Cena mexicana / Cocina política - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Nada de dietas ¿eh? Hoy es día de una deliciosa cena mexicana en familia, o con los amigos o de plano con algunos conocidos con tal que estén dispuestos a pasarla bien y festejar el 205 aniversario del inicio de la guerra de Independencia de México.

Este día las amas de casa nos afanamos por brindar lo mejor de nuestra cocina y nuestra casa. Como buenas mexicanas nos gusta recibir y consentir. Lo primero que preparamos es una bonita decoración mexicana en casa: papel picado, rebozos, sombreros y serpentinas de papel con los clásicos colores verde, blanco y rojo. Infortunadamente este año nos está prohibido a las amas de casa hidrocálidas lucir como ornamento los tres colores, y para no tener problemas con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que puede considerar que nuestros invitados serán influenciados para votar por Goyo Zamarripa, mejor “vestimos” la casa de dorado que es un color sin tendencia política, bueno, siempre que los magistrados Nava, González y Carrasco no consideren que se manipula el voto a favor del aspirante a la presidencia de los Estados Unidos de América, el magnate xenófobo Donald Trump, por aquello de su característico pelo dorado. ¡Hágame usted el favor!

¡A las aguas! Lo siguiente a disponer son las típicas aguas frescas: de alfalfa -con un toque de piña y pingüica-, de horchata (queda más blanca si se le agrega una lata de leche condensada) y de flor de jamaica. ¡Pero! Aquí también entramos en el dilema de la “indebida influencia” en nuestros inocentes invitados, que al beber de esas ricas bebidas tricolores, podrían salir corriendo tal como en la novela Como agua para chocolate de Laura Esquivel, a tener amores con quien se atreviese y ¡Oiga usted, la que se armaría! Ya que los convidados correrían rumbo a Jesús María, a buscar y besuquear al sorprendido Goyo, quien seguro sólo atinaría a exclamar ¡De uno en uno! ¡De una en una! ¡No echen montón! Y todo por el mal influjo de unas tricolores aguas frescas.

El pozole. En esta su cocina gustamos de tener opciones para complacer todos los gustos. Preparamos el pozole verde de maíz amarillo bien tiernito, con pollo, para los que cuidan su colesterol. De maíz morado bien reventado, con espinazo de res -con todo y tuétano- para los que gustan de lo tradicional, y de maíz blanco reventado, sin carne, pero con su rábano picadito y ricas rebanadas de aguacate para los vegetarianos y veganos. ¡Pero, oh cruel realidad electoral! Con toda anticipación recibimos la prevención del magistrado Nava, advirtiendo que en esta ocasión sólo podríamos preparar el rico pozolito de un solo color, a fin de que no nos declararan invalidado nuestro septembrino festejo y pasáramos a cubrir la sanción correspondiente por nuestra inverecundia.

Puesto que en esta cocina a nadie obligamos a comer lo que no desea o lo que su salud no le  permite, decidimos no preparar pozole en tanto no se realice la elección extraordinaria en el primer distrito electoral federal de Aguascalientes. Vaporeras y “platos burdos” regresaron al sótano ¡Será para la próxima!

Los aperitivos ¡Ni lo piense usted! Estimado lector, querida lectora: nada de mezcalitos ni tequilitas bandera. Un incoloro caballito de vodka sería admisible, pero considere el origen de la bebida ¿eh? No vaya usted a terminar señalado o señalada de bolchevique.

¿Y las ensaladas? Una de mis cuñadas, desesperada ante la falta de opciones, sugirió ofrecer ensaladas. ¿Pero cuál? Respondió otra cuñada igual de frustrada: la mexicana lleva nopalitos cocidos verdes, jitomate rojo picado y cebolla picada, además de sus condimentos como chile serrano picadito y cilantro (más verde); la de la casa lleva lechuga escarola (verde), jitomatitos pequeños por mitad (rojo) y ricos trozos de queso (blanco ¡Ja!) con su aderezo secreto de orégano -¿Va usted a creer que esa cuñada no quiere dar la receta?- ¡Se las voy a poner fácil! Aclaré yo, con esa sabiduría electoral que me caracteriza: no se puede preparar nada verde, blanco, rojo, azul, amarillo, turquesa, naranja, café,  morado, violeta o bermellón y menos en las combinaciones que pudieran alienar a los invitados y llevarlos a favorecer corriente política registrada en la elección federal alguna vez anulada, y que en alguna ocasión muy, muy lejana se llevará a cabo (creo).

¡Híjole! Pues ahora sí que nos pusieron muy difícil la toma alguna decisión en torno a la noche del 15 de septiembre de este año. Creo lo mejor será esperar que algún día se reponga la elección caída.

En vista de los dudosos criterios de los magistrados Nava, González y Carrasco; tengo que contradecir mi consejo inicial: lo mejor será ponerse a  dieta. ¡Viva México!


¡Nos vemos en la próxima! Recuerde usted que en esta, su cocina, se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.

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