Hay de réplicas a réplicas, estimado lector. Cuando un movimiento telúrico se presenta esperamos su repetición o lo que es lo mismo una réplica, la gente entra en pánico y entonces protección civil hace su trabajo. Las réplicas de los jersey de los equipos deportivos que cuestan una buena lana, no es una repetición pero sí una copia autorizada de las prendas originales que utilizan los deportistas de élite; y las réplicas de las que quiero comentarle, las que ahora están en el Museo Descubre, sí, las de Da Vinci. Con una buena mercadotecnia y aprovechando la inercia de la visita de las verdaderas réplicas de este ilustre personaje a la mismísima región más transparente, nos deslumbramos, aprovechando nuestra ingenuidad y nuestro poco conocimiento del arte, nos dejamos llevar hacia el domo del parque. Ya estando en el recinto las cosas cambian, me refiero a que la expectativa de la exposición se modifica radicalmente.
Qué pensaría, querido lector, de una exposición que suena tan atractiva, con una taquilla instalada en una mesa binaria ubicada en la entrada del museo atendida por jóvenes entusiastas pero que les falla la matemática básica al momento de entregar el cambio, mala imagen, no cree. Una vez en la sala, esa que identifican como la de las artes, la otra es la de los proyectos científicos, las impresiones gráficas de las obras carecen de calidad, una de ellas fotografiada con todo y los bordes laterales de la “réplica original”, le aseguro que las impresiones en lona tienen mejor resolución; qué le cuento de las fichas técnicas; hasta el domingo pasado yo presumía identificar un país de nombre Francia pero Francias debe ser más grande en dimensiones geográficas o está en otro continente y mire que hasta foto le tomé a la ficha en cuestión, no vaya siendo que me tachen de inculto, si la información de la nueva nación la saqué del museo debe ser fidedigna, no cree. Al llegar a la sala donde se exhiben las réplicas de los prototipos de los inventos de este gran visionario nos topamos gratamente con más jóvenes entusiastas en su papel de guías de museo; seguros de sí mismos, con el aplomo que identifica al que domina el tema, iniciamos el recorrido, si me pregunta cuál parte es la que más me gusto le puedo asegurar que fue aquella donde mi guía experimentado explicó magistralmente el prototipo de tanque de guerra para ocho súper héroes… Bueno, eso dijo él, de hecho hizo una comparación de tal artefacto con el caballo de Troya donde viajaban “súper héroes”, la verdad me quede con las ganas de preguntar si eran de Marvel o de DC Comics, no iba a exponer mi ignorancia frente al respetable y culto grupo de visitantes, balconear falta de expertise en el mundo del cómic, nunca.
Para cerrar con broche de oro mi guía comentó que el mural de la última cena está sobre un mural… bueno, ahí se lo dejo.
No fue una grata visita, cuando encontramos a personal del museo para retroalimentar nuestra experiencia argumentaron que es una exposición ajena a ellos, por lo tanto no tienen nada que ver; desafortunadamente los del domo son quienes dan la cara, los visitantes entendemos que si está en el Descubre es del Descubre. En fin, no quería dejar pasar la oportunidad de relatar mi paseo dominical por Da Vinci, ojalá don Oscar Delgadillo fuera mi lector para que tomara cartas en el asunto y así no opacar su chambra frente al querido museo interactivo.
Y hablando de lectores, el pasado 9 de noviembre se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015 y qué cree, los mexicanos ya leemos 5.3 libros promedio al año, claro, primero vemos televisión y hasta hacemos deporte. De la cifra que nos presentan dicen que el 3.5 lee por gusto y el 1.8 por necesidad.
Otro dato importante que la Unesco saca a la luz pública es que los libros más socorridos por nosotros los nobles son; bueno, qué podíamos esperar, ante todo la fe, obvio La Biblia con todo y lo complejo que puede ser un análisis hermenéutico de este texto. Después de purificar el alma abrimos la doble moral y preferimos las Cincuenta Sombras de Grey, ya sabe, pasamos de la fe a la lujuria con singular alegría, pero bueno, no nos pongamos exigentes, ya estamos leyendo y no es el Facebook; después de estos dos bestsellers nos vamos con don Gabo, algo de realismo mágico para contrarrestar el intento de pasión y erotismo, entre nuestros gustos aparecen los ya clásicos 100 años de soledad, obligado en la escuela secundaria o la preparatoria pero releído por gusto, eso espero. En la lista se cuela un piloto francés, después de que su obra maestra se proyectó al mundo y disfrazado como literatura infantil aparece El principito, del capitán de Saint-Exupéry, le sigue Crepúsculo y Juventud en Éxtasis. El chiste es que esos datos nos ubican como el segundo país lector de América Latina, ¿Será cierto? Yo digo que no, nos falta mucho trabajo en casa que nos permita tomar sin reservas un libro e interactuar con el.
Les vamos a recomendar a los de Vive Unid, que andan promoviendo valores entre sus alumnos y el público en general, de hecho precisamente ayer presentaron el programa que lleva ese nombre y que pretende permear dentro de la población de toda la República valores básicos pero que con un enfoque innovador dan sentido a cada uno de ellos.
De las borracheras ni le cuento, mejor le digo que se cuide de los alcoholímetros o de plano no tome ni una sola gota de alcohol cuando lo inviten a las carnes asadas, no vaya siendo que lo paren y como usted no es funcionario político me lo detengan por más tiempo. Recuerde que en el partido de todos no hay espacio para bebedores compulsivos, pronto habrán vacantes en muchos puestos.
Twitter: @ericazocar
