Un locazo de cuatrocientos años / País de maravillas - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Lo peor que puede hacer los maestros de literatura en la secundaria o la prepa es forzar a sus alumnos a leer El Quijote. Bueno, de acuerdo: puede que no sea exactamente lo peor, pero sin duda es una de las cosas que menos ayudan a que se ame la literatura y se aprecie la obra de Miguel de Cervantes, autor de esta obra. La mayoría de los jóvenes que se enfrenta a esta imposición opta por buscar un resumen en Internet y, quienes optan por acercarse al libro, generalmente buscan una edición recortada -o terminan frustrados ante la imposibilidad de leer y entender toda la obra en el poco tiempo que se dan (o el poco tiempo que le dedican si es que, como yo en mis tiempos escolares, dejan todas las tareas para el último momento). Y es una verdadera pena. Porque El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha sí es una obra que puede disfrutarse enormemente. ¿Cómo? ¿Dije “disfrutarse”? Podría parecer un error de mi parte, ya que el disfrute parece ser algo ajeno a lo que esperan de la lectura muchos profesores. Pero no, no me equivoco: la primera función de una obra literaria tendría que ser siempre esa: buscar el goce del lector (y que conste que con las historias tristes o aterradoras también gozamos, pero ese es tema para otra ocasión). La cuestión es: ¿cómo podemos disfrutar algo que no entendemos? Por eso, lo primero que tendríamos que hacer si queremos acercarnos a esta novela (tomando en cuenta que tiene cuatrocientos años de haber sido publicada, y que seguramente algunas cosas han cambiado desde entonces), sería asegurarnos de que vamos a comprenderla, sea porque conocemos previamente las palabras, usos y costumbres, giros y modismos que usa o, siendo más realistas, por una aproximación a su contexto. Así, podríamos comenzar con una buscadita en Wikipedia (o en una enciclopedia, si nos gusta hacerlo al modo romántico) para enterarnos de lo básico. Pero para que no se me distraigan ahorita (qué tal que se van a la Wikipedia y no regresan aquí) les comparto una muestra de lo que se van a encontrar en esa búsqueda:

Publicada originalmente en dos partes, separadas en el tiempo por diez años, El Quijote (como le decimos de cariño) es considerada “la primera novela moderna”. Esto quiere decir que hay una unidad temática y una progresión dramática, a diferencia de las novelas anteriores, que consistían básicamente en episodios independientes que podían acomodarse en cualquier orden; y que hay una polifonía: muchas voces y puntos de vista en lugar de sólo tener los del narrador. Por cierto: si uno lee con atención El Quijote (y no media hora antes de un examen), se va a dar cuenta de que estas características son más claras en el segundo tomo que en el primero: ¡podemos, como lectores, acompañar a Cervantes en su proceso de inventar la novela moderna! (y sin necesitar una máquina del tiempo, ¿no es genial eso?).

Ahora: estoy de acuerdo en que, si bien eso es muy importante para los académicos, podría no entusiasmar tanto al lector de a pie. Por suerte no es la única característica interesante de la novela. Una que sí suele gustarnos a los que leemos por gusto es la capacidad del autor de crear personajes creíbles, con lo que podemos sentirnos identificados, a pesar del tiempo transcurrido entre su época y la nuestra.

Los personajes principales son el mejor ejemplo. Don Quijote se vuelve loco por leer muchas historias de caballeros andantes, al grado de creerse uno. El equivalente actual sería que, de tanto leer cómics, el protagonista se creyera súper héroe y saliera a la calle, disfrazado de Superman o Batman, a luchar por la justicia. Y su afán delirante de hacer el bien, Quijano/Quijote siembra el caos a su alrededor. Si no lo matan a las primeras de cambio, en buena medida es gracias a Sancho Panza, vecino que, en la imaginación del hidalgo, se convierte en su escudero. Sancho es el perfecto contraste con Don Quijote: no sólo es cuerdo mientras que el otro está loco; además, tan práctico, simple, pícaro e iletrado es Sancho como el Quijote es idealista, complejo, inocente y culto. Si la combinación nos parece tan trillada ahora, es justo por la enorme influencia de estos personajes en muchas, muchísimas obras posteriores.

Así que, a lo mejor, incluso si no leemos El Quijote estamos leyéndolo o mirándolo, en alguna de las obras literarias o fílmicas que tanto le deben. ¿Por qué no mejor ir a la fuente, sin presiones escolares o de otro tipo?

En todo caso, este año, en enero, se cumplieron cuatrocientos de la publicación del segundo tomo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y, en abril, se cumplirán también cuatrocientos de la muerte de don Miguel de Cervantes y Saavedra. Que podamos hojear ese libro, leerlo, disfrutarlo; y que podamos platicar de su autor, demuestra que esta esperanza tenía fundamentos. Mucho más que cuando un maestro lo deja de tarea, eso seguro.

       

 



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