Bueno, sí, con la educación se moldea al ser humano, su personalidad y por consiguiente su andar por la vida, esta educación no se adquiere en el aula, se relaciona más con las normas de convivencia social, es decir, la socialización, con la capacidad afectiva e intelectual de acuerdo a su entorno, a su cultura, donde se heredan costumbres que a la larga se convierten en tradiciones; entonces, quiero entender que la educación viene de casa, no del aula, lo que se ofrece en el salón de clase es la formación académica, la adquisición de conocimiento, desafortunadamente en la mayoría de los casos el fin último es la memorización para alcanzar un número que evalúe a quien se enfrenta al proceso.
Entonces, cuando revisamos estadísticas como la que publica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, que dicho sea de paso agrupa a 34 países, casi siempre encontramos a México en los últimos lugares de todo lo que mide dicha organización.
Una de las últimas mediciones coloca a la nación que es el ombligo del universo, es decir nuestro territorio, en el lugar 34 en materia de educación y seguridad, dicho sea de paso, nada que presumir. Quiero suponer, y lo subrayo, que dicha medición se refiere al desempeño y aprovechamiento de los estudiantes en las aulas y claro la calidad de los modelos educativos y la preparación y compromiso de los docentes.
Si a eso se refiere, entonces pudiera entender por qué nos ubican en el último lugar; otro dato que publica esta organización es que sólo el 40% de la fuerza laboral de nuestra tierra tiene un título de bachillerato contra el promedio de la OCDE de 74.6 por ciento. Entonces, si tu confidente soy y en secundaria voy… por lo menos la media nacional ya dejó de ser confidente.
Esto pudiera identificarse como un problema de educación no de formación académica, si el grueso de nuestra población solamente alcanza el nivel bachillerato las causas pueden ser variadas, los altos índices de pobreza en el país, comemos o estudiamos, estudiamos pero comemos mal, somos tantos en casa que se requiere que todos aportemos ingreso para poder subsistir, el dinero bien habido es escaso pero el crimen organizado me permite, aun y con mucho riesgo obtener el dinero de manera rápida que necesita mi familia para vivir medianamente. Es un problema social, que definitivamente no tiene su origen en el aula ni en la calidad de la formación que ofrece el sistema educativo, son necesidades básicas no cubiertas lo que detiene el acercamiento del mexicano a las aulas, más la apatía que últimamente se ha detonado entre las personas que pudieran estar incorporadas en los salones de clase, recuerda el término “nini”: ni trabajo ni estudio que tan de moda se puso hace algunos años. Y si el gobierno tampoco pone de su parte ofreciendo mayores empleos, mayor remuneración, garantizando la seguridad de la población, erradicando la corrupción, el panorama se torna poco alentador, ni los gobernantes ni los gobernados… qué solución se puede plantear.
En lo que se refiere directamente al sistema educativo, a la calidad que ofrece, tampoco tenemos mucho margen de maniobra, nuevamente, los números de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE dice que “el estudiante mexicano promedio obtuvo una calificación de 417 puntos en lectura, matemáticas y ciencias en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) cuando el promedio de la organización es de 497 puntos.
Con relación a la formación en el aula nuestra radiografía es igual o peor de difícil que en la primera que distingo; aquí es donde encontramos los conflictos magisteriales, los desacuerdos entre docentes y autoridades, los enfrentamientos, las marchas, las comparecencias, la reforma educativa inoperante, los conflictos de intereses y toda la basura que rodea el tema.
En días pasados, Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, en comparecencia frente a los señores senadores afirmó que la decisión de suspender temporalmente la evaluación docente no tuvo fines electorales, sino causas técnicas, así como cuando falla un juego mecánico en la feria, así de relevante, y eso ocasionó que el senador del PAN Carlos Romero Hicks arremetiera contra el secretario “Nos cree tontos o imbéciles, era inverosímil tal explicación”. Desde exigirle que ponga orden en el sector educativo hasta el reclamo de por qué después de 25 días iba a explicar los motivos de la suspensión de la evaluación docente, don Emilio se enfrascó en una discusión de bajo calibre y mire que duraron más de cuatro horas sumergidos en un tema de interés medular que desafortunadamente se quedó en quejas, reclamos y explicaciones a manera de defensa por parte del responsable de la educación.
Y mientras ese escenario era digno de una película donde los hombres de traje defienden los intereses de su pueblo y el malo es derrotado, en las calles miles de maestros dejaban las aulas como cada semana, cada mes, cada año, cada sexenio para manifestar su inconformidad por la evaluación que se les aplicará, por los salarios, por el trato injusto, por la desaparición de 43 estudiantes de una normal rural, por que apoyan a “Antorcha Campesina” , porque apoyan al Peje, por lo que sea, literal por lo que sea, mientras las aulas vacías, los estudiantes en espera de recibir lo que por derecho constitucional les corresponde.
Entre la educación que se adquiere en el hogar, la formación académica, el sistema educativo, la forma de gobernar a México y las intenciones de tener un pueblo inculto, no veo otra manera de romper el círculo vicioso más que con acciones y hechos que emanen del hogar, redoble esfuerzos para que los suyos adquieran mayor conocimiento del que ahora reciben, edúquelos para triunfar no para subsistir, edúquelos para apoyar, para crecer, para ganar dinero, claro está, no los eduque para seguir con los patrones que hasta ahora nos han llevado a vivir un México de habitantes obsolescentes dinámicos y con los ojos vendados.
en Twitter: @ericazocar
