Liderar administraciones públicas en estos momentos es una tarea difícil y compleja: la inversión directa extranjera asoma sus orejas a un alto costo para el erario de los contribuyentes, como es el caso de Nissan en Aguascalientes, al que subsidiaremos con 100 millones de dólares; otros nuevos empleos se anuncian pero están a la espera, todavía no se reflejan una tendencia consolidada en las mediciones del INEGI; los salarios bracean entre los pocos centavos y los escasos pesos; la inseguridad es tan pública como la luna; y los muertos ofrendados, más de 50 mil, por la guerra contra la delincuencia organizada pueblan los cementerios del país.
Algo tendrán que hacer algunos gobernantes para revertir los números negativos entregados en la reciente elección federal, porque los votos en contra de su partido obedecieron a la evaluación que los ciudadanos hicieron de sus gestiones estatales y municipales. La sanción en las casillas agarró parejo. No vio partidos, menos colores. Fijó la mirada en las políticas insatisfechas para manifestar su repudio y fortalecer a las oposiciones ávidas de capitalizar los horrores ajenos.
Llaman la atención los malos resultados electorales obtenidos por una parte de la nueva generación del PRI, integrada por jóvenes nacidos en los años 60, de juvenil rostro, afeitada barba, redondas facciones, abultado vientre y cuestionado proceder que mandan en Nuevo León, Veracruz y Quintana Roo; antiguos bastiones del priísmo, ahora maltratados por las pésimas calificaciones de Rodrigo Medina, Javier Duarte y Roberto Borge, respectivamente.
Este último, por ejemplo, le entregó a su partido la derrota de Peña Nieto ante López Obrador; fue uno de los seis gobernadores tricolores, de los 21, que perdió por obra y gracia del delicioso placer que regala la mejor calidad de vida: gastar el dinero ajeno.
Roberto Borge Angulo nació en Cozumel. Es el séptimo gobernador de Quintana Roo. Egresó del Tec de Monterrey, donde la vida sí vale mucho. Le distingue el buen gusto. Cree en la majestuosidad de la globalización. Conoce de la redondez de la Tierra. Supone del mandato divino para recorrerla varias ocasiones con cualquier pretexto, que nada se parece a la fundada justificación.
Mientras que la pobreza lacera a 57 millones de mexicanos, el góber frecuente ha viajado en cuatro ocasiones a España en 15 meses. Ni modo, le subyuga la tierra de nuestros antepasados. Lleno de energía recorre Madrid, Valencia, Sevilla y las Islas Baleares. Va de la Feria Internacional de Turismo a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, del Salón Internacional del Caballo de Pura Raza Española (¿acaso serán caballitos de mar como el Atlante?) al estadio futbolero del Mallorca.
El cuarto viaje se lo regaló el reciente 17 de julio, probablemente para celebrar la derrota de Peña Nieto ante López Obrador en Quintana Roo, y que el mexiquense (33.26 por ciento) superó la votación obtenida por Roberto Madrazo (32.26 por ciento) por apenas el 0.17 por ciento, seis años después. Desastroso el resultado, si se considera que EPN obtuvo la presidencia y RM cayó al tercer lugar en la contienda contra Calderón, que por cierto, realiza vuelos trasatlánticos, en promedio, una vez cada dos meses y medio, mientras Roberto Borge lo hace cada cuatro.
El gusto de pagar con dinero del contribuyente no es privativo de algunos ejecutivos estatales; en Durango, el alcalde de la capital y ocho ediles del Cabildo pertenecientes al PRI, PAN, PRD y PT, pasearon en marzo también por Barcelona con el dinero aportado por los alacranes a la tesorería municipal, para pagarse boletos de teatro, avión y espectáculo flamenco, baños saunas, cremas, lociones y jabones, pantalones, calcetines y hasta ropa interior (Reforma, 18/7/12). Seguramente, esta última no correspondía a la popular marca Rimbros, sino a boxers comprados en el envolvente corte inglés.
La epidemia avanza. Se bajan escalones. El informe de Transparencia Internacional 2011 ubica a México en el lugar 100 con 3 puntos. La organización utiliza la escala de 1 a 10 puntos para medir la corrupción en más de 180 naciones. Los primeros de la lista (Nueva Zelanda, Dinamarca y Finlandia) son los más cristalinos. Los últimos de la tabla tienen la uñas más largas y las manos muy sucias (Somalia, Corea del Norte y Myanmar). En América, Chile se distingue por su limpidez (7.2 puntos) y Venezuela por su opacidad (1.9 puntos).
Más allá del marco normativo, gobernantes y políticos deberán, algún día, observar el Código de Conducta para hacer del servicio público una línea recta trazada con el clarión de la limpidez, la ética, la moral, la integridad y los valores supremos del ser humano. Ojalá sea pronto.
Porque alguien tiene que escribirlo: al panista Paco Dávila García lo nombraron subdelegado del Fovissste en Aguascalientes. Fue aquel secretario de Turismo, en la administración de Luis Armando Reynoso, que además de cargarle el portafolio al gobernador en el DF, se comprometió a transformar nuestro río San Pedro en la Venecia de América. Seguimos esperando los botes negros con sus largos remos, los vistosos gondoleros y el caudal de agua, por supuesto. Pobres burócratas. Ni modo.