Iguanas ranas / País de maravillas - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Las dos semanas anteriores estuve platicando acerca de traducciones. Les comentaba de muy buenos libros en otros idiomas que nunca llegan a ser traducidos al nuestro y de otros que sí lo son, pero con tantos regionalismos ajenos a nosotros (sobre todo españoles) que su lenguaje tampoco llega a ser familiar para los lectores más pequeños. También comentaba de algunas estrategias para hacer más comprensibles y amables esos libros (sobre todo para los niños y niñas que apenas empiezan a adentrarse en la lectura), porque, a fin de cuentas, muchos de ellos tienen lindas historias y nunca está de más que se amplíe nuestro vocabulario y que tengamos la noción de que hay otras formas de hablar nuestro idioma y de ver el mundo.

Sin embargo, esto no quiere decir que no haya buenos libros para niños y adolescentes escritos y editados en México. De hecho, en algún momento tendremos que hablar acerca del ascenso de la literatura juvenil mexicana y de la falta que hace que editores, librerías y lectores apuesten por ella. Es un tema que da para mucho y justo por eso no será el que toque hoy.

Esta vez, en cambio, voy a recomendar un libro para niños y niñas, hecho en México, que tiene varios guiños a nuestra cultura sin que por ello se vuelva oscuro o ininteligible para lectores de fuera de nuestro país. Se trata de Iguanas ranas, escrito por Catalina Kuhne y hermosamente ilustrado por Juan Gedovius.

Para empezar, el título: ¿cuántas veces no hemos usado ese giro para indicar que empatizamos con nuestro interlocutor? Estoy muy contento de que empiezan las vacaciones, nos dice alguien. Iguanas ranas, le respondemos, y un extratarrestre (o un extranjero) pensaría que somos maestros del non sequitur, cuando lo que estamos diciendo es “igualmente”, es decir, “yo también”. Sin embargo, la autora usa esa frase de un modo literal: las protagonistas de esta historia son una iguana y una rana que se han criado juntas y se consideran hermanas. Para más diversión, los nombres de estas dos personajas son Juana y Chana, lo que nos remite de inmediato a otra frase muy mexicana: “si no es Chana, es Juana”, que significa “si no es una cosa, es otra”; casi siempre refiriéndose a obstáculos o desgracias.

El dicho no tiene nada que ver con la historia: Juana y Chana no son desgracias ni obstáculos para nadie… excepto para los otros participantes en un concurso de cocina del reino animal: todos los animales saben que Chana y Juana son excelentes cocineras, por lo que, cuando una rinoceronta, oculta entre la multitud, lanza la idea de que Chana y Juana deben ser descalificadas por tramposas, todo mundo le hace eco y comienza el ataque contra este par. ¿El motivo? Que es un concurso de cocina para equipos de hermanos; y Chana y Juana no pueden ser hermanas si una es batracio y la otra es reptil. ¿O podrían serlo?

Este cuento nos pone a pensar en un montón de cosas: ¿qué es lo que nos convierte en familia de nuestros padres y hermanos, hermanas (y tías, primos, sobrinos, etcétera)?, ¿es simplemente una cuestión de genes o hay otra cosa que nos une en verdad?, si un par de hermanos no siempre se lleva bien, ¿quiere decir que son malos hermanos o que no se quieren?; y más allá de ese tema: ¿qué mecanismos hacen que una persona que podría ser amable y compasiva se una a una turba que busca dañar a otro? O bien: ¿por qué algunos, al sentirse en desventaja, hacen lo posible por anular a la persona (o a la rana y la iguana) que consideran una amenaza?

Pero, ojo: que se pueda pensar en todo esto no quiere decir que se trate de un libro moralino o simplemente instructivo: la historia es divertida, llena de sentido del humor, y las ilustraciones son verdaderamente adorables. Además, no nos receta uno de esos finales melodramáticos en los que el bueno gana sólo porque es bueno o porque ha sufrido mucho, lo que se presta también para otras reflexiones.

En resumen: yo me divertí muchísimo con la lectura y creo que ustedes también se la pueden pasar bien con esta historia publicada por Editorial CIDCLI. Por cierto, y antes de que se me olvide: este libro fue finalista del Premio Fundación CuatroGatos 2015 (un premio muy reputado, otorgado por una organización dedicada a la literatura infantil, y de la cual tendremos que platicar pronto por acá).

Ojalá se animen a echarle el ojo y, sobre todo, espero que lo disfruten tanto como yo.



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