Villalba, Sicilia, Italia. 20 de julio de 1943. Las tropas estadounidenses que forman parte de la Operación Husky, el desembarco angloamericano en Sicilia, se acercan a la aldea portando un pañuelo de seda dorado, en cuyo centro se encuentra bordada una L de color negro. Los habitantes del caserío vitorean y arrojan flores a los norteamericanos y, con la venia de los capos locales, actúan como espías y guías para los soldados aliados, quienes luchan para expulsar a las tropas de Adolf Hitler de la isla.
Al otro lado del mundo, en la penitenciaría de Great Meadow, Nueva York, el rostro cacarizo y lleno de cicatrices de un criminal de origen siciliano esboza una tímida sonrisa al leer sobre el avance de los militares norteamericanos. Su verdadero nombre es Salvatore Lucania, mejor conocido como Charles Lucky Luciano.
Las escenas arriba descritas sirven como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar por qué Charles Luciano, Pablo Escobar Gaviria y Joaquín Guzmán Loera son los emperadores del crimen organizado.
Según el Diccionario Oxford, un Kingpin “es la persona más importante de un organización”. Sin embargo, en la jerga callejera se refiere al “rey pillo”. Esta expresión ha sido popularizada particularmente por un personaje homónimo, quien es antagonista del Hombre Araña en el firmamento de las historietas Marvel.
Sicilia, la principal ínsula del mar Mediterráneo, es una mezcla de varias civilizaciones que dejaron su impronta: fenicia, griega, romana, árabe, bizantina y normanda. Fue aquí que surgió la palabra “mafia”, la cual podría derivar del árabe mahjas, que significa “fanfarronear”. El crimen organizado siciliano es “una manifestación… que motivó el desarrollo de medios informales de protección frente a la amenaza de una anarquía aún peor” (Kaplan, Invierno Mediterráneo, Ediciones B, 2004, pp. 106).
En 1896 nació en Sicilia Salvatore Lucania. Cuando tenía nueve años su familia emigró a los Estados Unidos. En su adolescencia desertó de la escuela para dedicarse al pandillerismo y el proxenetismo. Su apodo de Lucky (Suertudo, en inglés), tuvo su origen en haber sobrevivido a una golpiza y a que le cortaran la garganta y lo apuñalaran.
Durante la década de los 1920, la era de la Prohibición, Luciano se dedicó a introducir ilegalmente whisky desde Escocia y Canadá, y ron desde las Antillas. En 1931, eliminó a su acérrimo rival, Joe Masseria, erigiéndose así en uno de los jefes de las Cinco Familias de Nueva York. Luego asesinó a su antiguo protector, Salvatore Maranzano, el autoproclamado capo di tutti capi (el jefe de jefes).
Con la eliminación de Maranzano, Luciano expandió las actividades del crimen organizado en la Unión Americana, las cuales incluían: apuestas ilegales, tráfico de drogas, extorsión y el manejo de los sindicatos de albañiles, estibadores y recolectores de basura. A pesar de su reticencia, Luciano mantuvo tradiciones de la mafia tales como: amico nostro y el código omertà.
Su notoriedad le ganó nuevos enemigos y fue investigado por el fiscal Thomas E. Dewey, quien lo arrestó en febrero de 1936 por proxenetismo. En 1942, la Armada estadounidense lo contactó para que, a través de sus contactos, evitara que los estibadores fueran a la huelga. Luego, con sus aliados sicilianos, facilitó el avance de las tropas aliadas -hecho que fue comprobado en 1954, por el gobernador Thomas E. Dewey, el mismo hombre que lo había refundido en la cárcel.
En 1946, Luciano fue puesto en libertad y expulsado a Italia. Ahí moriría, en 1962, cuando se entrevistó con un productor que deseaba llevar su vida al cine. Siempre se ha sospechado que Lucky fue envenenado.
Por su parte, Pablo Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, Antioquía, Colombia. Su vida criminal comenzó en las calles de Medellín robando lápidas y carros, y contrabandeando. El antioqueño forjó una alianza con el cofundador del Cártel de Medellín, Carlos Lehder, para utilizar a las Bahamas como trampolín para que las avionetas cargadas con cocaína hicieran, sin sobresaltos, la ruta entre Colombia y la parte meridional de la Florida.
Escobar cultivó su imagen de Robin Hood al financiar la construcción de escuelas, hospitales e iglesias en la parte occidental de su país. Sin embargo, el antioqueño mostró su rostro brutal cuando financió, en 1985, la toma del Palacio de Justicia, en Bogotá, por elementos del Movimiento 19 de abril.
En 1989, la revista Forbes calculó que Escobar era uno de los 227 billonarios del planeta y que su organización delictiva controlaba el 80 por ciento del mercado de cocaína a nivel global.
Ante la preeminencia de Escobar, el gobierno estadounidense creó una fuerza de tarea con la sola finalidad de cazar a Escobar. Los militares norteamericanos entrenaron al grupo colombiano, Bloque de Búsqueda, que -con la ayuda de los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), un grupo paramilitar compuesto por enemigos del capo antioqueño- perseguiría y eliminaría físicamente a Escobar, hecho plasmado por el artista Fernando Botero en uno de sus lienzos.
Respecto al hombre nacido el 4 de abril de 1957 en el poblado de La Tuna, Badiraguato, en el estado de Sinaloa, “la Sicilia mexicana” (Ioan Grillo dixit), se ha derramado mucha tinta y saliva con motivo de su segunda fuga. Por ello, me concentraré en sus “logros”: la revista Forbes lo consideró “entre los hombres más poderosos del mundo”. Asimismo, en 2013 la Comisión del Crimen de Chicago lo nombró “el enemigo público número uno”, título otorgado al mafioso ítalo-americano, Al Capone. Finalmente, el cineasta británico, Ridley Scott, ha manifestado su intención de llevar a la pantalla grande la vida de Joaquín el Chapo Guzmán Loera.
Los reyes pillos como Luciano, Escobar y Guzmán seguirán viviendo porque el crimen organizado es “un animal social que existe porque México sigue siendo un país desigual, sin oportunidades, armado hasta los dientes, envenenado por el dinero sucio, corrompido por la inmoralidad” (Raphael, el otro México, Planeta Mexicana, 2011, pp. 268).
Aide-Mémoire.- Un verdadero Trucutú resultó Miguel Herrera.