Isla de Melos, Grecia. 416 a.C. Ante la amenaza ateniense, la pequeña y volcánica ínsula de Melos defiende su derecho a la libertad, pero los atenienses, inflados de soberbia, plantean sus demandas en los siguientes términos: “En las cuestiones humanas las razones de derecho intervienen cuando se parte de una igualdad de fuerzas. Mientras que en caso contrario, los más fuertes determinan lo posible y los débiles lo aceptan”.
Los melios rechazan la propuesta ateniense y pelean, pero son derrotados. Como represalia, los atenienses masacran a los melios adultos y venden a las mujeres y los niños como esclavos. Es una victoria, sí, pero una victoria oscura para Atenas.
Dos mil cuatrocientos años después de los hechos narrados, y al enterarse de las condiciones impuestas por sus acreedores a Grecia, el ex primer ministro italiano, Romano Prodi, declara: “Grecia ha sido devastada y humillada. Europa se ha mostrado farisaica, incapaz de liderazgo y solidaridad”.
Las escenas arriba descritas sirven como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar por qué el acuerdo alcanzado entre Grecia y sus prestamistas es un moderno diálogo de los melios.
El historiador ateniense Tucídides escribió, basado en su propia experiencia bélica, La Guerra del Peloponeso, libro que narra la lucha por la supremacía entre Atenas y Esparta en la Grecia clásica. Esta obra es la primera en introducir el pragmatismo en el discurso político. Asimismo, es posiblemente “el tratado seminal de Relaciones Internacionales de todos los tiempos” (Kaplan, Warrior Politics, Random House, 2002, pp. 45).
En la precitada obra, Tucídides utiliza al diálogo meliano para mostrar cómo “el poder y el interés propio motivan” los cálculos políticos, pues “los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren en silencio”. En pocas palabras, porque Melos es débil, puede ser tratada injustamente.
Tras una maratónica negociación de 17 horas, Grecia y su líder, Alexis Tsipras, hubieron de aceptar las condiciones impuestas por la llamada “troika” (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Europeo y la Comisión Europea).
¿Cuáles son estas condiciones? Reforma de las pensiones, privatización de los activos públicos, creación de un fondo de 50 billones de euros para pagar la deuda y liberalización del mercado laboral.
¿Quiénes son los vencedores? En primer lugar, la canciller germana, Angela Merkel, quien mostró su dureza, pues se negó a cancelar la deuda griega. Además, el parlamento alemán se reunirá hasta el viernes 17 de julio y decidirá si aceptará el inicio de pláticas formales con Grecia. Otro vencedor es el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, quien también adoptó la línea dura con Grecia y logró su reelección al frente de la precitada agrupación. Finalmente, Barack Obama, ya que, por el momento, evita la salida de Grecia de la eurozona y su posible alianza con sus archirrivales, China y Rusia.
¿Quién perdió? En primer lugar, Alexis Tsipras, quien, en palabras de un funcionario europeo, fue “crucificado” y, a partir de ahora, luchará por su supervivencia política, pues deberá vender al pueblo griego, el cual había rechazado en el referéndum del 5 de julio la austeridad impuesta por Bruselas, un “acuerdo tóxico” (Wolf Piccoli dixit). También resultó derrotado el presidente de Francia, François Hollande, quien no logró condiciones más ventajosas para Grecia.
Sin embargo, la victoria de la “troika” ha engendrado un alud de críticas: el experto en economía germano, Wolfgang Münchau, criticó a su país “por humillar a Alexis Tsipras”, y a los prestamistas de Grecia por “haber destruido a la eurozona como la conocíamos y haber demolido la idea de una unión monetaria como un paso hacia una unión política democrática” (The Financial Times 13/07/2015).
Desde Rusia, la cual simpatiza con Grecia, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, Alexéi Pushkov, dijo que “era muy difícil llamar esto una victoria para Grecia”. En el mismo tenor, se expresó la vocera del Consejo de la Federación, Valentina Matviyenko, quien afirmó: “si esta luz es visible, es solamente la luz de un tren inminente”.
En Grecia, el diplomático Leónidas Chrysantopoulos afirmó que “estas medidas absurdas no reflejan la Unión Europea a la cual ingresamos en 1981. Esto hace de Grecia una colonia de Alemania, por no decir de la Unión Europea”. Por su parte, el ministro de Defensa, Panos Kammenos, descargó su frustración al decir que el acuerdo propuesto es “un golpe de Estado orquestado por Alemania y otros países”. Por último, el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, dijo que su país se había convertido en “un vasallo del Eurogrupo”.
El caso griego demuestra, como hace dos mil cuatrocientos años, que, como dijo Tucídides, “los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren en silencio”.
Aide-Mémoire.- El acuerdo nuclear iraní significa que las placas tectónicas de la geopolítica se mueven en favor de China, Irán y Rusia; para México simboliza la baja en los precios del petróleo y la competencia por atraer inversores a su sector energético.