Estamos en tránsito a una nueva etapa en la vida política de Aguascalientes. En primer término, dentro de cinco meses, así lo ordena la Constitución, tendrá lugar el natural y democrático ciclo de renovación de los poderes ejecutivo y legislativo, así como de los ayuntamientos, sobre bases legales de imparcialidad y transparencia. En segundo término, por la amplitud, complejidad y pluralidad de las circunstancias sociales y políticas. No únicamente las de la entidad sino las del entorno nacional que repercuten en la vida local.
Son otras formas y otro fondo. Hoy por hoy, los procedimientos y el encuadre de la temática no son ni serán como han sido. Los precedentes ya no serán obligado punto de referencia. Es la coyuntura de valorar proyecto y horizonte.
A pesar de las actitudes toscas y hasta pueriles de algunos actores, la trama es cada vez más fina y sensible: es necesario precisar, pulsar, madurar, ubicar y actuar con vigor y perspicacia, ya que es una constante el reacomodo político en cada elección, nuevos equilibrios, contrapesos y cooptaciones, ante la vigencia plena de la alternancia.
Desde el punto de vista político, la sociedad está fragmentada: es evidente la realidad plural en lo cultural y, por tanto, en lo ideológico y en lo partidista. Todavía estamos en el proceso de aprendizaje de los alcances de las responsabilidades y los modos de gestión y resolución de las cuestiones políticas, ya sea como gobierno o como oposición; ante los gobiernos divididos por legislaturas y ayuntamientos en los cuales predominan precarias mayorías, o una suma de minorías, surgido todo ello precisamente de la alternancia.
Paralelamente hay indicadores económicos positivos, con estabilidad y crecimiento, así como índices de bienestar en cuanto a salud, educación y servicios públicos. No obstante persisten problemas tanto en el medio urbano como rural, unos derivados del progreso y otros de los rezagos aún insatisfechos, formas de subempleo e insuficiencia salarial y en la distribución del ingreso.
Es oportunidad para valorar presente y futuro: los rumbos y las perspectivas del desarrollo de la entidad; los temas son qué consolidar, qué requiere mayor impulso y cuál aspecto reclama reorientación; qué corregir, cuáles aciertos ahondar, dentro de la vasta actividad socioeconómica, cultural y política de Aguascalientes, con demandas nuevas y necesidades viejas.
De otra parte figuran las condiciones internas de cada partido, que es tema aparte así como el la prospectiva electoral. En todo caso, sabemos que el escenario previsible será, como ha sido, el de alta competitividad no tanto por el número de partidos y los candidatos independientes, sino por la perplejidad del elector por la alternancia que todavía, por sí misma, no acredita resultados suficientemente.
Además de los posibles reacomodos de grupos, partidos y alianzas anunciadas y negadas, los acontecimientos económicos y sus efectos sociales en los siguientes meses pueden provocar reacciones inesperadas por parte de los ciudadanos, cuyas opciones político-electorales varían de año en año. Así, algunos partidos hasta hoy minoritarios pueden convertirse en mayoritarios, o las opciones independientes pueden alcanzar el respaldo de la ciudadanía. Ni el PRI ni el PAN pueden darse el lujo de desdeñar a esos partidos minoritarios o candidatos independientes, ni ostentarse desde hoy como seguros ganadores de la confianza ciudadana.
El 5 de junio la ciudadanía, al sufragar o al abstenerse, no sólo decidirá mayoría y minorías, y con ello elegirá gobierno, sino además expresará su percepción acerca de la realidad que vive cotidianamente y nos dejará el mensaje de cuanto rechaza y de cuanto demanda.
Ha sido creciente el abstencionismo o la anulación del sufragio, todo lo cual manifiesta inconformidad por la condición real del estado que guardan la economía, el desarrollo social y la convivencia política. Expresa la persistencia de dudas respecto de la transparencia electoral. Revela también una sociedad políticamente dividida no sólo por la desigualdad socioeconómica y cultural, la inequidad en las oportunidades y por la exclusión, sino además porque separa a quienes no se sienten representados de aquellos que todavía creen en el valor del voto ciudadano.
Prevalece el rechazo de la gente por las controversias postelectorales y el hecho mismo de que sea en los tribunales, y no en las casillas, donde se defina la voluntad del ciudadano. Todo lo cual hace evidente la urgencia de perfeccionar los valores éticos y de lealtad a los electores para privilegiar la certeza del sufragio libre.
La responsabilidad más importante que corresponde a los servidores públicos, en particular a los representantes del pueblo, es el de interpretar y comprender los sentimientos y prioridades de la sociedad, para traducir las acciones de gobierno, ya sea de orden legislativo, administrativo o jurisdiccional, en actos de justicia, servicio y bienestar.
Ese es el sentido verdadero de la democracia, la cual no se agota en el voto electoral sino que es punto de partida para nuevos acuerdos y nuevas perspectivas.
La sociedad quiere un Aguascalientes sustentado en la paz social, en la convivencia responsable y en oportunidades reales de inversión, empleo, educación, seguridad y justicia. La ciudadanía desea un estado más justo y digno para todos, fundado en el trabajo, el respeto a la ley, el diálogo y el consenso.