Con tanto qué decir, criticar y sorprenderse por la manera en que se están dando las cosas en lo social, lo económico y lo político en México, los medios de comunicación han sido incapaces de informar cabalmente a la población sobre las condiciones monetarias y financieras que amenazan como nunca antes la permanencia del sistema económico preponderante a nivel mundial.
Sorprende cómo un sistema financiero ridículamente endeble, conducido por una ínfima parte de la humanidad, determine los destinos de siete mil millones de personas y condicione el uso de las riquezas del planeta. La realidad en la que nos movemos los habitantes del mundo, nuestra estabilidad física y psíquica, se tambalea cuando se mueven los intereses expectativas y miedos de unos cuantos.
Es evidente que el mundo atraviesa por un período de enormes desequilibrios y desigualdades que hacen ya insostenible la actual situación. No puede pensarse que las cosas puedan permanecer como están cuando la calidad de vida de la población mundial se deteriora rápidamente mientras los laboratorios químico-farmacéuticos se enriquecen a costa de esto. Cuando millones de personas consumen masivamente y gastan en trivialidades conforme cambia una moda, mientras que a nadie preocupa la diaria muerte de cientos de personas que mueren ahogadas, mutiladas o asfixiadas al querer huir de sus países sumidos en la miseria y el hambre. Cuando desde hace décadas todas las organizaciones del trabajo del mundo advierten sobre el colapso del nivel y calidad de vida por bajos sueldos y salarios, mientras ganan enormes fortunas los dueños del capital de las empresas que lucran desmedidamente con la injusticia laboral. Cuando los líderes del gobierno iraní llaman a una tercera guerra mundial, mientras que los senadores norteamericanos se cierran a toda idea de entendimiento para lograr la paz mundial.
Por esas razones, porque el mundo se halla en un precario y tenso estado de frágil equilibrio, una repentina caída en el precio de los valores financieros puede desencadenar una reacción en cadena que termine por revolucionar la forma en que vivimos.
La crisis que se avecina, simplemente porque los indicadores financieros marcan que en septiembre es tiempo de retirar utilidades y reasignar el valor real a las cosas, podría generar cambios que muchos no imaginan. Para algunos será una enorme oportunidad para cambiar la lógica absurda e inmadura de determinar la vida plena o miserable de todos, conforme se satisface veleidosamente la avaricia de unos cuantos.
El 24 de agosto de 2015 fue un ‘lunes negro’ para la economía mundial que presagia nuevas futuras “negritudes”. Las bolsas chinas experimentaron su mayor descenso desde 2007 debido a la desaceleración del crecimiento de la economía del país, mientras que el “efecto contagio” se extendió por otras regiones del mundo, incluidos los países desarrollados. A su vez, el precio de petróleo volvió a marcar su cota mínima y se hizo evidente que los países dependientes de este recurso, si no cuentan con una planta productiva sólida, recibirán en seco y de lleno el golpe del colapso financiero.
La devaluación de la moneda china no ha sido causante del colapso financiero de la semana pasada. Es cierto que el desplome fue causado por una política monetaria errónea. Pero la culpa no es del Banco Central de China, sino de la Reserva Federal de los EUA (Fed). Las políticas inflacionarias de la Fed distorsionan la economía, llevan a la creación de burbujas, que a su vez crean un mercado de valores en auge y la ilusión de la prosperidad generalizada, por lo que, según coincide con nuestro análisis el político estadounidense Ron Paul, “inevitablemente, la burbuja estalla, el mercado colapsa y la economía se hunde en una recesión”.
Lo que sigue, por lo tanto, es una devaluación brusca del dólar, y la consecuente migración de los ejes comercial y financiero-bancario hacia China. Este es un hecho anunciado a partir del cual se reajustará el nuevo orden mundial de quienes detentan el poder económico.
Ante eso tenemos dos opciones: angustiarnos por las dificultades que nos presentará una realidad nueva para la que no teníamos un plan previsto, o aprovechar el momento para dar la vuelta al engranaje socioeconómico y político para alcanzar nuevos equilibrios de una manera distinta.
¿Qué toca hacer? Primero, analizar fría y serenamente el panorama y prever sus consecuencias e implicaciones. En segundo término, y con base en el análisis realizado, aprovechar oportunidades y proceder a construir nuevos escenarios.
Esto tiene varios escenarios posibles y es, por lo dicho anteriormente, un asunto que debe sopesarse detenida y detalladamente.
Por lo mismo, no resulta suficiente lo que se pueda decir esta semana en esta columna. Por primera vez desde que tuvo origen este espacio de análisis y propuesta económica, considero fundamental usar el espacio r para invitar a nuestros lectores a una Conferencia-Taller donde analizaré con detalle, con quienes deseen participar y entrenarse para interpretar las señales de la economía.
El próximo sábado 5 de septiembre, entre 10 AM y 2 PM se llevará a cabo este evento que tiene como objetivo apoyar a los asistentes a proteger su patrimonio y además ganar con la crisis de otoño de este año. Posiblemente se repetirá el taller en los días siguientes, pero habrá que tener en cuenta que, por lo dicho aquí y en los tres artículos anteriores publicados en esta columna, el período para la manifestación de la crisis inicia a partir del 13 de septiembre. Para mayor información, por favor pónganse en contacto a través del correo que aparece al calce o por la vía telefónica, al (449) 912 7390.
Los cambios no serán inmediatos, las soluciones no serán únicas ni fáciles como algunos quisieran, pues los movimientos sociales, políticos y económicos son más extensos e implican muchas voluntades.
[email protected] @jlgutierrez