Desde su nacimiento el Hospital Hidalgo de Aguascalientes se ha caracterizado por su gran capacidad para sortear obstáculos y sobrevivir. Pocos días antes de su inauguración el 15 de septiembre de 1903, el gobernador Carlos Sagredo hubo de tener varias reuniones con el médico que sería el primer director el Dr. Manuel Gómez Portugal y varias organizaciones laicas y religiosas que pugnaban por tener a su cargo el cuidado de los pacientes. Hasta antes de esa fecha, los hospitales siempre habían estado en manos de órdenes como los juaninos, carmelitas y agustinos. Los primeros profesionistas como el mismo Dr. Gómez Portugal, el Dr. Carlos M. López e Ignacio N. Marín pugnaban por darle una orientación científica, dejar de lado las hierbas y la medicina empírica, pero ello no resultaba fácil, después de siglos de que la atención de los enfermos estuviese en manos clericales. Finalmente, se llegó a una decisión salomónica, la dirección del hospital y las áreas estarían encargadas a los médicos y la enfermería a las monjas. Y esa situación duró casi setenta años. Lo sorprendente del caso es que hace 112 años el hospital se inauguró teniendo el primer aparato de Rayos X, que era una maravilla tecnológica para su época. También contaba con una ambulancia, hecho notable en una ciudad que tenía poquísimos automóviles. A partir de entonces los altibajos fueron la constante, una y otra vez la institución requería de apoyos oficiales para resurgir, pues invariablemente caía en situaciones de quiebra, desabasto y saturación. Un episodio interesante se vivió el 19 de noviembre de 1975 cuando el secretario de Salud Ginés Navarro y el gobernador Esparza Reyes anunciaron solemnemente que el Hospital Hidalgo era universitario. Atendían con ello a la petición del estudiantado de la recién iniciada escuela de Medicina de la también recién iniciada Universidad Autónoma. Doce años después el rector Efrén González Cuéllar solicitó que el hospital regresara a las autoridades porque la universidad entera se estaba yendo a la quiebra por sostener el gasto de la atención sanitaria. Lo recuperó el estado. El hospital cumplió cien años en 2003 y los festejos fueron modestos porque se hallaba en situación crítica, con sobresaturación de pacientes y presupuesto insuficiente. Este año tampoco habrá fiesta, el presupuesto no da para ello. La grata noticia es que a pesar de tantas tragedias la atención médica no solamente se sostiene sino que ha alcanzado alturas insospechadas. La cirugía de trasplantes, la cardiocirugía, la neurocirugía, la atención a pacientes con cáncer y la pediatría se realizan con niveles de excelencia. Y esto es una muestra de que la calidad humana siempre estará por encima de los recursos físicos y económicos. Lo ideal es que la Medicina de gran calidad, se ejerciera en un ámbito también de enorme calidad. Hace un siglo comenzamos bien, confiamos en que algún día volveremos a tener ese gran reinicio. Ya tenemos Medicina del Siglo XXI, edificios todavía no.