Durante estos días finales de octubre nos encontramos, como se dice coloquialmente, de manteles largos, por el aniversario número 440 de la fundación de la ciudad de Aguascalientes y por cumplirse quince años de la creación del Instituto Estatal Electoral.
Hablar de estos temas nos da la idea, en una primera instancia, del festejo, de la celebración. Si reflexionamos un poco nos habremos de dar cuenta que el hecho de una fundación también nos remite al hecho de innovar, de ser pionero.
Cuando se presenta la oportunidad de hacer algo por vez primera sabemos que las ideas se agolpan y el temor al fracaso es persistente. Pero de la misma manera, el entusiasmo por emprender, el esfuerzo que necesariamente acompaña a la visión y la satisfacción que da el ver el resultado cristalizado, es lo que permiten que vivamos siempre en pos de nuevos retos.
Ser pionero, en el campo que sea, implica además sentar las bases de la innovación. Es cierto que había ciudades ya fundadas en territorio virreinal, pero ninguna con las condiciones de Aguascalientes. Es cierto que el Instituto Estatal Electoral se funda sobre las bases de un Consejo previamente existente, pero se tuvo que construir el andamiaje institucional para dotar de estructura al máximo órgano decisor en materia electoral del estado.
El mayor éxito de las obras creadas por los pioneros, es la supervivencia de éstas sobre aquellos. La ciudad tuvo entre sus fundadores y primeros pobladores a don Juan de Montoro y su esposa doña Catalina de Ayala, y aunque los primeros años fueron difíciles, como regularmente son los inicios, la ciudad se supo sobreponer a las adversidades, guerras, epidemias, sequías, y aún así trascender. Superar en vida a sus creadores.
Hoy la ciudad, a 440 años de aquel 22 de octubre de 1575 es una ciudad viva. Cimentada en su traza original, ha crecido de manera tal que se pueden apreciar construcciones modernas conviviendo con edificios tradicionales. La ciudad respira, crece, está en constante desarrollo. Siempre es grato recorrer su centro histórico, andar por sus calles, degustar un platillo típico, o detener por un momento la rutina y admirar un atardecer hacia el Cerro del Muerto.
A la par, el Instituto Estatal Electoral, joven aún, va emprendiendo su camino de crecimiento habiendo ya superado el paso de cuatro consejos anteriores al que hoy lo encabeza. Y ambos puntos, ciudad e Instituto, convergen de muchas maneras. Una de las atribuciones que tiene el Instituto por virtud legal es el de la promoción y difusión de la educación cívica en el estado.
Tradicionalmente, el trabajo educativo que se da por parte del Instituto Estatal Electoral es entre la niñez, a través de programas que complementan la formación escolarizada con prácticas sobre temas que atañen valores a través de los cuales se ejerce la democracia, como el patriotismo.
Momentos como este, donde se realizan eventos que conmemoran la fundación de la ciudad, resultan propicios para que niñas y niños dimensionen la importancia del sentimiento que se genera de manera natural por la tierra, en muchos casos natal y en otros adoptiva, en la que viven.
Así, no solamente promovemos que la niñez conozca a los fundadores de Aguascalientes, el ya mencionado Juan de Montoro, Gerónimo de la Cueva o Alonso de Alarcón, sino también que sepa que existe un Himno en Honor a Aguascalientes compuesto por Esteban Ávila, o que sepa la ubicación de los municipios, aspectos históricos relevantes, sus personajes ilustres y hasta la explicación de su escudo heráldico.
Ejerciendo este valor también se es democrático. Muchas de las ocasiones identificamos a la democracia en su faceta electiva, y dejamos de lado la participativa. Una de las reflexiones que nos quedan es conmemorar los aniversarios reconociendo a quienes tuvieron la visión de emprender, revisando con espíritu crítico las acciones realizadas, y asumiendo que hay muchas más por realizar en pos del engrandecimiento de las instituciones que siempre serán más importantes que las personas que las integramos.
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