En ciencias de la computación un árbol equivale a una compleja estructura de datos o nodos que se asemejan a los troncos de un árbol natural. Existen nodos hijos o ramas que están conectadas al nodo padre y lucen hojas que siendo nodos no tendrán nodos hijos; es decir, las hojas son estériles. Además, el único nodo de un árbol que no tiene padre es la raíz. Todo inicia con la semilla, con su creador, es la ley de la naturaleza y de la informática.
En ciencias naturales un árbol es una planta de tallo leñoso que a cierta altura se ramifica formando una especie de copa que tiene hojas en sus ramas, mientras que la raíz se encuentra adherida a la tierra y le da fortaleza al tronco mientras su corteza lo protege del clima extremo y le brinda una tersura especial y única.
Un árbol informático y un árbol natural tienen un ánima o alma distinta. El alma de tales árboles se encuentra en su raíz a través de la cual se alimentan y permanecen vivos; así las cosas, cuando la raíz se pudre los árboles mueren y se deshojan, así los padres como los hijos sólo serán útiles como leña para producir fuego.
El alcalde de Aguascalientes, Juan Antonio Martín del Campo, durante su discurso político con motivo del segundo informe de actividades de su gobierno se inventó una expresión tan novedosa como incomprensible fue su mensaje político: dijo textualmente: “Aguascalientes se llenó de animárboles” ¿Qué quiso decir Toño? Sólo él lo sabrá, pues más allá de que le asiste el derecho de crear su propio lenguaje coloquial, lo que hizo fue intentar ocultar lo inocultable: la incapacidad de su administración para invertir el financiamiento público de forma honesta y transparente. Lo demás son simples pretextos.
Toño anda tan preocupado por elevar su IRN (índice de reconocimiento de marca o nombre), que exige a su dirigencia nacional del Partido Acción Nacional que la postulación a la candidatura de gobernador del estado (a la cual él mismo aspira) se defina bajo el criterio de encuesta, pasando por alto la valiosa opinión de una celosa militancia del PAN. Así de claro, Toño advierte a su líderes “que no se equivoquen, porque podemos fracasar”.
Se entiende la preocupación del alcalde de Aguascalientes. Se ve preocupado porque la mayor fortaleza del PAN radica en el derecho de sus militantes para elegir directamente a sus candidatos. Ni las encuestas ni los “animárboles” votan entre la militancia del PAN. Esa palabreja que se presta a especulación, tal vez se refiera a los rigores de las almas del purgatorio, que hacen la ronda pues el Comité Nacional del PAN instaló su órgano interno de combate a la corrupción con el consenso de la voluntad mayoritaria de sus miembros que apunta hacia la postulación de otro personaje distinto al alcalde.
Aún más confuso parece el papel que juega la diputada Sylvia Garfias, quien adopta un discurso insolente y ante la evidente falta de transparencia y rendición de cuentas de la administración municipal de Aguascalientes intenta ocultar un probable acto de corrupción que afectaría a Juan Antonio Martín del Campo, señalando que “son ataques para desacreditar al PAN ante los electores”. Sylvia quiere, pero no puede, ocultar las sospechas de enriquecimiento ilícito del hermano de Antonio, y fracasa al desviar la atención de la opinión pública de un tema de probable corrupción a un tema electoral con el falso argumento de que durante la administración de “la nueva política” se invirtieron millones de pesos en la Línea Verde para sembrar otra variedad de árboles ajenos a las especies de Aguascalientes, que al ser plantados sobre gasoductos (sic) ahora están muertos (resic), convertidos en “animárboles”. ¡Craso error!