Parndorf, Austria. 27 de agosto de 2015. Los cadáveres de un grupo de aproximadamente 50 refugiados, apilados como si fueran costales y despidiendo un olor fétido, son descubiertos por la policía austríaca. La escena, que pareciera sacada de una narración de Dante Alighieri o de un grabado de Alberto Durero, provoca el horror en la civilizada y próspera Unión Europea.
Dos días más tarde, una furgoneta con matrícula española es detenida en la población de St. Peter am Hart, en la frontera entre Austria y Alemania. En esta ocasión, los migrantes, asfixiados y deshidratados, son rescatados por las fuerzas de seguridad.
Las escenas arriba descritas sirven como obertura al presente artículo, el cual pretende explicar por qué la frase “Al este de Viena, el Oriente comienza” es vigente a la luz de la crisis migratoria que padece Europa.
Bajo los marciales estandartes de Roma se fundó la ciudad de Vindobona en el año 15 a.C. con el objetivo de contener a las tribus germánicas. Desde esta urbe, el emperador Marco Aurelio dirigió, en 175, una campaña para detener la incursión de las hordas de los marcomanos y los quadi.
Al este de Vindobona, en la ribera del río Danubio, ocurrió el “milagro de la legión relampagueante”, cuando una unidad romana, compuesta por cristianos, fue rodeada por los bárbaros y, en respuesta a sus plegarias, recibió ayuda mediante una tormenta de relámpagos y granizo, la cual le permitió escapar del cerco tendido por sus enemigos.
Tras la partición del Imperio romano en dos zonas (Occidente y Oriente) y la postrera caída de la parte occidental, Vindobona continúo creciendo y fue conocida, en el mundo de habla inglesa y española, como Viena. En 1440, los Habsburgo se asentaron allí y, a partir de 1483, devino en la capital del Sacro Imperio Romano Germánico.
En 1453, Constantinopla, la capital del Imperio bizantino, cayó en manos de los turcos otomanos -tribu proveniente de las estepas de Asia Central, la cual se había convertido al Islam-. Para completar la visión imperial de los turcos, la cual consistía en expandir la fe del profeta Mahoma por el orbe, sólo un obstáculo se interponía: Viena.
En dos ocasiones, 1529 y 1683, los ejércitos otomanos se estrellaron ante este baluarte del catolicismo. Sin embargo, el segundo sitio de Viena quedó grabado en la imaginación popular: una fuerza turca de 200 mil hombres ascendió por el valle del Danubio para llegar a la ciudad. De julio a septiembre de 1683 la ciudad fue sitiada. Viena se salvó gracias al esfuerzo de sus defensores y a la llegada de un ejército polaco que, al grito de “por Jesús y María”, expulsó para siempre a los otomanos.
A continuación siguió lo que se conoce en la historia austríaca como el heldenzeitalter (La edad de los héroes, en alemán). Es decir, las catorce campañas que concluyeron en 1697 y mediante las cuales, Austria se aseguró la posesión de Croacia, Eslovenia, Hungría y Transilvania.
Toda la historia arriba narrada indujo al gran estadista austríaco, Klemens von Metternich, a urdir la siguiente frase: Östlich von Wien fängt der Orient an. Es decir, “Al este de Viena, el Oriente comienza”. Para el aristócrata austríaco, Levante iniciaba en el Rennweg, la carretera que, desde Viena, conecta con Belgrado y Constantinopla.
¿Por qué utilizar la locución de Metternich en el contexto de la crisis migratoria? Porque la famélica y desheredada legión de refugiados provenientes de Asia Central, Oriente Medio y África del Norte siguen la misma ruta que antaño hicieran los turcos otomanos en 1529 y 1683. Aunque su fin es distinto: buscar una vida mejor para ellos y sus familias.
Asimismo, la expresión vuelve a validar una fisura invisible que recorre a Europa: Austria, Croacia, Eslovenia y la parte occidental de Hungría fueron influenciadas por Roma y la Austria-Hungría de los Habsburgo; Bulgaria, Serbia y Rumania cayeron bajo el influjo del Imperio romano de Oriente, Bizancio, y de los sultanes turcos, asentados en Constantinopla.
De igual manera, el dicho encierra un temor atávico anidado en el mundo germano, y que consiste en sentirse nervioso ante los pueblos provenientes de Oriente, denominados por Karl Marx como “basura étnica”. Y hay que recordar que “en las pensiones de mala muerte de Viena, caldo de cultivo de resentimientos étnicos, próximo al mundo eslavo, Hitler aprendió cómo odiar de modo tan infecto” (Kaplan, Fantasmas balcánicos, Ediciones B, 1998, pp. 30).
Con el peso de la historia reciente de Alemania y Europa en su mente, la canciller germana, Angela Merkel, ha hecho un llamado a la solidaridad europea para enfrentar la crisis, pues los valores europeos están en juego y el Viejo Mundo será juzgado en la posteridad por su actuar en esta crisis migratoria.
Aide-Mémoire.- La nueva secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu Salinas, tiene un escenario complicado: la elección presidencial en los Estados Unidos -Donald Trump incluido- y la crisis política en Guatemala.