Bajo la consigna “Ni un rechazado más en las universidades públicas”, marcharon este jueves los excluidos de las listas de aceptación para ingresar a nuestro sistema educativo de enseñanza preparatoria y superior. Su reclamo: “No quiero ser granadero, no quiero un Conalep, lo que quiero es aprender”. Y sube el tono de la demanda: “queremos escuelas, queremos trabajo, queremos hospitales, no queremos militares”. Concluyeron su manifestación con antorchas encendidas ante las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública, en donde instalaron 15 casas de campaña, para esperar una respuesta de las autoridades (El Universal, Nurit Martínez, jueves 2 de agosto, 2012).
La Jornada consigna estos hechos, que enmarca el grito de protesta: “¡Artículo tercero de la Constitución. Educación gratuita a toda la nación!”. Refiriéndose al acuerdo alcanzado: “Tras una larga negociación, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ofreció, al igual que en años anteriores, a los movimientos de alumnos excluidos de la enseñanza media superior y superior, abrir espacios en centros privados para luego transferirlos a casas de estudio como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mientras que los jóvenes exigieron incluir como parte del arreglo a los cerca de 5 mil jóvenes que no lograron 31 aciertos en el examen único de ingreso al bachillerato y a los que no lo presentaron”. (La Jornada, Karina Avilés, viernes 3 de agosto de 2012, p. 41)
El Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior, en su página web, http://aspirantesexcluidos.blogspot.mx/ , publica su agenda de actividades de presión, para lograr nuevos y suficientes espacios para acoger a todos los jóvenes que no logran acomodo en las universidades públicas de nuestro país. Y lo explican en carta abierta dirigida a las máximas autoridades, en un párrafo elocuente:
“Al día de hoy todos los egresados del bachillerato que tenemos intenciones de continuar con nuestros estudios en una universidad pública hemos presentado ya los diferentes exámenes que aplican las instituciones para seleccionar a quienes ingresarán al siguiente ciclo escolar, sólo un porcentaje muy pequeño de nosotros lo consiguió. Para hablar de las instituciones más grandes, la UNAM aplicó más de 190 mil exámenes de selección, sólo aceptó a 17,500; el IPN recibirá a poco más de 24 mil de los más de 90 mil que presentaron el examen para ingresar a ese Instituto, mientras que la UAM recibió a poco más de 11 mil, siendo que fueron casi 87 mil los aspirantes. Tomando en cuenta que algunos estudiantes presentan los 3 exámenes de ingreso, calculamos que, nuevamente somos alrededor de 200 mil los jóvenes que quedamos sin escuela de nivel superior para este ciclo escolar”.
Concluyen con una denuncia precisa: “Acusamos al actual gobierno federal y a sus antecesores inmediatos de ser los responsables de la falta de cobertura educativa en el nivel superior”. Sentimiento e impugnación que es compartido a todo lo largo y ancho de México, por los estudiantes rechazados del sistema educativo, que se multiplican dramáticamente en el nivel local de cada entidad federativa. Situación que se ahonda en la provincia debido al escaso número de universidades públicas de calidad existentes en su ámbito, donde la oferta preparatoria y universitaria se restringe aún más; y el tono dramático crece cuando los aspirantes tienen que emigrar de su suelo natal para probar suerte en otros estados mejor favorecidos.
La crítica de fondo se endereza contra el modelo elegido como disponible para el país: “Esta educación de carácter técnico o tecnológico la entendemos más bien como capacitación para el trabajo. Quieren a más jóvenes como técnicos calificados, que ocupen los empleos mal pagados que vienen a ofrecernos las grandes empresas sobre todo de capital transnacional”. Y también contra la alternativa de otorgar préstamos educativos:
“El nuevo Programa Nacional de Financiamiento a la Educación Superior y el decreto para deducir de impuestos el pago de colegiaturas en escuelas privadas son los ejemplos más claros de que la apuesta del gobierno de Calderón es, como en Chile, ahogar a los estudiantes con deudas impagables. Su propuesta es que quien quiera educación superior que pague por ella.” (Ibidem, Carta Abierta).
Este asunto viene rebotando desde años atrás, y ha sido consignado en notas idénticas a la presente. La Jornada ha publicado consistentemente esos indicios: “En conferencia de prensa frente a la sede del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), Hugo Aboites, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y coordinador del Grupo Universidad y Sociedad del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, afirmó que a los más de 250 mil jóvenes no aceptados en la educación superior este año se suman 80 mil más que no ingresarán al bachillerato” (Sábado 1 de agosto de 2009, p. 35).
Podemos resumir diciendo que la presión demográfica, por tamaño y composición del grupo juvenil de población, ya alcanzó al sistema educativo mexicano de enseñanza media y superior. El problema se agrava y abre un abanico multifactorial de requerimientos: economía familiar, capacidad de absorción del sistema instalado, inversión educativa por entidad federativa; diseño sesgado de la descentralización escolar, que se muestra insuficiente al haber “nacionalizado” la responsabilidad de orden federal, en la mermada capacidad de cooptación educativa de cada estado.
Y lo más acuciante, como sucede con lo que Iván Ilich allá en los años 60 (CIDOC-Cuernavaca, Mor.), designó como “educación bancaria” y, por ello, propuso “la des-escolarización de la sociedad”, es que existe radical desacuerdo de las nuevas generaciones sobre el proyecto de Nación. Se prefiere la educación clásica, de esquema neo-liberal, que concibió a la universidad como centro universal del conocimiento. Donde coexisten las artes liberales, las bellas artes, con las ciencias duras y tecnológicas de la era del conocimiento.
En lo personal, creo que sí es necesario revisar este debate y no rechazar a ultranza la educación intermedia técnica –al estilo de los CBTIS, Conalep y CECyTEA-. El espíritu y conocimiento crítico pueden promoverse desde esta base. El punto candente radica en entender y distinguir que las relaciones sociales de producción y consumo hoy sobre-determinan la esfera de las prácticas sociales y culturales de importante manera; pero, que también éstas debidamente orientadas y potenciadas pueden pre-determinar a aquellas. En esto estriba fundamentalmente, el sistema neocapitalista de producción y re-producción de sus propias condiciones de posibilidad. O sea, hay que releer a Marx.