenes, está escuchando. Por Dios, qué podemos esperar cuando vemos a tantas personas haciendo fila para asistir a un concierto del tipo ese del que por fortuna no conozco una sola canción y del que hasta me cuesta trabajo pronunciar su nombre, es más por respeto y cuidado de mi boca y por el respeto que este teclado me merece, mejor ni escribo ni pronuncio su nombre, pero se presentó el pasado sábado en Aguascalientes, creo que en la plaza de toros, vi en una publicación en las redes sociales toda esa gente dejándose deslumbrar por la chatarra y creyendo ingenuamente que todo lo que brilla es oro. Sí, no pienses que exagero, créemelo, la música tiene mucho que ver con nuestra forma de ser, es en serio, dime qué escuchas y te diré quién eres, o por lo menos, cómo eres.
Y tú, generoso y paciente lector, ¿qué escuchas?
