- La pastorela municipal concluyó temporada con once funciones en colonias alejadas al Centro Histórico
- El teatro debe cobijar a la población, no excluirla por temas socioeconómicos
Con once funciones pactadas en espacios abiertos (poco común para una puesta en escena) de colonias alejadas del Centro Histórico, la pastorela Son papita del Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura (Imac) concluyó su temporada ayer por la tarde en el Jardín de los Palacios; proyecto diseñado junto al actor y gestor cultural mexicano Silverio Palacios y el director escénico Juan Pablo Acevedo.
Desde la primera función en la explanada de la delegación Morelos el público se acercó, primero con la intención de conocer a Palacios, dejándose llevar por la tradicional pastorela que incluía el uso de la tecnología.
En la segunda función se tuvo la particularidad de recibir más jóvenes que niños, en la colonia Guadalupe Peralta sobre la Línea Verde, lo que creó una conexión con la historia, los actores y la vida cotidiana de los habitantes de esta zona considerada por la autoridad como foco rojo en materia de seguridad pública.
Una cancha de basquetbol del Ojocaliente III, unas canchas en El Cerrito de la Cruz, la Línea Verde en el sector de la colonia Rodolfo Landeros, un jardín de niños de la Palomino Dena; una secundaria de la Insurgentes, una telesecundaria de Cumbres III, el nuevo escenario del Corredor Cultural Alameda así como la Casa de Animación Oriente; fueron los escenarios donde la población se dejó llevar por las risas, las reflexiones y regaños que once actores en escena y cuatro músicos prepararon durante dos meses con apoyo de la experiencia profesional de Silverio Palacios.
El equipo de actores subrayó que más allá de haber llevado un taller con un actor de la talla de Palacios, la experiencia de esta pastorela les permitió comprender cómo el teatro puede cambiar sociedades: “todo el proceso de armar el montaje fue una experiencia muy enriquecedora, luego ya el calor del público fue maravilloso porque en cada colonia donde llegamos veíamos cómo se emocionaban los niños y hasta los papás”, ya que muchos de los espacios visitados tienen poca cercanía con los productos culturales, sin embargo fueron recibidos con la disposición de dejarse sorprender con su trabajo escénico: “la gente nos recibió muy bien, quedaron muy contentos y nosotros con muchos aprendizajes”, mismos que pretenden continuar compartiendo con nuevos proyectos independientes y a través de la Compañía Municipal de Teatro.
“El trabajo hecho con el maestro Silverio nos ha permitido despejarnos de vicios y aprender nuevos, escalar hacia otras formas de interpretar para luego aplicarlo en el vida diaria de nuestro quehacer artístico”, si bien cada proceso que pasa un actor o cualquier hacedor de las artes tiene sus particularidades, este en especial se destaca por percatarse de que no todo está aprendido, en palabras de este equipo de reparto local: “es importante saber que en la escena no todo está aprendido, cada persona tiene algo que dar a otra y todos podemos aprender del otro”, lo principal es exprimir y llevar a otros esas experiencias que en cada proceso hay enfrente.
“Yo me quedo con el poder compartir; el teatro tiene que ir hacia allá, no es hacer teatro para teatreros sino para la comunidad, que la gente se sienta cobijada por el teatro y no se sienta excluida”, esto es parte fundamental de lo que se trabajó desde el taller de actuación ofrecido por Silverio Palacios durante el Festival Cultural de la Ciudad, el saber qué es y para qué sirve el teatro, por qué son hacedores de esta disciplina y hasta dónde puede llegar en la comunidad.
En la sede del Corredor Cultural Alameda se tuvo una afluencia de poco más de 200 personas, en su mayoría niños, en la cual se percataron de que los niños sí conocen la tradición de la Navidad y de las pastorelas, pues durante toda la obra se mantuvieron atentos en las participaciones de los diablos y el ángel: “es curioso que sin decirles nada ellos defienden al ángel y abuchean al diablo, en la vida real se puede reflejar con que saben las buenas acciones y lo que como persona no debes hacer”.
Otra situación curiosas que se planteó en la pastorela fue el límite que se le puso al diablo de no poder decir groserías aunque el resto del equipo sí (hasta el público), la intención era mofarse un poco de lo ilógico que puede ser la vida pero también de cómo hasta el más diablo puede controlarse y no afectar a un tercero: “son varias las moralejas que trabajamos y lo mejor es que el público las cachó rápidamente, los niños son muy inteligentes y además les encanta el teatro”.
El equipo de Son papita estuvo formado por Arturo Esquivel, Roberto Belmont, Daniel Hernández, Octavio Velasco, Luis David Ornelas, José Luis Pacheco, Aline Reyes, Carolina Villalobos, Cuitláhuac González, Sandra Velázquez Rodríguez, Silverio Palacios y Juan Pablo Acevedo como director escénico. El texto fue creado por Palacios y Acevedo.
¿Cómo se va Silverio Palacios de Aguascalientes?
“Me voy pero me quedo con que el teatro reivindica, su función social de utilidad de nuestros tiempos no es aquel con el que nos regodeamos de que tenemos buen gusto, sino el que cumple y satisface las necesidades más inmediatas de la actualidad; es decir, no sólo de entretenimiento sino de recuperar ciertos valores, y tratándose de una pastorela que en la vida actual se ha pervertido tanto su función, viene a recordarle al público que esos valores están presentes pero de una manera no tan directa, siempre es reconfortante ver su reacción y sus efectos en una convivencia social más fortalecida”.