- La maleta con el archivo gráfico más importante jamás encontrado sobre la Guerra Civil española
La famosa maleta mexicana desapareció en Francia en 1937 y reapareció en un pequeño clóset de la colonia Condesa en la Ciudad de México en el año de 2007 y contenía cerca de cuatro mil 500 negativos de los fotógrafos Robert Capa, David Seymour “Chim” y Gerda Taro y es tal vez el archivo gráfico más importante jamás encontrado sobre la Guerra Civil española.
Una vez terminada la contienda civil en España, los negativos fueron resguardados en París por Imre “Chiki” Weisz, amigo de juventud de Capa y su laboratorista de cabecera. Sin embargo la entrada de los nazis a la capital de Francia en 1939 obligó a Weisz a una huida precipitada de la cual sólo pudo rescatar estos negativos, que pasaron de mano en mano hasta terminar en la Ciudad de México.
Curiosamente, y como se puede ver en el documental que sobre el tema realizó la cineasta Trisha Ziff, las maletas fueron descubiertas en la casa del general Francisco Aguilar González, quien había sido embajador de México ante la Francia de Vichy, a escasas cuadras de la casa en donde el fotógrafo y laboratorista Weisz vivía con su esposa, la artista y escultora Leonora Carrington, en una broma cruel del destino.
Los negativos rescatados terminaron en Nueva York en el Centro Internacional de la Fotografía, institución creada por el hermano de Robert Capa. Todo este entramado le sirven de telón de fondo y material al periodista Guillermo Chao para dar forma a su novela La maleta mexicana (Editorial Planeta), para construir una historia apasionante y divertida que tiene como eje rector a la figura del periodista y poeta mexicano Renato Leduc, quien fuera esposo de Leonora Carrington y que jugará un papel importantísimo en el asilo y migración hacia México de miles de judíos y ciudadanos europeos que escapaban del horror nazi. Renato Leduc se convierte en la obra de Chao en una figura mítica, divertida, bohemia, que encanta con su facilidad de palabra y su curiosidad intelectual.
“Entre el 2009 y el 2010 produje una serie de televisión que se llamó Historia de una foto, y el primer capítulo se hizo sobre una foto de Robert Capa y la maleta mexicana, y después de hacer la investigación de ese capítulo me quedo muchísimo material, pensé en hacer un reportaje pero se fue alargando y me di cuenta de que tenía el material para una novela, lo cual me hizo cambiar la forma narrativa y ubiqué como eje de la novela a este objeto que es al mismo tiempo una metáfora que es la maleta mexicana, que es un objeto histórico con un gran mito en torno a él y tracé vidas paralelas que se empiezan a cruzar, que harán convergencia gracias a la maleta, y esas vidas paralelas son la de Renato Leduc, Leonora Carrington, de Imre Weisz, el exembajador de México en la República de Vichy, el general Francisco Aguilar González. Es un libro en el que se habla poco de Capa y poco de la misma maleta, porque decidí contar lo que no estaba contando y abordarlo desde otro punto de vista, es un libro que tiene mucha investigación profunda sobre esto, pero quería abordarlo desde otro punto de vista, porque conozco el desenlace, y decidí la parte en donde aparece el negativo de la famosa fotografía de “Muerte de un miliciano”, porque las últimas personas que vieron la maleta dijeron que no estaba en la maleta, pero me tomé una licencia y por supuesto es una ficción”. Nos cuenta en entrevista el también profesor universitario, guionista de televisión y ganador del Premio Internacional de Periodismo Aladi-Bank of Boston y del Premio de Televisión Pantalla de Cristal.
Javier Moro Hernández (JMH): Se conoce mucho sobre la vida de Capa, sobre la vida de Leonora Carrington, por supuesto de Renato Leduc, sin embargo la estructura de la novela le permite al lector ingresar a ese mundo intenso previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial, verlo con sus propios ojos y desmenuzar lo que vivieron estos grandes personajes históricos.
Guillermo Chao (GC): Siento que predomina en el libro las técnicas periodísticas sobre las literarias, eso es lo que he hecho toda la vida, por lo que no me extrañaría que la conclusión fuera eso. Intento hacer una novela amena, hay personajes muy divertidos como el caso de Leduc que tenía un sentido del humor extraordinario, que espero haber logrado retratar, además de que corría un riesgo de que la novela se centrará sólo en Leduc, que era un personaje muy atractivo y termines por banalizarlo, y la verdad es que era un poeta extraordinario y el peor error que puede uno cometer con su obra es banalizarlo.
JMH: El personaje de Leduc juega un papel muy importante en la novela, es un personaje bisagra, por llamarlo de alguna manera, que orienta la vida de los otros personajes, pero que además en la vida real fue un personaje muy particular, que jugó un papel esencial en la migración europea hacia México durante la Segunda Guerra Mundial.
