“Los discípulos de Cristo, unidos a María, hacemos lo que él nos pide” así versa el fundamento una de las fiestas más importantes para los aguascalentenses católicos en el año, así como una especial devoción para los habitantes de sus municipios, pues es la verbena religiosa de todos los peregrinos que llegan desde aquel lejano rincón, como también es la conmemoración para que la vida se vea impregnada de motivos como son la fraternidad, la bondad, la unión familiar, la piedad, el perdón, la magnanimidad, y verlos convertidos en peldaños que avizoran un rayo de paz y de bondad en la raza humana; importante es decir y que se recuerde que de la Romería de Nuestra Señora de la Asunción ya han transcurrido 57 años y en este tiempo se han generado vínculos mucho más estrechos entre los devotos.
Los matlachines giran en torno a la plaza principal; danzan a la vida, a la bondad de sus tradiciones, y traen sus danzas para que se hagan partícipes de la veneración en esta conmemoración; al unísono se escucha el repiqueteo de las campanas de las torres de la Catedral de Aguascalientes, y ahí es donde comienza todo el motivo de la fiesta, es decir, que en ese instante todo se vuelve solemne y ataviado por colores que llaman a la pureza (con la presencia de los niños en esta ceremonial escena) y a la redención de los fieles, para que se reconozca que es día de fiesta en los corazones de los aguascalentenses. Esta festividad es vivida con mil colores y con innumerables estampas religiosas, así como con profundos latidos de corazones que se regocijan por la presencia de la Señora de la Asunción, y se encuentran gozosos por la algarabía manifestada tanto en la Catedral como de las calles aledañas. No les importó el tiempo que se tuvo que aguardar, las lluvias o inclemencias; entrar al recinto sagrado por una bendición o siquiera lograr verle a los ojos y pedirle o suplicarle a la patrona que no se aparte de ellos, que no permita que se alejen de su manto.
El presbítero José Álvarez Ortiz, en entrevista para La Jornada Aguascalientes, indicó que como parte de la logística, se lleva a cabo una peregrinación desde la Ciudad de los Niños, quienes vienen a acordarse de una madre que siempre los acompaña; de igual forma se efectúa una peregrinación del Seminario. Pero el culmen es la Romería, para dar paso a la entrada del carro triunfal antecedido por doce carros alegóricos que hablan sobre el discipulado, los danzantes y matlachines, que son expresión propia del pueblo, para que se circunscriba la fe y la cercanía tan arraigadas de Aguascalientes por la Virgen de la Asunción.