Para Juanis Zapata, por recordar y recordarme a Venetia.
“A mi edad, la verdad, es que todo este debate me ha sido bastante indiferente. Aunque, supongo, preferiría que siguiera siendo un planeta”. Eso opinó una anciana de casi noventa años, Venetia Katharine Douglas Phair, cuando en el dos mil siete le preguntaron qué pensaba de la decisión de la Unión Astronómica Internacional de quitarle a Plutón la categoría de planeta. ¿Qué hacía un periodista de la BBC preguntándole a la todavía lúcida Venetia por el explaneta? Rendirle homenaje porque ella había sido, cuando tenía once años y se llamaba todavía Venetia Burney la que había puesto nombre al planeta.
Y, por si fuera poco, ella no sólo nombró un cuerpo celeste sino que uno de ellos, el asteroide 6325, descubierto el 14 de noviembre de 1987, fue llamado Burney en su memoria. La idea de homenajearla no vino de los descubridores del asteroide si no del (vaya nombre) Grupo de Trabajo para la Nomenclatura de los Cuerpos Pequeños de la III División (Ciencias de Sistema Planetarios) de la Unión Astronómica Internacional, los mismos que unos años después harían del sistema solar uno de ocho planetas. Y, por seguir con los homenajes a su memoria, la sonda New Horizons que en julio de 2015 fue la primera en visitar Plutón llevaba entre sus mil y un instrumentos un contador de polvo bautizado Venetia Burney.
Venetia era hija de uno de los profesores más reconocidos de la universidad de Oxford, especialista en la Escritura, Charles Fox Burney que no le hacía mucho caso a la educación de su hija dejándola en manos de su esposa Ethel y del abuelo Falconer Madan, bibliotecario mayor de la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Y, entre los parientes de los parientes de la plutónica niña, estaba también Henry Madan, hermano del abuelo, que en 1878 había dado nombre a las lunas de Marte, Fobos y Deimos.
“No recuerdo por qué lo sugerí. Creo que fue el cuatro de marzo de 1930 y yo estaba desayunando con mi madre y mi abuelo. Y mi abuelo leyó la noticia en voz alta y se preguntó qué nombre le irían a poner. Y, no sé por qué razón después de una breve pausa dije ‘¿Por qué no lo llaman Plutón?’ Yo estaba familiarizada con las mitologías griegas y romanas por unos cuantos libros para niños y por supuesto sabía del sistema solar y de los nombres que tenían los otros planetas. Y supongo que pensé que ese era un nombre que no se había usado. Y que ahí estaba. El resto fue trabajo de mi abuelo”.
Ese mismo día, después de la ocurrencia de su nieta, Falconer la comentó con el astrónomo más destacado de Oxford, Herbert Turner que, a su vez, envió un telegrama a los investigadores del observatorio Lowell donde se había descubierto el plantea que habría de no ser planeta. El nombre de Plutón, que además por casualidad comenzaba por las iniciales de Percival Lowell, el científico que había predicho la existencia de un noveno planeta, sin poder demostrarlo, al que había llamado X, se adoptó oficialmente el 1 de mayo de 1930.
“Creo que los periódicos estaban más preocupados por las hazañas de la mujer piloto Amy Johnson en esa época [Amy Johnson, otra mujer sin monumento, fue una aviadora que en los treinta se convirtió en la primera mujer en volar sola y sin escalas de Inglaterra a Australia]. Aun así la noticia sí salió en unos cuantos periódicos. Mi abuelo, a través de un servicio de prensa, recopiló todo lo que pareció y por eso tengo dos álbumes de recortes, que atesoro y con los que refresco de vez en cuando mi memoria”.
A pesar de la tradición oxfordiana de la familia, Venetia después de la Downe School de Berkshire eligió graduarse en matemáticas por la universidad de Cambridge. Y matemáticas y economía fueron las materias que enseñaría hasta su retiro en una escuela privada para jovencitas en al sur de Londres, ciudad en la que viviría toda su vida junto a su marido, Edward Phair, destacado especialista en lenguas clásicas y jefe del departamento de inglés del Epsom College. La Venetia adulta, sin embargo, en muy pocas ocasiones mencionaba su relación con el que iba a dejar de ser el noveno planeta del sistema solar, algo que además muy poca gente sabía. Sin embargo, una de las alegrías que iba a tener en su vida adulta fue la llegada de una remesa de cartas de una escuela primaria de Estados Unidos de América felicitándola y preguntándole por la historia detrás del nombre de Plutón.
“Sí, fue una gran alegría. De repente recibí setenta y dos cartas. Creo que sentaron a los niños de ocho y nueve años con las instrucciones de escribirme una carta. Debe haber sido en clase de inglés o algo así. Eran cartas muy encantadoras. Las disfruté todas y cada una de ellas.”
Todavía en sus últimos años encontró fuerzas para desearle la mejor de las suertes a la sonda New Horizons, la primera que había de explorar Plutón. “Espero que todo lo que tenga que ver con el lanzamiento y la misión sea tan exitoso como esperan”. Venetia Burney, Venetia Katharine Douglas Phair, murió un 30 de abril de 2009, a los noventa años, tranquila y serena. Aunque no puede dejar de pensarse que conservaba algo del estremecimiento de haber sido la niña que le dio nombre a un planeta. “Claro que fue emocionante. Yo era entonces una niña apenas y me emocioné mucho, mucho, mucho”.