Tlacuilo / Narcoguerra: Callejón sin salida/68 - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Hemos visto suficientes ejemplos de desestabilización provocada en América Latina desde el exterior. También hemos visto muchos ejemplos de desestabilización interna provocada por medidas irresponsables, corruptas y/o autoritarias.

Difícilmente las presiones externas nos afectarían seriamente si nuestros regímenes interiores fueran conducidos por gobernantes capaces y honorables que respondieran a los intereses nacionales, porque serían correspondidos con un fuerte respaldo popular.

Para concluir la parte expositiva de esta serie, antes de pasar a las conclusiones, analicemos una de las más peligrosas consecuencias de desestabilización interna: la provocada por Felipe Calderón Hinojosa al arrastrar a las Fuerzas Armadas (FFAA) en una guerra personal, en su pretensión de matar dos pájaros de un tiro: uno de carácter externo que consistió en lisonjear al vecino del norte mediante la subordinación de nuestras FFAA a la política de Seguridad Nacional de Estados Unidos en su absurda lucha contra el narcotráfico; el otro de carácter interno al creer que al triunfar en la contienda lavaría el pecado original de su cuestionada toma del poder. No le importó violar la Constitución ni exponer nuestras Fuerzas Armadas al desprestigio, a la corrupción y a la fractura, que colocan a la nación en uno de los peores riesgos de su historia.

El enorme esfuerzo que ha significado para nuestra nación soportar la duplicación del presupuesto militar (de 35 mil millones de pesos en 2006 para el Ejército, la Fuerza Aérea y la Secretaría de Marina, a 71 mil millones en 2010), más lo que se ha dilapidado en comprar armamento y equipo bélico (sólo en 2009 se despilfarraron 5 mil 490 millones de dólares nuestros) transformando a México de país tradicionalmente pacífico en la cuarta nación de mayor potencia militar de América Latina –según lo informó en 2010 el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, con gran satisfacción para las empresas armamentistas extranjeras y sus comisionistas locales– y en el año 2011 gastó 5 mil millones de nuestros pesos en la adquisición de equipo de espionaje para escuchar conversaciones telefónicas, revisar el contenido de computadoras, etc. Naturalmente, este derroche significa la equivalente profundización de la pobreza de nuestra población por el recorte a sectores básicos como la educación, la salud, la seguridad social, la agricultura, las fuentes de energía, etc.,

Todo para terminar ante el desolador panorama de que por una parte la estrategia ha sido contraproducente, puesto que los narcotraficantes mexicanos se han fortalecido al grado de expandirse a todo el mundo y han incrementado su violencia, su dominio territorial y sus ganancias en lugar de disminuirlos.

Por la otra está la grilla que conduce a la pugna por obtener el poder que otorga el multimillonario presupuesto militar; más la deformación que está produciendo en la mente de nuestros soldados la nefasta influencia de la Escuela de las Américas, males que están carcomiendo los valores sobre los que se funda un ejército al servicio del pueblo.

Pero las Fuerzas Armadas no son una maquinaria articulada por piezas inanimadas. Son un organismo integrado por seres humanos; muchos de ellos han sido condicionados a obedecer ciegamente, pero también los hay que utilizan su capacidad racional no sólo para estudiar y superarse, sino para cultivar un criterio propio con un fin social superior que es el bien de la nación.

Uno de ellos, con el más alto rango y distinguida trayectoria –pues entre otros cargos desempeñó el de director del Heroico Colegio Militar y el de subsecretario de la Defensa Nacional–, es el general de división en retiro Tomás Ángeles Dauahare, descendiente de una estirpe de militares defensores de la patria desde la invasión estadounidense de 1847, la invasión francesa de 1862 y la Revolución Mexicana.

Su oposición a la narcoguerra no es nueva, pero adquirió relevancia tras exponerla en el Encuentro para el futuro de México, organizado por la Fundación Colosio el 9 de mayo pasado en San Luis Potosí, con la presencia del candidato del PRI a la Presidencia de la República.


En esa reunión, Ángeles expresó con toda claridad que la forma en que se ha realizado la lucha contra el narcotráfico es errónea entre otras cosas porque “no tenemos estrategia de seguridad nacional.” Ésta fue una directa alusión al hecho de que la Ley de Seguridad Nacional promulgada en enero de 2005 por Vicente Fox no obedece a los intereses de México sino a los de Estados Unidos. Además, esa lucha “…no se puede ganar usando solamente la violencia física de las armas.”

Otros militares distinguidos coinciden totalmente con esta posición; baste mencionar que el general Jorge Carrillo Olea, de gran autoridad moral dentro de la corporación y autor del libro México en riesgo, una visión personal sobre un Estado a la defensiva, se expresó sobre el tema de manera contundente: “…el narcotráfico no se podrá erradicar… únicamente se puede controlar…”

Seis días después de su participación en el encuentro del PRI, el general Ángeles fue arbitrariamente detenido bajo procedimientos irregulares y vejatorios de acuerdo con las fuertes críticas que se hicieron al proceder de la Procuraduría General de la República en detrimento de los derechos constitucionales del detenido, quien acusó al Ministerio Público Federal de estar fabricando “…testimonios para inculparlo de delitos que no cometió.”

En opinión del diario La Jornada en su editorial de anteayer, esto parece ser “un nuevo montaje de la Procuraduría”, lo cual es creíble puesto que al no poder comprobar acusaciones telefónicas anónimas ni declaraciones de “testigos protegidos” no confiables durante los primeros 40 días de arraigo, la PGR se vio en la necesidad de solicitar un segundo y último periodo, hasta que logró obtener este martes la orden de formal prisión y el correspondiente traslado de Ángeles al penal de alta seguridad de La Palma para iniciarle juicio formal.

Cabe mencionar que aparte de él hay otros militares de alta graduación detenidos por la misma causa, así como otros a los que se está investigando, lo cual apunta a una purga de elementos que discrepan con la inútil violencia desatada por Calderón.

Pero aun considerando la posibilidad de que todos ellos fuesen culpables de lo que se les acusa, el daño por causa de esta guerra absurda de todas formas es funesto para las Fuerzas Armadas, como bien lo dice el editorial de La Jornada mencionado.

Independientemente del resultado que arroje la controversia sobre la contienda electoral, es urgente que el próximo gobierno recupere la paz social y las Fuerzas Armadas la armonía que la garantice, sobre decisiones basadas en la razón, en la ley y, sobre todo, en el bien de todos los mexicanos.n

(Continuará)


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