Hace cinco años, el Instituto Cultural de Aguascalientes publicó y puso a la venta la reproducción de una fotografía panorámica tomada por Eugenio B. Downing una mañana de 1909 desde lo alto de la entonces única torre de la catedral. En la imagen de 90 por 30 centímetros, que cubre un ángulo cercano a los 270 grados, vemos una ciudad de Aguascalientes fantasmagórica y quieta que se antoja haber conocido.
Lo primero que llama la atención es la plaza, con su trazo original, el cual se conserva hasta la fecha, con todo y la reciente intervención de los arquitectos Arturo Revilla y José Luis Jiménez, y el artista Jan Hendrix, en donde hasta mediados del siglo XIX se mantuvo en pie el bello Portal de Jesús. En la foto de Downing notamos un terreno baldío en aquel lugar. A un lado, en Nieto y 5 de Mayo (antes calle del Obrador en este tramo), en contraesquina del Palacio de Gobierno, destaca la imprenta de un tal Pedroza, y a pocos metros uno de los tranvías eléctricos que, a decir de Gerardo Martínez Delgado en la descripción de la panorámica, comenzaron a circular en 1904. En la misma intersección de calles, pero donde hoy está el Quality Inn, puede apreciarse la casa que muchos hemos visto en El paso del viático (1840) de Egerton. De igual manera, asombra la visión del Hotel Plaza, que pronto sería demolido para levantar en su sitio el Francia, de Refugio Reyes. Y enfrente, sobre el callejón de Zavala, una gran casa que terminó por desaparecer a la hora de abrirse Madero un lustro más tarde. Ahí sigue el edificio del Banco de Zacatecas, también de don Cuco Reyes, que como se ve no fue pensado para ocupar una esquina.
Cientos de detalles por el estilo podemos contemplar en esta interesante fotografía que recomiendo conseguir en la librería de la Casa de la Cultura: las bancas de fierro y los árboles todavía chaparritos de la plaza, el antiguo Hotel París y su famoso Salón Fausto, la Botica del Refugio en 5 de Mayo y Madero, la casa que fue presidio y que aún luce el pequeño torreón del siglo XVI, el templo de San Antonio apenas acabado a lo lejos… Esta es la ciudad que le tocó vivir a José Guadalupe Posada, Saturnino Herrán, Ramón López Velarde y hasta Alejandro Topete del Valle; el Aguascalientes de los abuelos o bisabuelos de muchos; la ciudad de todos nosotros, que de algún modo continúa viva y que sólo el lector sabrá concluir si era mejor o peor que esta mañana a colores.