GC: Leduc era un personaje muy particular, con un sentido del humor muy agudo y siempre despierto, tuve la suerte de conocerlo, no de ser su amigo porque Leduc tenía muchos conocidos pero pocos amigos, pero era una persona muy accesible y el haberlo tratado tal vez me haya facilitado proyectar lo que intenté hacer con él, siempre me ha parecido que es un poeta poco valorado en México, por muchas razones, él no pertenecía a capillas, grupos de elogios mutuos, era todo lo contrario a eso, los evitaba, incluso como tenía mala leche y de los que no le gustaban despotricaba y no tenía pelos en la lengua para decirlo, por lo que nunca se integró a esos clubes literarios, fue muy solitario pero leía mucha poesía, sabía mucho de eso, conocía sobre la poesía que se estaba haciendo en México y como periodista le dieron dos veces el Premio Nacional de Periodismo, y es algo muy poco conocido de él pero jugó papeles muy importantes durante su paso por las embajadas mexicanas en Europa, pero siempre lo hizo con ese aire juguetón que siempre abordaba, como no tomando las cosas muy en serio, estoy seguro de que jamás se sintió que estaba haciendo un acto heroico.
JMH: Sin duda el valor que tuvo la migración europea hacia México en esos años es un acto trascendental a nivel humanitario, pero también a nivel cultural por la cantidad de artistas, escritores que lograron huir del horror nazi y que encontraron en México refugio, y que lo enlazas en tu novela con el valor artístico y cultural de La maleta mexicana.
GC: Es que al final de cuentas la maleta mexicana es una exiliada más, una refugiada más, sólo que no sabíamos qué estaba aquí, pero llega en las mismas circunstancias en la que llegan a México miles de refugiados que están huyendo del nazismo, de la persecución política, así viene a dar a México en donde estuvo sesenta y ocho años, gracias a que quien se la trajo más que preservarla quería esconderla, sobrevivió, pero de todas maneras habrá que agradecerle que haya hecho eso porque de lo contrario esto se habría destruido, y este hermoso e impresionante archivo sobre la Guerra Civil española, porque son el testimonio gráfico más importante sobre la guerra en España, es la unidad más grande sobre ese hecho histórico. Se corrió con mucha suerte para preservarla y para encontrarla después, porque quizás la viuda la pudo haber tirado a la basura y jamás la hubiéramos recuperado.
JMH: Sin embargo al final de cuentas la maleta y todo el archivo gráfico que contiene no termina en México, por desgracia, termina en manos de un instituto norteamericano encargado de preservar la obra de Robert Capa.
GC: En todas las guerras hay expolio, hay despojo, y los nazis tenían cavernas llenas repletas con todo el arte que se robaron de Europa entera, esto ha sucedido toda la historia, pero eso me hace preguntarme ¿Por qué la maleta termina en un instituto en Nueva York, cuando estuvo en México tanto tiempo? Es sólo una pregunta, la dejo al aire, pero creo que es importante.
JMH: También en ese sentido el retrato que hace de Imre Weisz es muy importante, “Chiki” Weisz, un personaje sumamente importante en la carrera de Capa, gran amigo de él, la persona que trabajaba con él en el laboratorio, esposo además de Leonora Carrington, pero que mantuvo un perfil muy bajo todo el tiempo que vivió en México, nunca alardeó de todo lo que había hecho y logrado en Europa.
GC: Existe un documental sobre este mismo tema que se llama igual La maleta mexicana dirigido por Trisha Ziff, en donde hay una entrevista con el hijo mayor de Leonora y “Chiki” en donde dice que ni ellos lo sabían, que su padre jamás lo comentó, en México alguien le dijo que si quería volver a vivir tenía que matar su pasado y eso es lo que hizo, mató su pasado, si él hubiera dicho quién había sido en Europa seguro hubiera encontrado un muy buen trabajo, pero él jamás lo dijo, mató por completo su pasado y se dispuso a vivir una vida completamente diferente. Y era completamente opuesto a Renato Leduc, y eso me permitió contar la historia, porque además estuvieron casados los dos con Leonora Carrington, lo que resulta muy interesante porque eran como la noche y el día, algo que te hace preguntarte ¿Qué atrajo a Leonora de uno o del otro? Pero así es la vida, los opuestos se atraen y en circunstancias bélicas a veces desarrollas personalidades y necesidades que a veces no son las tuyas y al hacerlo de esa manera te transformas en muchos sentidos.
JMH: Weisz y Renato juegan un papel completamente opuesto, son como espejos encontrados, pero el general Aguilar, que fue embajador de México en la Francia ocupada por los nazis y el Cónsul Bosques, que juegan papeles políticos completamente opuestos en esos momentos de riesgo y de peligro para miles de personas.
GC: Y en el caso del general Aguilar tratando de sacar ventaja económica de la necesidad de huir de miles de personas que buscaban en la embajada de México una oportunidad de huir, de escapar de las garras nazis. Pero no fue el único, hay que decirlo, en la novela aparecen otros casos de políticos que intentaron hacer lo mismo. Además el general Aguilar tenía un pasado escabroso, que siguió teniendo casi al final de su vida y que además se le vincula con el tráfico internacional de drogas utilizando su pasaporte diplomático para trasladar los narcóticos de un país a otro, algo que está documentado, lo hicieron diplomáticos de varios países de América Latina, pero claro el estigma era otro en ese momento, no había tanta condena, tanta vigilancia.