- Se requiere leer y conocer de todo para adquirir herramientas que te lleven hacia otras propuestas
- La traducción es el ejercicio para conocer a profundidad un poema y su autor
Con tan solo 28 años de edad, la poeta y traductora estadounidense Robin Myers ha hecho un largo trabajo en conjunto con mexicanos y escritores hispanoamericanos, con la característica principal de nunca dejar de lado la opinión del autor de las palabras que traduce: “yo no podría trabajar sin estar en contacto con el creador de esas líneas, necesito estar a la par con él si no, no me sale nada”, considerando que para ella el acto de traducción significa conocer a mayor profundidad la poesía de alguien más.
La primera vez que llegó a México (a los nueve años) decidió que sería un país en donde dedicaría su vida a la traducción de poesía hispanoamericana, actualmente vive en la Ciudad de México sin despegarse de sus raíces estadounidenses. Ya que reconoce que el escribir poesía es comúnmente un ejercicio muy solitario, trata de viajar por muchos encuentros, reuniones y convocatorias de poesía al ser las únicas oportunidad para establecer una comunidad y vivir la poesía tanto entre poetas como entre los lectores y no tan lectores: “los que estamos dentro de las letras no podemos ser egoístas, necesitamos enterarnos y compartir lo que se hace en otros lados, es la única de formar lazos que nos lleven a nuevas creaciones”, ya que para realmente ser un buen escritor se requiere leer, escuchar, compartir y escribir.
Durante su proceso de crecimiento como poeta y traductora se ha percatado de que las nuevas generaciones que buscan innovar y alejarse de las generaciones antiguas nunca dejan de tener parte de ese linaje que dejaron, de alguna manera hay una conexión indirecta que los lleva a unirse y entregarle al lector nuevas propuestas: “al final es un linaje y un aprendizaje directo con otros estilos y voces pero nunca se pierde las líneas bases que nos dejan las plumas consolidadas”. Lo interesante para Myers es que a través de esa supuesta oposición se interactúa constantemente con las plumas viejas, ese diálogo que no deja de aparecer: “para escribir hay que leer todo lo que sea, y tanto como se pueda, para adquirir herramientas pero como otras miradas que te lleven hacia otras cosas”.
Cuando llegó a residir en México, hace cuatro años, se encontró con un grupo de jóvenes poetas que atendían más lo sonoro del lenguaje para experimentar con la poesía, justo lo que ella buscaba como joven poeta, escribir desde un mundo distinto: “para mí fue muy liberador porque pude entrar en contacto conmigo misma pero acompañada de una comunidad muy fraterna”, por lo que se considera una invitada permanente pero parte de la familia mexicana.
Entre su trabajo como traductora
Robin señala que el trabajo de la traducción de la poesía le ha permitido hacer una lectura más íntima, pues es el ejercicio de meterse en lo más profundo del poema, saber cómo funciona y qué quiere el autor con él: “para mí un poema es casi un proceso físico porque solito te guía y te enseña cómo leerlo, por eso digo que la traducción es la mejor manera de conocer, muy de fondo, el trabajo de un poeta”.
Aunque no ha traducido un libro completo de algún autor mexicano, ha logrado colaborar con pequeños textos de vivos y fallecidos, tales como Abigael Bohórquez, Alejandro Albarrán José Luis Rico, Javier Peñaloza y el argentino pero bautizado mexicano Juan Gelman.
En lo general indicó que disfruta mucho el trabajar con el poeta (cuando este sigue en vida), su proceso lo lleva lento pero seguro, pues primero hace una versión única para el autor con algunas preguntas para llevar a una colaboración el trabajo de traducción.
¿Cómo y por qué entró Robin Myers al mundo de la poesía?
“Honestamente no sé por qué entré al mundo de la poesía, tal vez porque de niña leía mucha novela y cuando empecé con poesía me fascinó, yo creo que es como la gente que estudió música clásica que cuando escucha jazz le parece lo más increíble; me pasa algo así, yo leía mucha novela y cuando conocí la poesía me pareció que tenía una fuerza y una intencionalidad del lenguaje radical. Es como todo lo rico y extraño que puede ser el lenguaje en un mismo poema.”