México es un país descompuesto pero no desecho. Los viejos decían que cuando había una lavadora descompuesta se arreglaba, no se tiraba. Sin embargo, nuestra veloz idea de vivir, nuestra repentina necesidad de que todo sea muy rápido y nuestro amor a las cosas fugaces nos han llevado a tirar la lavadora cuando se descompone, a reprobar una materia sin hacer extraordinario, a cambiar un teléfono sin arreglarlo, a divorciarse sin reconciliarse y a cambiar un presidente sin soluciones.
México está descompuesto, su presidente, su gabinete, su policía, su ejército, sus instituciones, sus cárceles de alta seguridad y sus ciudadanos están descompuestos. Sin embargo, como la lavadora, se pueden arreglar antes de tirar. No hay duda que la labor de Enrique Peña Nieto como presidente ha sido muy cuestionada y polémica. Enrique Peña Nieto ha podido hacer lo que nadie hizo, conjuntar tres fuerzas políticas para reformar el país, en lo que él llamó Mover a México, la reforma política, en telecomunicaciones, educativa y energética, como las más importantes salieron avante con una legitimidad soñada por sus dos antecesores. Es decir, nadie cuestionó las reformas porque fueron hechas por partidos de izquierda y de derecha en común acuerdo, un mensaje de civilidad.
Sin embargo, conforme el tiempo avanzaba y las reformas no daban resultados y los casos de corrupción y violencia salían a la luz como la época más escabrosa del priismo ochentero -y sigue sucediendo-, la credibilidad caía. El Pacto por México se rompió y la izquierda y derecha descubrieron que se convirtieron en cómplices de reformas que no han dado los frutos esperados, quizá la política gracias a las candidaturas independientes es la única que puede rescatarse, también la de Telecomunicaciones ha traído algunos beneficios a usuarios de telefonía celular.
Sin embargo, el narcotráfico y la inseguridad han sido el coco de un gobierno ineficaz. En el alto mando nacional, Jesús Murillo Karam terminó saliendo por la puerta de atrás, un inexperto en seguridad y procuración de justicia, luego llega una mujer que ha pasado el ridículo más grande de la historia, la segunda fuga del Chapo Guzmán. Supuesta segunda fuga, por un supuesto túnel y de un supuesto Chapo, como diría Noroña. Este gobierno vive una de las crisis de ilegitimidad más escabrosas de todos los tiempos.
Enrique Peña Nieto, en su falta de sensibilidad, no volvió de una gira en París, él como jefe de Estado y jefe de Gobierno debiera estar dando la cara a unos ciudadanos que necesitan que su país y su gobierno se arreglen. Sin embargo, vuelve un secretario de Gobernación avergonzado y una procuradora ineficaz para dar versiones incrédulas y lejos de la realidad. Un túnel de un kilómetro y medio, con una moto que entró por un espacio de 50 por 50, con luz, tubería, tecnología de alto nivel, 300 camiones de tierra, una casa que se construyó en 2014 cuando el Chapo entró, testimonios que hablan de una cárcel impenetrable, rumores que hablan de que Joaquín Guzmán salió por la puerta como un invitado especial. La fuga del Chapo parece inverosímil, no dudo de la capacidad del narcotraficante para excavar un túnel de esas dimensiones ni tampoco dudo de las versiones que dicen que lo liberaron para hacer frente a grupos delincuenciales que el gobierno no puede con ellos. Dudo de un gobierno y de un presidente.
Cuando las cosas no van bien tienes que cambiar algo. En política hay un fenómeno que se llama gatopardismo, cambiar todo para que todo siga igual; es decir cambiar a funcionarios sin cambiar el fondo del problema y todo sigue igual de mal. México está descompuesto y necesita cambios de fondo. Necesita sancionar a funcionarios corruptos e impunes, necesita afrontar con verdad a sus ciudadanos. Los ciudadanos merecen la verdad y eso daría más confianza a los gobiernos actuales.
México necesita arreglarse; no renuncie, señor presidente, demuestre la capacidad que lo llevó a ocupar la silla presidencial del país en desarrollo que es México, demuestre su capacidad política y operativa para solucionar los problemas, haga consenso con grandes intelectuales en la materia y con transparencia enfrente a los ciudadanos. No secuestre periodistas que intentan investigar el caso de Joaquín Guzmán, no cancele el programa de Punto de Partida porque algunos periodistas hacen su trabajo, no haga que corran a Aristegui porque le incomoda su información.
Hoy no estamos en esa época, señor presidente, nuestra ciudadanía ya evolucionó y usted tiene la peor credibilidad y legitimidad de la historia. Pero se puede arreglar, haga un cambio de gabinete y estructuras, elija a las personas adecuadas y capaces, tome el toro por los cuernos. Sanciónese a usted mismo por sus casas, pida disculpas públicas y sométase a la crítica de la población. Hoy usted es un mudo, un señor de los memes y que su esposa le hace berrinches, eso no es un presidente de la República.
Como un demócrata, respeto al decisión de miles de ciudadanos de haberlo elegido como presidente en 2012, sin embargo, usted no ha hecho mucho por ganarse ese mote. Hoy tiene la gran oportunidad: sea un presidente hecho y derecho, que trascienda y transforme al país, usted tiene la oportunidad, de todos modos, haga lo que haga, la historia lo juzgará.
@pochaquito