Con la muestra que viene o Tratando el teatro local - LJA Aguascalientes
17/11/2024

Por Heriberto Béjar Méndez

“El suceso teatral” es algo mucho más amplio, más complejo e, incluso, más sublime que la representación de una obra sobre el escenario. Más allá del montaje mismo, implica una experiencia todavía más profunda que involucra conocer lo que nos lleva a hacer teatro; es decir, entender para qué, cómo, con quiénes y para quiénes lo hacemos. Es el análisis objetivo de los compromisos éticos, estéticos y técnicos que adquirimos de modo consciente al construir teatralidad, aquellos a partir de los cuales, en nuestra calidad de creadores, nos sirven para fundamentar lo que proponemos desde el escenario.

El recién sucedido Encuentro Estatal y la Muestra Nacional de Teatro (MNT) de la que seremos sede en noviembre próximo, no deben ser tomados únicamente como una abundancia de cartelera, por encantador que ello resulte. Para quienes a esto nos dedicamos, verlo así sería reducir una oportunidad sumamente relevante para meditar seria y decididamente sobre el teatro que hacemos en Aguascalientes. Porque precisamente una de las primeras necesidades del teatro local debe ser admitir que ha llegado el momento en que lo importante no es cuánto teatro exista, sino el tipo de teatro que es y lo que aporta en razón de una identidad artística. Para quienes urgen asumir la condición de una “comunidad teatral” con la prisa de levantar combates caprichosos a diestras y siniestras, será ineludible reconocer que no hay trinchera más significativa que ser, primero, reflexivos sobre lo que hacemos; la verdadera “comunidad” no debe estar basada en el sobado ejercicio de las quejas unísonas, la adjudicación de culpas ajenas y las rivalidades pueriles, sino en el trabajo que hacemos, el modo en que lo analizamos y la manera en que, desde ahí, logramos que crezca y evolucione.

“La 36 MUESTRA será un encuentro de naturaleza híbrida, que reúna las características de programación, intercambio de experiencias y reflexión conjunta. Lo principal es su ejercicio de traducción y vinculación entre los creadores del teatro y los diferentes públicos, para construir conocimiento, articulación e impulso de nuevas plataformas, en un ambiente que fomente nuevas ideas, una crítica con objetivos claros y la transmisión de experiencias entre grupos, hacedores y de una muestra a otra”. (36 Muestra Nacional de Teatro. Convocatoria 2015). De ahí, que los encuentros llevados hasta ahora con la Dirección Artística de la trigésima sexta Muestra Nacional de Teatro han abierto la invitación de descubrir lo que de verdad nos une y lo que nos diferencia dentro de un quehacer profesional que es la base de erigir una creación artística, indagar el modo específico en que lo intentamos y descifrar la manera en que invariablemente eso involucra a quienes ocupan una butaca. Encontrarnos y dialogar, reconocer nuestro espacio determinado, ubicar nuestro tiempo concreto, tener hallazgos que nazcan de una autocrítica honesta y encontrar caminos que nos lleven a mejores resultados a partir del teatro que construimos.

La MNT tendrá una “línea curatorial” con el tema específico de Teatro y teatralidad en Aguascalientes. Expertos en artes escénicas, creadores teatrales de reconocida trayectoria, investigadores del arte y la cultura, críticos especialistas y sobresalientes ejecutantes de todo el país se reunirán para observar tanto los trabajos como sus métodos y así, abrir sumergirnos en un estudio genuino a partir de parámetros concisos, rutas, teorías, exploraciones, construcciones, deconstrucciones, cánones y vanguardias. Se articularán cuatro ejes principales: 1. Los creadores y sus ideas, procedimientos, tendencias y acciones;  2. Los modelos de producción, redes, estrategias; 3. La formación y relación con los diferentes públicos y; 4. El estado sede y las posibilidades del desarrollo regional.  ¿Cuál es el lugar que tomará Aguascalientes bajo estos perfiles tan perfectamente definidos? es decir, fuera de romanticismos y discursos autocomplacientes, ¿cuál es el teatro local que ubicaremos sobre tales plataformas? De ahí la necesidad de autoanalizarnos de manera decidida; no hay nada de malo en eso, no debe causarnos espanto ni antipatía. No hay intención de herir, discriminar o distanciar a nadie, pero tenemos la obligación de elevar la dignidad profesional del teatro aguascalentense a partir de distinguir la concepción que el arte representa en la más estricta de sus connotaciones, que también, por supuesto, tiene más allá de los terrenos de la sublimación subjetiva y el entretenimiento pasajero.  

