La semana pasada la Secretaría de Hacienda anunció que se va a rescatar a Pemex en vista de su desesperante situación económica; por otro lado los inversionistas que tienen en su poder bonos de la empresa, acusan nerviosismo, en virtud de que el precio del petróleo comienza a depreciarse, y ahora el que se pueda colocar deuda de la paraestatal se ve más difícil, en virtud de que el precio del barril de petróleo, a pesar de que ha tenido una ligera recuperación, sigue estando en niveles no esperados, y con la entrada de Irán al mercado mundial, la oferta aumentará y es probable que los precios se vean presionados a la baja.
Debemos recordar que hace apenas un poco más de un año, los pasivos laborales y fiscales de Pemex fueron absorbidos por el Gobierno Federal y pasaron a ser deuda pública; y no fue una cantidad menor, pues hablamos de un billón 800 mil millones de pesos, una cantidad verdaderamente exorbitante, y casi como un Fobaproa, de cuando se rescataron los bancos; o sea que fue un rescate de los ricos, con dinero de los pobres. Y ahora en el anuncio de la Secretaría de Hacienda nos dicen que se están aportando, en principio, 50 mil millones de pesos para lo más inmediato, y que se está estudiando la forma de cómo rescatar a la empresa.
Lo anterior quiere decir que la empresa que aportaba más de la mitad de los recursos para el presupuesto anual del país, ¡ahora será subsidiada!, para que no se colapse. Debemos tomar en cuenta que la deuda actual de la paraestatal es de miles de millones de dólares. Hasta el día de hoy no nos han dicho, en total, cuánto ha acomodado en los diferentes mercados; lo que sí sabemos, es que esa deuda está avalada por el gobierno mexicano. Así que si los acreedores, en un momento dado no reciben el pago vencido, recurrirán al aval para rescatar su inversión.
Asimismo se anunció que la empresa va a despedir a 15 mil personas que laboran en Pemex de manera directa. Esta cantidad nos dice que la empresa está “inflada” en su gasto corriente y que tiene una cantidad de personal que no le hace falta para operar, de otra manera no entendemos cómo puede hacer un recorte de esa magnitud sin que la producción no se vea afectada más de lo que ya está. Sólo hay una explicación, quiere decir que la estructura interna de la empresa está viciada y que su nómina sigue estando “inflada”, lo que no es nada raro. Por otro lado no vemos, y no han anunciado, recortes en los salarios de los mandos medios y de los altos ejecutivos, y de la flota de aviones y vehículos de lujo que utilizan tampoco han dicho qué medida se tomará en medio de esta emergencia económica y financiera.
A pesar de estos resultados desastrosos, unos por los malos manejos administrativos de los actuales dirigentes de la empresa y otros por la caída de los precios internacionales del petróleo, realmente este fenómeno es el que está redituando cantidades de recursos muy importantes al Gobierno Federal, pues el pueblo mexicano sigue pagando los hidrocarburos como si el barril de petróleo costará 70.00 dólares, algo verdaderamente injusto.
Ahora, la mala nueva es que los subsidios a Pemex serán muy onerosos para la economía nacional; aún no nos dicen que inversiones o programas serán recortados para poder atender este nuevo subsidio, sólo para operación de la empresa. Y no nos dicen cuánto deben al corto y mediano plazo, y tampoco cómo están las prestaciones en todos los niveles de la paraestatal, con la certeza de que ningún trabajador, fuera de esta empresa, las tiene.
Se calcula que la capitalización de Pemex, por el Gobierno Federal, para que la empresa pueda endeudarse por lo menos con cinco mil millones de dólares este año, y a 21 mil millones de dólares, deberá ser también de miles de millones, pues debemos tomar en cuenta que en 18 meses los precios del petróleo han caído un 65%.
Actualmente se calcula que el capital de Pemex es de un billón cien mil millones de pesos en negativo. Esto al tercer trimestre del 2015. O sea que debe más de lo que tiene de capital. La pérdida a ese trimestre fue de 352 mil millones de pesos. De 2015 a la fecha, a nueve mil 500 proveedores se les debe 50 mil millones de pesos.
Con lo anterior, observamos que la joya de la corona se encuentra en una situación desesperante; pero a los amigos no se les remueve del cargo, a pesar de lo mal que han manejado la empresa, pues saben que sus errores y sus deudas las vamos a pagar todos los mexicanos con nuestros impuestos. Ese es nuestro triste destino en cuanto al rendimiento del cuerno de la abundancia. Como lo vaticinó el poeta López Velarde, el petróleo es una maldición disfrazada, pues representaba riqueza pero al mismo tiempo tentaciones, blanco de codicias, manzana de la discordia y catalizador de bronca y media. Y eso que el jerezano ni se imaginaba que iban a existir la Quina, las seis hermanas y el pemexgate y los tecnócratas. Qué razón tenía el poeta cuando dijo: “El niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”. Hoy el diablo tiene al país en la incertidumbre que el petróleo genera por los bajos precios. Sus veneros vinieron, irremediablemente, a la baja.