Tengo Miedo / La fórmula del café con leche - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El miedo cultiva miedo

Byron Janis

Ahora recuerdo uno de los primeros videos que se difundió ampliamente por el espacio virtual y que trascendió a la televisión por su singular contenido. Era  un ciudadano de Chihuahua que inmortalizó aquella frase de: “tengo miedo” que en su momento fue transmitido, primero en el noticiero del canal 2 de Ciudad Juárez, luego las televisoras nacionales también le dieron amplia difusión.

Era un sujeto al que le fue aplicado el alcoholímetro ante la sospecha de que se encontraba en estado de ebriedad (y que dio, por cierto, sólo aliento alcohólico). “Tengo miedo”, decía una y otra vez y más veces, por lo novedoso del sistema de detección de alcohol en conductores.

Ahora quiero compartir con mis amables lectores de La Jornada Aguascalientes un tema que trata justamente del miedo que los ciudadanos sentimos ante la inseguridad.

La definición más simple del concepto “Miedo” nos la da la Real Academia de la Lengua Española: “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”.

Cada vez más aguascalentenses vivimos en permanente perturbación angustiosa del ánimo a consecuencia del clima de inseguridad que prevalece entre la sociedad por el temor a ser víctima de la delincuencia.


Si bien es cierto que la cantidad de delitos denunciados ha disminuido, la sensación de inseguridad se mantiene en rangos muy elevados que refuerzan el miedo que la sociedad experimenta.

Esta aparente contradicción, entre menor cantidad de delitos y el crecimiento del miedo,  tiene una sencilla explicación y que poco está relacionada con la difusión de hechos delictivos a través de los medios de comunicación, sino que está relacionada con la realidad tangible como la prevalencia de numerosos hechos delictivos que en la vida real suceden pero que no se denuncian.

Para el año 2013, el secretariado nacional de seguridad pública registró (con información de la Procuraduría General de Justicia del Estado) un total de 22 mil 85 delitos, apenas mil 852 delitos menos a los reportados el año anterior y que fueron 23 mil 937. Sin embargo, para ese mismo año, el INEGI, en su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2013 revelaba que apenas 31 por ciento se sentía seguro, cuando el año anterior 60 de cada 100 encuestadas afirmaba sentirse seguro.

¿Cuál es la razón por la que de un año a otro hubo más aguascalentenses sintiéndose más inseguros a pesar de la disminución de los delitos?

La razón es simple de comprender, pero muy difícil de digerir desde una perspectiva social. El fenómeno delincuencial lleva aparejado una serie de factores que lo hacen quizás el aspecto más complicado de entender por parte de las autoridades, por tanto, su solución está cada vez más distante de solucionarse.

Existe un factor que hasta hace poco comenzó a ser medido por instituciones como el INEGI y que en la Envipe queda consignado con mucha claridad y me refiero a la famosa Cifra Negra de delitos ocurridos pero nunca denunciados.

Para este mismo año en cuestión, el 2013, la cifra de delitos en Aguascalientes alcanzó los 267 mil 844. Esta cifra manejada por el INEGI se muestra bastante conservadora ya que nos indica que por cada delito denunciado en ese año, hubo once que fueron denunciados. Este impacto brutal de cantidad de delitos un promedio de 30 por hora, constituye un fuerte aliciente para mantener en el ánimo de los ciudadanos la percepción de que la situación de seguridad no marcha bien.

Es frecuente que seamos víctimas de robos de celulares, bolsos, que nuestros autos sean cristaleados o que recibamos amenazas de extorsión sin que nadie acuda a denunciar. La enorme mayoría de estos delitos no son denunciados porque en esencia la gente considera una pérdida de tiempo y que no recuperará lo perdido o porque vincula a las autoridades policiacas y ministeriales con los mismos criminales, situación que desalienta la denuncia.

De los delitos sí denunciados y que son de gran impacto para las personas podemos referirnos a los robos de casas habitación que en promedio, durante los últimos cuatro años, cada año se cometen tres mil 200; de asaltos violentos a negociaciones en promedio anual es de 186 atracos (un asalto un día y otro no) en donde son empleadas armas y la violencia física casi siempre está presente.

De los robos de autos, en los últimos cuatro años han sido hurtados un total de 6 mil 748 automotores, lo que promediado por el número de días nos arroja un total de cinco autos por día. De estos robos con violencia, en donde se emplea generalmente armas de fuego, ocurren 70 cada año.

Los ciudadanos seguimos cambiando de hábitos de vida, las personas han dejado de usar joyas, no visten la ropa que en verdad desearían para no atraer a los delincuentes, se transportan en los autos más sencillos que pueden y quienes poseen autos de lujo simplemente  los mantienen en sus cocheras o bodegas.  Han dejado de caminar por ciertas partes de la ciudad de noche y aseguran sentir cada vez más miedo que les impide gozar de la supuesta paz y tranquilidad que tanto pregona las autoridades municipales, estatales y federales.

Tengo miedo.

 


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