Tendríamos cerca de seis años y me dijo que descubrió un nuevo juego: “la colita”, después de que un amigo suyo vio a su hermano mayor jugando con su novia. Bajo la cama tocó mi entrepierna y sólo pensé que se trataba de un juego.
“No sabía que se trataba de una violación”, ha sido una frase que en ocasiones he escuchado de algunos hombres y mujeres al hacer consciencia del acoso, abuso y violencia sexual durante la infancia. A través de diferentes investigaciones se ha identificado que gran parte de los casos de violencia sexual contra niños y niñas han sido perpetrados por familiares o personas cercanas al ganarse su confianza a través del engaño, al decir que se trata de un juego, de un cariño, de un secreto. Aunque las víctimas se consideren violentadas, en ocasiones lo ocultan por vergüenza o porque no observan en su entorno algo que les indique lo que les sucedió. Una educación sexual a temprana edad es indispensable para evitar actos de discriminación, desigualdad y violencia, pero los sectores conservadores que se oponen frecuentemente a esta necesidad social sólo ratifican el rezago educativo y los dogmas religiosos en México que sólo evitan la atención y resolución de problemáticas, pues la sexualidad no sólo atañe a las relaciones sexuales, sino también a diferentes problemas y fenómenos, desde la división sexual que ha marcado diferencias nocivas entre las personas con pene y/o vulva, hasta la formación integral que se requiere para prevenir, evitar y denunciar actos de violencia.
Para algunas personas el implementar una educación sexual significa enseñar el Kamasutra e impulsar una vida sexual activa a temprana edad, pero esto sólo es un indicativo de la poca información racional y crítica sobre la sexualidad humana. Para Aguascalientes y el país, los embarazos en adolescentes son el fenómeno de una problemática más amplia que sólo podrá atenderse con el diseño de programas bajo la Perspectiva de Género, pues no sólo se requiere emitir recomendaciones sobre planificación familiar, mucho menos enarbolar la abstinencia del ascetismo religioso, sino que se debe reconocer que son resultado de otros factores como la promoción de la maternidad como único fin de las mujeres y una situación familiar de cautiverio por la que algunas jóvenes creen que al obtener el estatus de madre podrán mudarse o tener más permisividad. Por otra parte, los padres adolescentes han estado fuera del foco de atención, ¿por qué acceder a consumar prácticas sexuales sin métodos anticonceptivos y de prevención contra infecciones de transmisión sexual? El deber ser hombre y deber ser mujer se ha introyectado en nuestra sociedad más que la idea del desarrollo profesional y de la autonomía. Por ello, la sociedad civil debe poner atención para hacer valer la Ley de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado de Aguascalientes, que indica en su artículo 37 que las autoridades del estado deberán transversalizar la perspectiva de Género en todas sus actuaciones; por ejemplo, la impartición de educación pública.
Debido a que varias organizaciones religiosas, en especial de la Iglesia católica, suelen movilizar a feligreses sensacionalistas y grupos relacionados contra este tipo de reformas que cuestionan al sistema sexo-género y exhiben sus problemáticas, es indispensable asegurar un Estado laico, por lo que es importante reconocer y ratificar en la práctica las disposiciones del artículo 116 de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que exige “adoptar medidas para la eliminación de usos, costumbres, prácticas culturales, religiosas, estereotipos sexistas o prejuicios que atenten contra la igualdad de niñas, niños y adolescentes por razón de género o que promuevan cualquier tipo de discriminación”; aunque en el artículo 37 para la ley de Aguascalientes se omitió en el texto el tema religioso y la discriminación de forma explícita: “Implementar acciones específicas para alcanzar la eliminación de costumbres, tradiciones, prejuicios, roles y estereotipos sexistas o de cualquier otra índole que estén basadas en la idea de inferioridad”. Esto debe cuestionarse pues existe un vacío legal de permisividad.
Si bien el Estado laico implica el respeto a las diferentes creencias religiosas de la población, también exige que las acciones públicas sean diseñadas y accionadas desde la racionalidad, la imparcialidad y una visión crítica para atender a las necesidades de la sociedad y el reconocimiento de sus derechos para asegurar la justicia. Las instituciones religiosas tienen el derecho de emitir sus opiniones, pero sus dogmas deben acotarse a sus espacios, mas no inmiscuirse en la gobernanza. Pero la crítica sobre la laicidad no debe ir contra las iglesias, sino que debe juzgarse a los servidores públicos que amedrentados por perder el voto para sus partidos terminan exclamando discursos escuetos, permitiendo vacíos legales de protección a los derechos humanos o terminan por incumplir con sus obligaciones para no hacer enojar a los de sotana. En Aguascalientes un ejemplo de ello se encuentra en las múltiples normatividades por la Equidad de Género, los Derechos Humanos y contra la discriminación, las cuales contienen múltiples eufemismos y palabras cercenadas que son exigencia en documentos nacionales y tratados internacionales.
¿Qué debemos entender por una educación sexual integral? Además de explicar de dónde vienen los bebés, los aparatos reproductores en humanos, también se debe informar sobre los derechos reproductivos y sexuales; las diferencias entre sexo, orientación e identidad sexual sin prejuicios, de manera científica y humanista para erradicar la discriminación en las generaciones jóvenes; hacer consciencia y visibilizar las problemáticas derivadas de las ideas heteropatriarcales para minimizar los embarazos a temprana edad y la violencia como parte natural e inminente de la masculinidad; además de prevenir sobre violencia sexual, mutilaciones genitales, embarazos, abortos, esterilización y uniones forzadas. Necesitamos de la Perspectiva de Género, de la ciencia, la academia, la racionalidad y la laicidad para poder responder a las necesidades que se presentan, para ofrecer a las y los más jóvenes una nueva sociedad donde sean libres, autónomos y conscientes de los demás para reconocer derechos, evitar daños y agresiones. Pensemos en la sexualidad más allá de ser madres, de hacernos hombrecitos, de asegurar descendencia… pensemos y vivamos libres y con respeto.
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