Cinefilia con derecho / Sociedad y gobierno: el binomio anticorrupción - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Tal vez uno de los asuntos más complejos del mundo en su integridad es la lucha contra la corrupción; el flagelo de corte universal ha sido reseñado en el cine mexicano de manera constante, ya sea de corte caciquil, sobre generales corruptos, todo el entorno del movimiento del 68 y más recientemente el tema del narcotráfico y las implicaciones de la autoridad. De manera concreta me quedo con tres, la farsa México 2000 (1983, Rogelio A. González) protagonizada por un Héctor Lechuga en su apogeo, la relativamente reciente La Ley de Herodes de Luis Estrada (1999) pero la favorita será indudablemente la sátira Calzonzin Inspector (1974) de Alfonso Arau, aunque debo confesar que el cine del padre del rockero mexicano Sergio Arau (fundador del guacarock que hizo famosa a la agrupación Botellita de Jerez) no me gusta en ninguna de sus vertientes, salvo esta cinta. Basada originalmente en el comic de Rius Los Supermachos se enfoca en las peripecias que tiene que pasar el corrupto alcalde de un pueblo perdido, cuando se entera que un inspector federal disfrazado aparecerá en su reino y lo podría destronar. Calzonzin por su parte es un pobre indio que huyendo de su tierra porque el cacique trata de asesinarlo junto a otros revoltosos que cuestionan su poder, llega a San Garabato, donde es confundido precisamente con el inspector. A partir de este momento el alcalde organizará un recibimiento apoteósico y simulará las más descabelladas situaciones con tal de hacer creer al inspector que todo en el pueblo marcha excelente, a pesar de los abusos y excesos que se cometen ya no digamos por la autoridad sino por los poderes fácticos: la Iglesia, el cantinero,  el terrateniente, el de correos, etcétera. A partir de la secuencia donde se comienzan a rendir tributos a Calzonzin, la cinta no tiene desperdicio, lo mismo entregando las llaves de la ciudad en una ceremonia digna de unos tradicionales 15 años de pueblo, que plasmando el rostro del visitante distinguido en enormes retratos y cientos de carteles.

Según diversas páginas de Internet Rius no quedó conforme con el producto e incluso algunas afirman que esto provocó una enorme enemistad entre él y el cineasta mexicano; aunque a fuerzas de decir verdad Arau (que no sólo es escritor y director del filme) en su interpretación de Calzonzin es prácticamente una copia del personaje del monero mexicano. Arau hace muchos guiños divertidos a situaciones cómicas de la propia trama, el que más me gusta es una secuencia donde el invitado conoce a la esposa del presidente municipal que es excesivamente coqueta; a la par el grupo coral de la escuela canta a capela un muy buen arreglo de Aventurera de Agustín Lara (obviamente dedicada por el director del coro a la mujer) hasta que ella indignada solicita al marido pare la música. Sin embargo, pareciera que la corrupción no tiene solución y es que todos caen en ella: el médico, el carcelero, el de correos, el sacerdote, el cantinero, el presidente municipal. Peor aún, un grupo de campesinos afectados por esta corrupción, buscan al inspector para pedirle acabe con el cacicazgo de don Perpetuo, para lograrlo sobornan a Calzonzin dejándole cientos de regalos. Por cierto, esta misma idea de corrupción sistémica es la base de las cintas de Luis Estrada donde ninguno de los participantes se salva de participar en el cochupo.

¿Cómo combatir este mal? Desde hace años se vienen haciendo esfuerzos importantes, las leyes de fiscalización, de contabilidad gubernamental y de transparencia. Sin embargo tal pareciera que todos estos intentos necesitan ser apuntalados por acciones de la propia sociedad. La semana pasada se efectuó la Quinta Reunión Nacional de Contraloría Social; además de los pares gubernamentales inmiscuidos en el tema, acudieron organizaciones civiles que han demostrado ser proactivas en la participación y actuación de combate a la corrupción, como Transparencia Mexicana, Fundar entre otras. Precisamente esta es una de las principales conclusiones de la reunión: es urgente que la sociedad se inmiscuya más en las labores de vigilancia.

¿Es nuestra sociedad corrupta de manera endémica como proponen Arau y Estrada? No lo creo, sin embargo, si a la propia sociedad no nos queda claro que tiene que inmiscuirnos en los asuntos gubernamentales y levantar la voz cuando se cometan errores, entonces sufriremos las mismas consecuencias que el pueblo de San Garabato. En el epílogo vemos llegar un elegante carro del cual desciende un funcionario intimidante, ahora sí es el inspector que todos creen meterá en orden al pueblo entero ¿Necesitamos como sociedad esperar esta figura impositiva? Más aún, ¿será realmente la solución? La forma en que la cinta deja abierta la trama, pareciera así indicarlo. En lo personal creo que cualquier figura o mecanismo legal no bastará por sí mismo sin la participación social.


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