Para obtener éxito en el mundo, hay que parecer loco y ser sabio.
Montesquieu (1689-1755) Escritor y político francés
Hoy, los debates en cualquier parte del mundo, se organizan y difunden como los mejores escaparates con los que pueden contar los ciudadanos que aspiran a tener o mantener una democracia o para conocer o hacer un juicio de valor sobre los candidatos que contienden por diversos puestos políticos. En el caso de nuestro país, tenemos, en este momento, una gran diversidad de candidatos desde los que pelean la presidencia hasta lo que van por diputaciones y senadurías que se votarán el próximo 1º. de julio.
Pero, para hablar de debate, bien valdría la pena aclarar algunos puntos, para que todos podamos tener en mente qué es el asunto del debate.
Primero, consideremos que el debate es propio de la comunicación humana y es un acto natural el debatir que se da entre seres pensantes. Debatimos a cada momento temas cotidianos, otros importantes y algunos muy complejos, pero lo hacemos inesperadamente; otras razonando lo que decimos y en la mayoría de las veces sin un plan específico.
El debate consiste en una discusión acerca de un tema polémico, llamado premisa o moción, que generalmente se da entre dos o más grupos de personas; generalmente, es de carácter argumentativo y es guiado, o conducido, por un moderador. Los debates no necesariamente son ganados por quienes tienen la razón, sino por quienes saben exponer, defender y sostener mejor sus ideas.
El debate lo hacemos con palabras que confrontan la realidad, pero, en este punto, es válido hacernos la pregunta:
¿Qué existe primero? ¿La realidad o las palabras?
Suele hablarse en algunas corrientes filosóficas y psicológicas que toda la percepción de nuestra realidad tiene que ver con el lenguaje que empleamos para definir la realidad a través de las palabras. No voy a hablar respecto a cómo percibimos la realidad sino al cómo discutimos y debatimos sobre la realidad.
Cada cuál defiende su postura apelando a su propia racionalización, que no es lo mismo que razón, y tratando de imponer su punto de vista al otro.
Al mencionar la palabra racionalización me refiero a tomar una idea e intentar darle forma lógica, aunque no la tenga. Es como una lucha política, que lo que se busca es que más gente te encuentre algo de razón y se ponga de tu lado en vez del contrario. Es una lucha que apela en más a la emoción que a la razón, pero que normalmente se hace inconscientemente.
Las personas que debaten de esa manera están condenadas a permanecer en desacuerdo, aunque parezca que han llegado a una demostración válida. Pueden llegar, incluso, a un acuerdo pero en el fondo cada uno de ellos seguirá pensando que tiene la razón y que el otro está equivocado.
Pero, para demostrar que un debate sea formal y público, es conveniente respetar algunas normas, como son:
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Dar a conocer y defender las opiniones sobre algún tema en especial.
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Sostener y dar elemento de juicio claro y puntual durante la exposición.
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Ejercer la capacidad de la expresión oral, así como la de escuchar.
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Defender las opiniones justificándolas.
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Elegir temas de interés general y que susciten controversia.
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Contar con un moderador o coordinador, quien determina el esquema o formato de trabajo.
Durante la realización del debate, el moderador debe:
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Poner en consideración el objetivo.
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Dar las instrucciones que regirán la participación y cerciorarse que sean comprendidas por todos los participantes.
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Formular cada pregunta y dar la palabra en orden a los participantes.
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Moderar, tanto el uso del tiempo, como la discusión cuando sean agotadas las opiniones sobre la pregunta.
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Liderar el respeto por el tiempo de intervención, evitar la monopolización de las respuestas y fomentar la participación de quienes no lo hayan hecho.
Este 6 de mayo, en punto de las 20:00 hrs, los invito a sintonizar El Debate, que organiza el Instituto Federal Electoral, entre los candidatos a la Presidencia de la República.
Cristóbal Humberto Tenorio Izazaga,
Consejero Electoral del 3er. Distrito Electoral Local.