Ética y universidad / Análisis de lo cotidiano - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

Desde Madrid.- El miércoles 17 de febrero en la Ciudad de México se inauguró la 37º Feria del Libro que se realiza en el Palacio de Minería y que es auspiciada por la Universidad Nacional Autónoma de México. El discurso inicial corrió a cargo del doctor Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM y exsecretario de Salud, con suficientes merecimientos para ser el orador oficial ya que su desempeño al frente de estas dos enormes instituciones lo realizó con excelencia. Uno de los puntos más destacados de su discurso fue hacer un llamado a la conciencia nacional para que la UNAM se convierta en la conciencia ética del país. Mencionó que la universidad ha sido ya en diversos momentos históricos la conciencia crítica, lo cual ha generado impactantes acciones sociales tales como el Movimiento del 68, la invasión de la ciudad universitaria por normalistas en 1972, la Huelga Estudiantil del 99 y muchas otras más. No es De la Fuente el primero que lo dice. Aquí en Aguascalientes, en el año 2003 la eminente criminóloga argentina Hilda Marchiori, impartió el primer curso de Victimología en una universidad privada (en aquel entonces muy prestigiada) y dijo abiertamente que “las universidades deben ser quienes emitan las normas éticas de la sociedad” y sabía muy bien lo que decía porque ella fue catedrática de la Universidad Nacional de Córdoba, en las facultades de Psicología y Derecho, precisamente en materias de criminología y victimología. Fue una dura crítica de las acciones de la dictadura militar argentina de 1976, lo cual le valió que saliera expulsada de su país. México la recibió con los brazos abiertos y le encomendó la creación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de México. Y desde entonces es una ferviente creyente de que las universidades deben tener un lugar predominante en la formación ética. Las considera las instituciones más libres de corrupción y desviación ideológica. Siempre y cuando, por supuesto, la universidad acepte su papel como portadora de una ideología, consciente de su participación en la vida política, social y económica de su país, y se mantenga alejada de la contaminación mental. Hay una diferencia muy clara, entre el hecho de que una universidad proponga ideologías, justicia social, equidad y ética, al hecho de que promueva motines, vandalismo, muros pintarrajeados, huelgas y violencia. Las ideas se defienden con argumentos no con palos. Y esto tampoco es nuevo. La primera universidad del mundo nació en 1088 en la ciudad italiana de Bolonia y en sus estatutos tiene asentada claramente la intención de ser una fuente de información y sabiduría para el claro discernimiento del comportamiento humano. O sea, de ética. Posteriormente la tercera universidad que nació en el planeta y la primera del mundo hispánico, fue la española Universidad de Salamanca en 1218, que fue creada con la definida intención de establecer las normas éticas por las cuales debería regirse el pueblo español. Su línea fue definida como humanista, ya que habían proliferado los colegios donde se enseñaban ingeniería y arquitectura. En Salamanca estudiaron las primeras mujeres universitarias de la historia, Beatriz Galindo y Lucía Medrano. También fue en Salamanca donde se discutieron por primera vez los derechos de los indígenas americanos. La universidad se pronunció contra el gobierno y la iglesia, quienes proponían que los indios no tenían alma y por lo tanto deberían ser esclavos. Salamanca marcó la línea ética : deberían ser tratados como lo que eran, seres humanos con derechos. O sea que la historia y la actualidad coinciden, las universidades deben aceptar su importante papel en la sociedad, como la conciencia ética del pueblo. Con una clara diferencia, no entran en esta clasificación las universidades privadas que son empresas, dedicadas a fabricar profesionistas. Éstas no tienen ni necesitan ética, son negocios. Tampoco las universidades públicas que se encaminan en un solo sentido  y dirigen su línea ideológica hacia objetivos políticos. Lo que sigue persistiendo es la idea básica del concepto universitario, la conciencia ética de una sociedad debe ser delineada por la gente que piensa, reflexiona, se informa, discute sensatamente, concede, acepta y convence con inteligencia, no con violencia.

 

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