Yo no quería ver The Martian porque me parecía una gringada. Simplemente el hecho de que Matt Damon estuviera en el espacio y Jessica Chastain en una especie de cabina, me lucía como una especie de remake perverso de Interstellar con todo y el “Dr. Mann, you’re here, you’re a hero”. Me chute un trailer. Ah, mira, Jeff Daniels, The Newsroom turururu, gran actor. Y básicamente todos los intérpretes de tus series de cable o temporada de premios favorita. Más allá de eso, me encantó saber que no sería un montaje solemne como en la película de Nolan o una cinta de ¿aventura? como Gravity. ¡Es gente agradable haciendo cara de asustados en una situación inhóspita donde todos se ayudan!
Lo anterior no sabía cómo definirlo hasta que vi un artículo en Vulture dónde se habla de que tanto en The Martian como The Intern tratamos con gente buena que simplemente quiere echar la mano a otras personas. No hay antihéroes, ni cretinos, ni burócratas o gente acaudalada que quiere destruir el barrio. Algunos pueden angustiarse por la secuencia del inicio, donde Matt Damon se opera a sí mismo para salvar la vida, pero fuera de eso no hay algún susto o angustia real. Claro, crees que se puede morir pero naturalmente es un problema a lidiar en los últimos cinco minutos de la película. De verdad es refrescante no tener un conflicto marca Pixar, con todo y la redención o el malvado que separa a los enamorados. Supongo que esto se suma a la tendencia no tan reciente del cine como espectáculo y no necesariamente un vehículo para la historia en tres actos. En columnas pasadas hablamos de cómo las sagas tipo Hunger Games ni siquiera terminan la historia o que El Hobbit es como un ride sin sentido que es impresionante de ver en una sala con palomitas. ¿Qué me dicen de las películas indie y sus no-finales o final-final donde pasa algo desconcertante y nos vamos a negros?
En los comentarios de blogs existen los que afirman que ya habíamos visto la anécdota de The Martian, con todo y los papeles volando al momento de la victoria en el centro de comando de la NASA. Por eso mismo, insisto que lo padre no es el final del viaje, sino lo que podemos ver por las ventanas. Carajo, no tenemos que ser tan amargados como audiencias. No es lo mejor de Ridley Scott, y se los dice alguien que ama el farolismo de Prometheus, tal vez hasta podemos ver esto como una distracción para que el señor por fin se dedique a sacar algo de Alien o la secuela de Blade Runner. Pero Scott un director con más gracias que el 99.9% de sus colegas, así que tenemos un viaje bastante placentero. Con música disco, que en lo personal me encantó aunque eso sí fuera una gringada.
Bocadillo: En el periódico, ya Agustín Fest habló de lo genial de Mr. Robot. Yo apenas la vi por recomendación de Uziel Palomino y está en empate con Halt and Catch Fire para ser mi serie del año. Me parece que algunas cosas son demasiado cliché, ya saben, el lingo de hacker y demás esfuerzos demasiado efusivos por parecer auténtica, pero es un producto que me ha incomodado y puesto a pensar acerca de qué rayos quiero con mi vida. ¿Ser un esclavo de los bancos? ¿Seríamos mejores sin deudas? ¿La gente trabaja por cosas que no necesita? Sí, igualito a Fight Club, pero ruego e imploro que dejemos los finales de lado y nos concentremos en el paisaje que hay por la ventana a 100 km/h.
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