Aguascalientes desde su fundación (22 de Octubre de1575), es vista como una ciudad hospitalaria, creada expresamente para tal efecto, como sitio de alojamiento y de descanso para los viajeros de la Ruta de la Plata. Metales preciosos extraídos de las minas del centro norte del país y llevados al bajío de Guanajuato para tasarlos e ingresarlos a la hacienda pública, bajo la impronta del “quinto real”, de ahí a engrosar las arcas de la corona española y correr por sus dominios, cabe los cuales “no se oculta el sol”.
Un simpático paraje bucólico que durante dos siglos y medio luchó infatigablemente por obtener carta de ciudadanía propia en el concierto nacional; dependiente primeramente del reino de Nueva Galicia y luego de la intendencia de Zacatecas, de la cual fue segregada como territorio en 1835, bajo una reforma a la Constitución de 1824, operada bajo el gobierno de Santa Anna. Éste disuelve la milicia cívica de Zacatecas y da pie para dar personalidad propia a Aguascalientes. Un fallido intento para declararse estado libre y soberano ocurre en 1846, pero que no queda plasmado en la reforma constitucional de 1847; tiempos sumamente complicados por la invasión norteamericana. Fue hasta el constituyente de Querétaro, bajo la Constitución de 1857, que se restituye el sistema federal y afianza con las llamadas Leyes de Reforma.
De ahí dimos el salto al Porfiriato, y con él, a la expansión ferrocarrilera de México. Aguascalientes, fiel a su vocación como cruce de caminos, norte-sur y oriente-poniente, se convirtió en un centro fabril de primera importancia para este medio de transporte, y aloja el más importante taller de ferrocarriles para la República Mexicana. Fuimos ferrocarrileros y, por tanto, una ciudad rielera; puestos en el corazón de una expansión industrial a todo lo largo y ancho del país. Sin embargo, obedeciendo a la naturaleza propia de su población, como eminentemente agrícola, la ciudad fue tenida en gran estima como productora de chiles, y por ello también fuimos apellidados “chileros”, sobre todo en los años 40 y 50. Nombre que en poco tiempo fue cambiado por el de vitivinícola, gracias a las plantaciones de viñas y a la producción de vino tinto y, sobre todo, de populares brandis que alcanzaron renombre en México.
Gozamos de una imagen bucólica ante los ojos de la nación, por aquello de las aguas termales y sobre todo de la ancestral Feria de San Marcos, que fue remontando en fama y atracción por su excepcional combinación de tradiciones populares, religiosas, gastronómicas, del vestido, taurinas, de alta charrería y carreras de coches y motocicletas; pero sobre todo, de los juegos de azar y el libérrimo fluir del licor, 24 horas al día, siete días de la semana. Nos hicieron una especie de ombligo dionisíaco, para escapes turísticos con aire de liberación y recreo amigable. Y, sí, con todo ello mostramos un rostro de pujanza, de modernidad, de armoniosa traza urbana y de buen orden ciudadano: bona terra, bona gens.
Debido al pequeño territorio que nos otorgó el pacto federal, a nadie extraña que nos convertimos en una especie de ciudad-estado, que camina a grandes trancos hacia una metropolización ya imparable. Evolución que en el actual contexto nacional encuentra un posicionamiento inequívoco entre las ciudades medias, bajo el criterio de magnitud de la población y de la gestión pública con esta dotada.
En este punto, somos vertiginosamente traídos a la realidad, que nos hace confrontar nuestros retos y potencial de desarrollo como ciudad. El muy sugerente informe producido por el IMCO, Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C., en mi opinión da un fuerte campanazo como para despertar la conciencia nacional. Su titulación no da margen a complacencias: “El Municipio, una Institución diseñada para el fracaso”, que publica el Indice de Competitividad Urbana 2012. Propuestas para la gestión profesional de las ciudades.
Durante la segunda mitad del siglo XX, gozamos de un sonado prestigio, debido a la vanguardista traza urbana de circuitos concéntricos y armoniosas directrices norte-sur, oriente-poniente, una razonable expansión de la mancha urbana y vivienda de aceptable calidad. Pero, hacia fines de los 90 y durante las administraciones municipales hasta 2010, se nos rompió ese círculo virtuoso, causado por un crecimiento urbano desmesurado, horizontal, cargado al oriente de la ciudad y con mayor densidad poblacional, sin proporción adecuada de espacio públicos disponibles, carencia aguda de áreas verdes y escasez del elemento crítico estatal del agua potable. A lo que se añaden administraciones municipales fluctuantes en sus criterios de prioridad, protagónicas sin necesariamente ser eficaces, y sí, ostensiblemente faltas de profesionalismo competitivo en la gestión pública. Privó, como en todo el país, la selectividad del personal en razón de la “afinidad” partidista política, por encima de la racionalidad técnica y del aprovechamiento estratégico y sistémico del RH calificado, competente y eficaz.
Los resultados no dan lugar a la especulación, a la mentira interesada o al fingimiento de imagen. El índice que propone el IMCO nos ubica con objetividad, en el lugar número 30 como ciudad media, de 500 mil a 1 millón de habitantes, y medidos con la vara de 11 subíndces vanguardistas y 60 indicadores selectos. De lo cual nos da una pintura general el siguiente cuadro:
Trigésimo Aguascalientes
Ranking y Clasificación en el Índice General (consultar tabla en http://www.lja.mx).
Lugar nuestro entre 77 ciudades estudiadas. El hallazgo fundamental de este informe consiste en evidenciar que el éxito competitivo y la sustentabilidad del desarrollo de nuestras ciudades descansan en el principio rector insoslayable de la profesionalización en la gestión de las ciudades. El destino manifiesto de esos relevos administrativos de puro interés político partidista, que instala improvisados funcionarios sin certificación profesional para el puesto a desempeñar; el breve periodo constitucional de tres años, sin reelección posible; magros presupuestos y mal distribuidos, es efectivamente: el fracaso.
Entidad Federativa: | Aguascalientes | General | Media alta |
Población: | 932,369 | Derecho | Media alta |
Categoría de Población: | De 500 mil a un millón | Medio Ambiente | Media baja |
PIB per Cápita: | $ 152,347.41 | Sociedad | Media alta |
Inversión por PEA: | $ 9,371.00 | Macroeconomía | Media alta |
Crec. anual Mancha Urbana 05-10: | 2.50 % | Factores de Producción | Media alta |
Densidad de Población: | 9,562.45 | Infraestructura | Media alta |
Población con educ. sup.: | 42.64 % | Sistema Político | Media alta |
Gobiernos | Media alta | ||
Relaciones Internacionales | Media baja | ||
Innovación | Media baja |
http://imco.org.mx/images/pdf/indice_de_competitividad_urbana_2012.pdfl
Fuente: IMCO Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. INDICE DE COMPETITIVIDAD URBANA, 2012. El Municipio: una institución diseñada para el fracaso. Propuesta para la gestión profesional de las ciudades.