La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido
Gabriel García Márquez
Ahí están. A ojos de todo mundo. Sin hacer ruido sobreviven como pueden. Cada paso es una proeza que a nadie importa. Los olvidados sobreviven en una sociedad que ha construido un mundo que no es para ellos. Y aunque su número crece, siguen siendo ignorados, como si no existieran… y acaso ¿existen?
Las estadísticas dan cuenta de por lo menos 5.7 millones de personas con algún tipo de discapacidad, en Aguascalientes la cifra supera los 70 mil, sin embargo, parecieran ser sólo estadísticas, porque en los hechos no existen políticas públicas sólidas que los hagan sentir tomados en cuenta, o que en realidad los tomen en cuenta.
No hay empleo, no hay escuela, no hay atención médica digna para quienes por desgracia hoy poseen otro tipo de capacidades, pero menos aquellas que este rígido y frío sistema de sobrevivencia demanda para medio vivir, porque ellos en realidad medio mueren cada día.
Ni la ciudad, ni el transporte, ni los edificios públicos están construidos pensando en ellos. Las normas y leyes que en algún momento de lucidez alcanzaron a advertir de su existencia, en realidad no se cumplen porque somos una sociedad que discrimina por naturaleza.
Somos una sociedad que prefiere cerrar los ojos o voltear a otra parte con tal de no ver aquello que nos resulta molesto, incómodo, que altera nuestra zona de confort y preferimos no ver lo que en estricto sentido es nuestra responsabilidad.
En ese sentido, como sociedad, deben de generarse verdaderamente las oportunidades para su incorporación a una vida con dignidad, respeto y pleno goce de sus derechos humanos. Pensar, por ejemplo, en la creación de oportunidades laborales que, mediante mecanismos eficientes, se creen incentivos a los inversionistas que decidan emplear a las personas con discapacidad.
Hasta ahora los esfuerzos de estímulos a empresarios que contraten personas olvidadas siguen siendo limitados, ya sea por falta de difusión o porque en los hechos realmente pueden llegar a representar verdaderas cargas onerosas para las finanzas de las empresas.
Hay pocos instrumentos que pueden ser de utilidad en el tema de los beneficios fiscales a quienes empleen personas con discapacidad, como el caso de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, que en su artículo 222 establece una serie de beneficios para quienes contraten a personas con discapacidad.
La deducción del cien por ciento del ISR a quienes contraten a personas con discapacidad o bien que tengan más de 65 años de edad. La deducibilidad del cien por ciento a quienes inviertan en activos fijos para la estancia de personas con discapacidad ya sea en equipos, herramientas o bien en las adaptaciones físicas de los espacios para que los olvidados puedan moverse de manera segura en sus centros de trabajo.
Sin embargo estos mecanismos no se cumplen porque son poco conocidos, o bien, porque los especialistas fiscales terminan convenciendo a los empresarios de los pocos o bajos beneficios de llegar a cumplir con parte de su responsabilidad social.
Mientras los políticos en cada oportunidad usan y abusan de los olvidados, porque los incluyen en sus rosarios de buenas intenciones, millones de mujeres, niñas, niños y hombres permanecen prisioneros en sus cuerpos maltrechos, o atados de por vida a instrumentos diseñados para medio morir, sin que hasta ahora ocurra algo verdaderamente trascendente que les brinde un poco de calidad de vida.
Los olvidados son 5.7 millones en el país y en Aguascalientes poco más de 70 mil.