Dilemas de la materia y el espíritu / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Retomamos el tema del mundo I-religioso, al que Germán Castro nos sugirió asomarnos. Recapitulemos. El contenido del aserto de punto de partida consiste en afirmar que dios no existe, ni como creador del universo ni para dirigir nuestro destino, en palabras de Stephen Hawking. El físico estadounidense Steven Weinberg sostiene que la religión es un insulto a la dignidad humana, y la sitúa como condición inherente a la perversión moral de la gente buena. Se suma el neurocientífico canadiense de la cognición, Steven Arthur Pinker, al buscar el origen biológico de las creencias religiosas como respuesta del individuo a manera de mecanismo de adaptación, desarrollando algo así como un núcleo divino que afirma y asiente la intervención divina, a pesar de las férreas e irrefutables evidencias fenomenológicas y sociales en contra.

El hilo argumentativo se profundiza al incluir una brillante analogía tomada de la arquitectura, la enjuta. De la cual se pregunta: “las adaptaciones, esto es, las características que son producto de la selección natural, y los rasgos que son sólo enjutas. ¿Enjutas?”. Para responder: “Las enjutas son los espacios triangulares estrechos que se forman por la intersección de dos arcos de medio punto en los ángulos rectos; son un subproducto arquitectónico necesario, resultado del montaje de la cúpula sobre arcos” (Ref.- Stephen Jay Gould (1941-2002), paleontólogo experto en procesos evolutivos, y Richard Lewontin (1929), genetista, ambos norteamericanos (Citados por Germán Castro, La sacra enjuta / A lomo de palabra. LJA, 23/08/2015). Analogía que aplican a la evolución de los organismos: “ocurre que muchos rasgos de los organismos son así, subproductos de las adaptaciones biológicas con las que las especies evolucionan, y para referirse a ese tipo de características toman prestada la palabra enjuta. Término que aplicado al caso de la religión, para Picker implica responder si una tal característica es innata o no; y además si “los efectos causales del rasgo serían, en promedio, mejoras en la supervivencia o la capacidad de reproducción de la especie portadora de ese rasgo”. Lo que aplicado a la religión, a Picker le merece este juicio: “en principio, en promedio y a la larga, no es útil ni para la sobrevivencia ni para la reproducción. Por tanto, la religión es seguramente una enjuta. (O.cit. ibídem).

Aceptando que tales juicios son de buena factura experimental, calidad interna y enunciados como juicios crítico-sintéticos a posteriori, o sea con rigor científico, yo extraía la inferencia: ergo, la religión es un discurso inútil que evade la realidad histórica e incluso biológica-evolutiva, contra toda patencia de verdad.

Hasta aquí tenemos la presentación de un argumento antirreligioso, enunciado mediante una cadena narrativa antisémica, es decir, contrasignificante, pues conforma un tipo de argumentación que opone dos contrarios, y que semióticamente implica un juicio excluyente, dicotómico o dualista. Sí hay dios, no hay dios. Alguien dirige nuestro destino/ nadie dirige nuestro destino. –La mala conducta de gente buena es inducida de manera directa e inmediata por creencias religiosas. –La religión no es esencial a la evolución biológica, es un rasgo inútil tanto para la sobrevivencia como para la reproducción, y por tanto es un subproducto de la adaptación al medio social, y de ninguna manera causa de ella, al fin una enjuta.

Argumento que el mismo autor profundiza. La manifestación religiosa es un inexplicable mecanismo de adaptación que afirma sin razón lo que la historia y la evidencia experiencial niegan. Y luego el salto metodológico de la historia a la biología, que motiva a Pinker plantear la interrogante acerca de “cómo fue que evolucionó en los seres humanos el poderoso gusto por las creencias aparentemente irracionales”, e intenta responder a tal cuestión en términos evolutivos; y para ello elige de entre tres explicaciones, la más plausible: –“Tercera: hay quienes seriamente defienden la idea de que la religión es la fuente de los anhelos éticos más nobles del género humano. Cruzadas y guerras santas, quema de mujeres acusadas de brujería, procesos inquisitoriales, jihadas, bombarderos suicidas, raptos colectivos de niñas, en fin, abundan los sucesos que tiran por suelo tal explicación” (Germán Castro, Homo credulus / A lomo de palabra. LJA 16/08/2015).

