Hace no mucho trabajaba de reportero. Si nos ponemos románticos, uno nunca deja de ser de profesión reportera. Y si fuiste coloca micrófono profesional un rato, nunca dejas de ser periodista. Nah, en realidad no. Muchos colegas simplemente llegan a ponerle la grabadora en la boca al funcionario, toman sus declaraciones como noticia y llegan a pasar a texto dichas declaraciones sin buscar datos complementarios o tener siquiera el objetivo de realizar algo interesante para el lector. El mote de periodista supongo lo debe poner alguien más, no uno mismo. Hace no mucho leía a una persona en un lugar donde no debía (sorry, Julieta), que se quejaba acerca de “bajar de nivel”, de columnista a reportera. No lo creo, en primera como reportero sí te pagan y estás haciendo algo más que bajar ideas a un texto. Y en segunda, el 99% de la población no sabe la diferencia entre nota, artículo o reportaje, mucho menos lo que implica reportear.
Cuando le dices a la gente que eres reportero, de inmediato se imaginan a Clark Kent. De hecho tenía un compañero que a diario tenía puesto una especie de cosplay del Hombre de Acero, así que alguna razón buena ha de tener dicha suposición. En fin, después siempre te dicen que sí puedes hacer una nota acerca de un tema de poco interés o personalísimo. Mi favorita es cuando obviamente no han leído donde escribes y te preguntan si cubres nota roja. En realidad es un trabajo agradable cuando te gusta escuchar a los demás y aprender de muchos temas, no diría que es mi mayor pasión, pero sí entra en un top 10.
Pasa que volvemos a comentar House of Cards, ya que volví a ver algunos capítulos de la primera temporada y en verdad es risible el manejo de los medios que vemos desde el personaje de la mapachita Zoe Barnes, así como la idealización de la sala de redacción gringa. En la segunda temporada esa subtrama se va un tanto a la basura y más bien tenemos reporteros dentro de la casa blanca con presupuesto para seguir las giras, oficinas personales y encuentros directos con el jefe de prensa del vicepresidente. Para los que amamos los medios, eso es como pornografía, pero nada más alejado de la realidad.
¿Se acuerdan de XY? Era una serie del Once, la primera en la camada de originales dramáticas, que tenía intriga en una redacción (y salía Luis Gerardo Méndez, como siempre, con sexualidad ambigua). Yo no tenía ni dos meses viniendo a la oficina, para darme cuenta que todo lo mostrado era basura. Los trajes (¡como en Mad Men!), las oficinas en la colonia Roma, las entrevistas de portada grabadas en vídeo (porque no hay reportero), las portadas sin bullets ni código de barras y en sí la administración del medio. Ni hablar las ridículas historias que mostraban. Mucho psicólogo y doctor en la sala de guionistas, pero ni por salvar su vida pudieron mostrar un entorno realista o bien planteado.
En sí, la mayoría de las representaciones en cine o tele que se centran en un reportero, hacen una mezcla entre escritor maldito, periodista y filósofo. ¿Así nos queremos sentir los obreros de la información? ¿Tomando vino con café, usando bufandas y tenían apartamentos de 8 mil pesos al mes pero decir que somos pobrísimos? Tal vez es como cuando Judd Apatow casteó a Eric Bana como su avatar en Funny People. Algo aspiracional. Yo me quedo con Rita Skeeter en El Cáliz de Fuego, sí podemos ser así de exagerados y malpensados.
Bocadillo: ¿No les da curiosidad Eden? Busquen el trailer, es sobre el house noventero y que todos los caminos llevan a Daft Punk. Las reseñas son mixtas pero me comen las ansias.
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