Casa de Vida es una institución de servicio social que funciona con el objetivo claro de prevenir el suicidio. Es el resultado de la unión de voluntades y esfuerzos de la iniciativa privada. El servicio es totalmente gratuito porque se ofrece primordialmente a las clases sociales desprotegidas. Convivir con las personas que buscan ayuda nos ha permitido adentrarnos aún más en la realidad de nuestro pueblo. Entre los muchos elementos que nos caracterizan hemos encontrado uno muy destacado: Exceso de maternidad. Ya sabemos que los mexicanos tenemos un gigantesco complejo de Edipo nacional. Lo dejó claramente establecido Octavio Paz en su magistral Laberinto de la Soledad publicado en 1950. Bien, pues 65 años después el complejo no solamente no ha desaparecido, parece estar más grande. Año tras año el Hospital de la Mujer nos informa que aumenta el número de adolescentes embarazadas. Las notas rojas de los diarios nos avisan de los innumerables casos de violencia familiar, donde el hombre de casa golpea a su esposa e hijos. Nosotros observamos la creciente cifra de intentos de suicidio en mujeres. Dirá usted, ¿y eso qué tiene que ver con maternidad excesiva ? La adolescente se embaraza sin pensarlo dos veces con un novio jovencito, porque desea salirse de su casa y lo habitual es que se vaya a vivir con sus suegros, donde es bien recibida y mal tratada. O se embaraza porque se le antojó, después de haber estado con su novio o amigo en un baile o antro. Nuestras adolescentes siempre saben que pueden quedar encintas, pero no les importa. Las madres de familia soportan golpes, insultos y todo tipo de violencia de sus respectivos cónyuges, sin defenderse, para no dejar solos a sus hijos. Las esposas aguascalentenses no se divorcian por temor a que el marido les quite a sus hijos. Hay que mencionar que esa es la amenaza más frecuente. Cuando el esposo golpea a su mujer, le advierte que no lo denuncie ni le promueva el divorcio, porque en caso de hacerlo, le quitará los hijos, le quitará la casa y no le dará un centavo. Y la mujer siempre le cree. No sabe que eso no sucederá, porque es el juez quien lo determina. Pero al miedo a perder su maternidad la paraliza. Han aumentado los intentos de suicidio en mujeres porque sus hijos han crecido y no las necesitan, o porque sus hijos están famélicos porque no hay padre que les provea alimento. Las mujeres de los paisanos que viven en Estados Unidos reciben la visita de sus parejas una vez al año e invariablemente quedan embarazadas, aún cuando saben que una vez que el hombre regresa al otro lado de la frontera, se olvida de enviar dinero y sobre todo que no tiene presencia en el hogar y no cumple con su función de formador, educador y figura masculina. Pero no importa, para eso tienen madre, que los saca adelante, trabajando, educando, sufriendo. La educación sexual inició en México en 1974, con el Modelo de Educación Sexual (MES) implementado por el presidente Luis Echeverría, hace casi medio siglo. Desde entonces, nuestros jóvenes ya saben cómo embarazarse y cómo no embarazarse, y aún así lo siguen haciendo.
En resumen, una buena parte de la conflictiva social, psicológica y económica de los hogares mexicanos tiene como base la idealización del concepto de la maternidad llevada a niveles de abundancia de hijos, con muy poco padre, pero eso sí, con mucha madre.