Argumentación que sin duda no merece recurrir a la típica refutación lógica de que la religión pertenece a la Metafísica y, que por tanto, está más allá de la Física, pues constituye un argumento falaz, por “petición de principio”, es decir se antepone un supuesto que es parte de la conclusión, una falacia llana y simple.

Tampoco planteó el debate enfocándolo a la típica refutación gnoseológica contra el positivismo científico o al materialismo inmanentista que supuestamente exhiben los autores, porque equivaldría a una barata y denigrante argumentación “ad hominem”, sin valorar el mérito del estatuto científico que está a la base de sus investigaciones. En todo caso, y para efectos prácticos, su discursiva adquiere un fundamento argumental de “principio de autoridad” (científica-gnoseológica), habida cuenta de que yo -al menos- desconozco el cuerpo teórico y demostrativo de sus respectivas obras publicadas, por lo que tomamos como referencia discursiva el gran sumario que se contiene en sus juicios sintéticos y conclusivos a posteriori. Me explico, las frases emitidas por ellos mismos y citadas como argumentos -por Germán Castro- expresan la conclusión decisiva de su indagación intelectual y científica coloreada ostensiblemente por sus respectivas opciones axiológicas y noéticas que determinan a la vez su visión Bioética personalizada. En suma, su cosmovisión es la visión del punto de vista biológico-evolutivo y de constatación del comportamiento social, como contradictorio a la pretensión religiosa de afirmación divina, pretensión de coherencia doctrinal y autenticidad moral. Edificio monumental que se derrumba al quitar la enjuta de su fuga religiosa.

El análisis de este modo argumental, en gran síntesis, nos indica que sus posiciones intelectuales y éticas quedan expresadas por el metalenguaje crítico -gnoseológico- de su juicio negativo religioso, que es proveniente de su propio metalenguaje científico acerca de un objeto del conocimiento empírico del propio fenómeno religioso, tal y como han podido constatarlo. Aprovecho su oportuna cita de paleontólogos y genetistas de cuya experimentación e indagación intelectual extraen su juicio conclusivo.

En efecto, el carácter científico del estudio de las religiones obedece precisamente a las indagaciones etnológicas y ciencias experimentales afines acerca de la secular y constante búsqueda e inquisición del ser humano acerca del fenómeno de lo misterioso o sagrado. Que, para abreviar en la cadena discursiva, constituye el descubrimiento del Noúmeno (como objeto estrictamente no-fenoménico, sino de intuición mental). Para el discurso teológico “nouménico” equivale al Misterio, referente a lo totalmente otro, lo absoluto, el ser Trascendente por antonomasia, que interpela al hombre precisamente desde su ser radicalmente Otro, no inmanente al espacio y al tiempo. Estatuto que implica el salto metodológico explícito de lo inmanente o interior al Universo, a lo trascendente o que está más allá del tiempo y del espacio, que en términos del análisis de las religiones es mistérico, definido como realidad tremenda y fascinante a la vez.  


Lo que nos lleva a la extraordinaria visión del paleontólogo, sacerdote y jesuita, Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), para quien la indagación de lo sagrado, no tiene como explicación de punto de partida a la materia y su manifestación fenomenológica, inmanente al universo, o incluso al medio humano como expresión intuitiva del ser espiritual; más bien postula que la radical materialidad del mundo sensible evoluciona hacia un futuro de espiritualidad. Y por ello postuló “la vocación espiritual de la Materia”, usando términos propios de la evolución y la entropía de la Energía. Asunto que, sin contradecir en lo sustancial a nuestros autores citados, les propone seguir estrictamente el método científico, y dar cabida a la interpolación y la extrapolación, como modos pertinentes de análisis, que acreditan un salto metodológico sin violar la coherencia y consistencia de una argumentación. Asunto que abordaré en la próxima entrega.

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