Soy un aficionado incondicional del foot ball americano, desde que era niño recuerdo que me pasaba el primer día del año pegado al televisor viendo los tazones colegiales, el del Algodón en Dallas, el del Azúcar en New Orleans, el tradicional de las Rosas en Pasadena, al sur de California, el de la Naranja en Miami, en fin, era un verdadero festín para quien esto escribe. Pocas semanas después, viene la celebración del Súper Tazón, la gran culminación de este festín, los dos mejores equipos de la NFL se enfrentan por el campeonato profesional de la liga deportiva más poderosa del mundo, no hay duda de eso. Pero siendo como soy, un incurable melómano, siempre me ha llamado la atención el medio tiempo de este juego, que por otra parte, más allá del aspecto estrictamente deportivo, se ha convertido en uno de los espectáculos más grandes del mundo.
Por aquellos años, te hablo, más o menos a partir de 1976, yo tenía 13 años de edad, cuando empecé a tener interés por este deporte de manera paralela que tenía interés por el tenis, sin duda, mis dos deportes favoritos, pero también mi interés por la música iba “in crescendo”. En aquellos lejanos años mi acervo musical, tanto en discos como en un conocimiento, no sé si erudito, pero por lo menos un conocimiento que justificaba mi gusto por esa música, me refiero al rock, se reducía a un puñado de una veintena de discos y mi horizonte del rock no iba más allá de Los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan o Creedence , pero eso sí, siempre con la incansable necesidad de conocer más, así que casi de manera natural, me fui interesando por saber quién tocaría en cada una de las ediciones del Súper Tazón.
Recuerdo algunos espectáculos de medios tiempos, por ejemplo, aquel de 1976 en donde los Acereros de Pittsburgh derrotaron 21 – 17 a los Dallas Cowboys y la presentación de “Up with the people”, ¿te acuerdas de ellos?, Viva la gente se llamaban en español y tuvieron su gran momento por aquellos mediados de la séptima década del siglo XX, de hecho, a reserva de que tú me corrijas, amable invitado a degustar de este banquete, esta organización llamada Up with the people es quien más veces se ha presentado en un Súper Tazón, por otro lado, no sé por qué recuerdo con claridad aquel juego, probablemente ahí nació mi antipatía por los Acereros.
Pero hasta ese momento se habían presentado grupos de animación colegiales con propuestas tipo revistas musicales, o bien, Viva la gente con montajes de las mismas características. Fue hasta el Super Bowl No. 22 celebrado en enero de 1988 cuando se invitó a un músico profesional a la presentación del medio tiempo, en este caso fue Chubby Checker con The Rockettes, podemos decir que aquí empezó todo, ya no era atractivo ver a un grupo de jóvenes brincoteando en el emparrillado haciendo piruetas o enormes pirámides humanas, evidentemente el público asistente al encuentro salía buscar algo de comer o beber, ir al sanitario o charlar un poco. Hoy en día, el espectáculo del medio tiempo suele ser tan atractivo como el mismo juego, digamos que son dos espectáculos en uno.
Después vinieron algunos espectáculos en donde se presentaron New kids on the block, una de las cosas más ridículas que he visto en mi vida, Gloria Estefan, una de las cosas más comerciales que he visto en mi vida, o Michael Jackson, que si lo apreciamos (¿es posible apreciarlo?) desde la perspectiva del pop resulta comprensible, pero sólo como bailarín, como músico Jackson no tiene nada qué hacer, la música puede prescindir de él sin que se afecte en lo más mínimo, no aportó nada a la música y pasó sin pena ni gloria, pero en fin, eso ya es otro asunto.
El primer medio tiempo que recuerdo haber visto con verdadero interés fue el del Super Bowl 31, celebrado en 1997, los Green Bay Packers derrotaron a mis Patriotas en el Superdome de New Orleans, y se presentaron Los Blues Brothers, James Brown y ZZ Top, blues a manos llenas, lo disfruté mucho, aun con el marcador adverso.
A partir de este momento se han presentado verdaderas leyendas del rock, en este espacio que es ya en sí mismo un espectáculo aparte, hemos visto a gigantes como Paul McCartney, los Rolling Stones, Bruce Springsteen, The Who, genial, esperábamos tanto el juego como el espectáculo, pero después, como suele suceder con las buenas ideas, estas empiezan a distorsionarse, a palidecer ante los guiños de la mañosa mercadotecnia y entonces vimos cosas que parecían haber salido de las más crueles y perversas pesadillas, como por ejemplo, presentar en un mismo escenario y al mismo tiempo a Lenny Kravitz con Katy Perry, o a Red Hot Chili Peppers con Bruno Mars, por Dios, Aerosmith con Britney Spears y NSYNC, ¿alguien puede explicarme qué diablos es eso?, créeme, distinguido invitado a esta mesa, estuve a punto de tirar a la basura todos mis discos de Aerosmith, sólo por el aprecio y la admiración que le tengo a Joe Perry y por todo lo que me gusta el disco “Toys in the Attic”, detuve mis impulsos.
En la pasada edición del Súper Tazón, por ser el número 50, yo esperaba algo majestuoso, y mira con lo que nos salieron, Coldplay, ok, está bien, no es lo máximo pero pasa, pero con dos payasitos, Bruno Mars (sí, otra vez), y Beyoncé, no es posible, es querer mezclar en agua con el aceite, pero en fin, así es esto, ¿qué te puedo decir?