Luz Emilia Aguilar Zinser (egresada de la carrera de Literatura Dramática y Teatro, de la UNAM; de amplio currículum y quien actualmente publica la columna “Horizontes Imaginarios” en el periódico Excélsior con crítica de teatro y análisis del devenir cultural en México) sostuvo los primeros acercamientos con las y los hacedores de teatro en el estado, presenciando nuestros trabajos, con ánimo de conocer sus procesos y entablar los primeros análisis a partir de la exposición de nuestros argumentos teatrales. Ha sido un primer paso contundente, el cual debió dejarnos con profundas reflexiones pendientes, pues en este ejercicio de arranque, nuestros principales contratiempos no tardaron en aparecer: no hay participación numerosa sino apenas representativa, fácilmente nuestros argumentos divagan y se dispersan, confundimos continentes y contenidos, sostenemos una tendencia de responsabilizar de nuestros resultados a terceros agentes, creemos que nuestros procesos creativos son certeros conforme su teoría pero olvidamos evaluar imparcialmente su puesta en práctica, rápidamente abordamos lo que nos distancia en lugar de lo que nos acerca, perdemos tiempo en exponer lo que nos pasa en lo individual sin concebir plataformas que involucren intereses realmente colectivos, nos irrita la afrenta que en todos lados suponemos y nos ofende el cuestionamiento directo sobre el verdadero resultado de lo que hacemos. En fin, tampoco hay que encender hogueras por ello. El teatro es el terreno de lo humano; está hecho por humanos, para humanos y desde las maneras humanas que poseemos. No es redundar sus atributos, sino advertir que no debe horrorizarnos el hecho de aceptar nuestras carencias y asumir los peligros que provienen precisamente de nuestra humanidad imperfecta. Pero tampoco debemos ocultarnos la verdad y evadir la responsabilidad de mejorar lo que hacemos. En una invitación al estudio conjunto, a la deliberación compartida y al debate colectivo, tenemos la obligación de demostrar que estamos a la altura de sostener una conversación de nivel. El nivel de lo valioso, de lo efectivo, de lo productivo, nada más, pero tampoco nada menos.

¿Qué tipo de teatro hacemos?, ¿es el teatro que podemos o el teatro que queremos?, ¿cuál es nuestro teatro ideal y qué nos hace falta específicamente para conseguirlo? El teatro que hacemos ¿De dónde proviene?, ¿qué teatro vemos?, ¿cuáles son nuestras referencias teatrales?, ¿contra qué contraponemos el teatro local?; es decir, ¿con qué lo comparamos? El teatro que hacemos ¿Cómo es?, ¿cuánta producción independiente hay y cuánta está supeditada a los apoyos institucionales?, ¿con qué nivel de eficacia desarrollamos nuestros propios proyectos?, ¿tenemos conocimientos suficientes para hacerlo de ese modo?; si no es así, ¿sabemos de dónde podemos obtenerlos? El teatro que hacemos es resultado de un proceso de creación artística?, ¿o nace sólo del conjunto de nuestras “intuiciones escénicas”?, ¿qué sabemos sobre escenotecnia, iluminación, manejo de espacios teatrales, diseño de vestuario?, ¿qué tanto nuestro teatro local está enriquecido por cursos, talleres, actualizaciones? ¿Estamos creando un verdadero lenguaje teatral? ¿Nuestro teatro está basado en la búsqueda de códigos y símbolos escénicos? En tal sentido, ¿exploramos posibilidades que no hemos probado?, ¿montamos sobre lo literal de un texto o buscamos una “propuesta de autor” en la dirección? ¿Qué ejercicio de diálogo y retroalimentación existe a partir de nuestros trabajos teatrales?, ¿hablamos entre nosotros sobre ellos y nos compartimos experiencias?, ¿analizamos en lo colectivo lo que hacemos en el escenario?, ¿poseemos una línea de crítica teatral a la que reconozcamos conocimiento suficiente para ser una referencia del teatro local?, ¿qué se necesita para conseguirla o enriquecerla?, ¿qué relación tenemos con el espectador?, ¿qué tipo de canales de comunicación abrimos con el público de nuestros montajes? ¿Qué sucede con las nuevas generaciones de teatro local?, ¿qué están aprendiendo las nuevas generaciones que estudian teatro?, ¿qué líneas académicas, de rigor y disciplina existen en las plataformas docentes?, ¿qué diferencias existen entre el teatro de generaciones anteriores y el teatro de generaciones actuales?

El teatro en México transita por circunstancias similares, tiene terrenos que nos resultan comunes y nos enfrentamos a problemáticas semejantes, de modo que no debemos partir de la desesperanza ni de suponer que cargamos con problemas exclusivos. Pero debemos abocarnos a lo propio y mirar nuestro teatro de frente, amorosamente, fría, generosa y comprometidamente, nombrar a las cosas por su nombre e identificar qué le involucra, qué le estorba, qué lo daña y qué esencialmente lo enriquece. No es una revisión de artificios, una medición de popularidades o un comparativo de éxitos en taquilla, sino develar la profunda razón por la que convocamos al teatro y el lenguaje artístico que estamos forjando al hacerlo. Nuestras conclusiones deben ser producto de una análisis conjunto para después, sin duda, trasladarse al campo de las acciones compartidas también, superando panfletos fáciles y embestidas que gustan sólo echar por tierra todo. No hay nada más triste y destructivo para nuestro teatro que las ofensas rabiosas y los ataques gratuitos, las envidias sin razón y las rivalidades salidas desde los arranques personales, las tenebrosas manipulaciones desde escondites cobardes y las intenciones de devastarlo todo por mala entraña.

El teatro local continúa por un camino arduo, único y nunca sencillo; aquel que se va transitando gracias al esfuerzo de mucha gente, resultado de apuestas comprometidas y la admirable herencia del trabajo de personas apasionadas que lo fraguaron desde hace muchos años, como también de quienes vienen y se suman desde fuera. De quienes amorosa y arrojadamente toman la responsabilidad de hacer, analizar y promover un “suceso teatral” en toda la extensión de la palabra, con el respeto de saber que encima de unas tablas siempre se debe ofrendar no sólo el corazón, sino el más honroso de los empeños.


 


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