La elección extraordinaria resultó de lo más ordinaria, tanto que nomás nos quedó espacio para La del estribo, de todas formas, una columna especulera como esta rinde sus colectivas manos a la frase que hoy todos traen en la boca: el resultado era obvio; o sea que todos sabían lo que iba a pasar, no importa que durante más de 180 días no se le concediera a Gerardo Salas Díaz (con todo y coalición con Nueva Alianza) la posibilidad de ganarle a Gregorio Zamarripa Delgado; a pesar de que durante la jornada electoral todos los partidos denunciaran irregularidades; incluso a pesar de que Miguel Ángel de Loera se sacrificara con el pretexto de que lo importante era mantener el registro del Partido del Trabajo más que ganar la diputación: con todo y que Movimiento Ciudadano y el Partido de la Revolución Democrática se desentendieran del proceso electoral; aun cuando el Humanista y Encuentro Social se empeñaran en ser la nulidad que deprecia el valor de la política ante los ojos de la ciudadanía… Hoy todos dirán que ya sabían el resultado. La elección no tuvo nada de extraordinaria, porque no habrá un verdadero análisis de lo que pasó; los chaparritos seguirán cotizándose altísimo a pesar de los resultados, Nueva Alianza se venderá como el que le dio el triunfo al panista, aunque haya aportado menos votos que la elección anterior, los del PRD y el Verde Ecologista venderán más caro su amor sin tener que explicar los sufragios obtenidos o cómo es que los votos nulos suman más de lo que estas franquicias pueden aportar en un maridaje. En el PAN, Paulo Martínez López adelantó la fiesta del triunfo y acompañado de Santiago Creel Miranda celebró que se habían ganado siete de los diez municipios en juego: Asientos, Calvillo, Jesús María, Rincón de Romos, San José de Gracia, Tepezalá y Pabellón de Arteaga. Mientras que en el PRI, tanto Abel Salgado Peña como Gregorio Zamarripa pasaron del respeto irrestricto a la voluntad popular a la patada de ahogado de llevar, otra vez, la elección a los tribunales. Hoy todos son unos campeones, todos sabían qué iba a pasar, que porque la victoria tienen múltiples padres mientras que la derrota es huérfana, a ese dicho popular sume la declaración de los petistas acerca de que lo más importante era que el PT pudiera conservar su registro para poder participar en la elección del 2016, ahí es cuando todos los que se sienten ganadores querrán ponerle su nombre al niño. Y en lo que la caballada flaca de todos los partidos ya bufa en el arrancadero, nadie, de nuevo, se preguntará qué fue lo que pasó realmente.
@PurisimaGrilla
Lo que pasó es que el PRI perdió rotundamente y no quiere aceptarlo.
Totalmente de acuerdo con el editorialista.
Pero al tener un gobernador así el PRI, no tiene control sobre su equipo, no tiene la sabiduría para conciliar intereses de su personal, “líder” del estado y del PRI, no se observa.
Un botón basta también, observen al CCE de Aguascalientes, donde todos están por su rumbo.
Es vergonzoso su actuación de Gobernador.
Su función deja mucho que desear.