Es increíble, resulta inverosímil como un afroamericano nacido en 1925, años difíciles para quienes su color de piel representaba el curso que habría de tomar su vida, tuvo la oportunidad de ganarse el reconocimiento y la admiración, no sólo de la comunidad artística, sino de, incluso, la clase política de su país. Pero así es BB King, un humilde muchacho que creció en los guetos afroamericanos en la región del Delta del Río Mississippi, me imagino, no lo sé, que en su infancia y primera juventud, padeció de la desgracia que significa nacer en los Estados Unidos con el color de piel oscuro. Vejaciones y humillaciones parecían ser lo normal, algo de lo que ni siquiera tendría que sorprendernos. En ese entorno difícil y hostil creció BB King, me imagino que en más de una ocasión se le prohibió la entrada a algún lugar al que sólo se aceptaban blancos, sin duda eso le pasó a él y a otros músicos de blues que por su color de piel eran segregados en su propio país.
Pero ya ves, el blues hizo de BB King una leyenda, un protagonista de la historia de su país, además, fue la principal influencia de toda esa generación de músicos ingleses de los años 60. Imposible entender a John Mayall, a Peter Green, Mick Fleetwood y John Mcvie, imposible entender a Jimmy Page, Jeff Beck, Stevie Winwood, Mick Jagger y Keith Richards, pero sobre todo nos resulta incomprensible Eric Clapton, sin la incuestionable presencia de BB King. Cierto, detrás de Clapton hay varios maestros del blues, en primera instancia John Mayall, seguramente su primer maestro, con él tocó al inicio de su carrera, seguramente trabajando con él aprendió muchas tablas útiles en el escenario, y muchos otros más. Por supuesto que también Clapton fue maestro de otros muchos, pero detrás de todos esos que ya mencioné líneas arriba, está BB King con toda su majestad y su grandeza, con su voluminoso cuerpo vestido con un saco verde brillante, aunque no tan brillante como su talento. Un pantalón negro, su inseparable Gibson que él llamaba cariñosamente “Lucille” y su rostro sonriente, siempre, invariablemente sonriente. La mirada de una persona que ha sabido enfrentar todas las adversidades que se le presentaron, muchas sin duda, y que las pudo vencer todas, ahora sonríe con satisfacción y se dispone a disfrutar plenamente de la vida, con todo merecimiento, con toda esa legión de seguidores y admiradores detrás de él, porque a sus 89 años de edad, seguía trabajando, seguía haciendo blues, es decir, seguía viviendo.
Lo primero que hice el viernes 15 de mayo después de despertar, fue encender el televisor para ver los cuartos de final del abierto de Roma, debo decirte que desde la infancia soy un apasionado del tenis y procuro seguir todos los torneos que se transmiten por televisión. Jugaban Djokovic contra Nishikori, en un corte cambié el canal a un noticiero justo en el momento en que se daba la noticia, BB King acababa de morir en Las Vegas, Nevada, yo ni siquiera me di cuenta, fue mi esposa la que me dijo: ¿ya escuchaste?. Un poco más tarde me puse a buscar más información en internet y ahí estaba todo, me sacó de onda. No hace mucho que dediqué un Banquete a este personaje, recuerdo que lo titulé Pagando el precio de ser el jefe, y mencionaba justamente el hecho de que este año 2015, el 16 de septiembre para ser preciso, BB King cumpliría 90 años de edad, y de repente la noticia, pues sacude, ¿no crees?
Entre la información que vi en internet estaba el testimonio de algunos políticos de los Estados Unidos, todos ellos lamentando el fallecimiento de esta leyenda. No pude evitar sonreír al pensar en el hecho de que aquel que en su infancia y juventud debió haber sido humillado y rechazado por las leyes de su país que consideraban indigna a una persona por el color de su piel, ahora él mismo era reconocido y premiado por los políticos de su país: George W. Bush, Bill y Hillary Clinton, entre otros, congresistas o politólogos que expresaron su admiración por BB King. Especialmente me gustó lo que mencionó el presidente Obama: “The blues has lost its King”, (el blues ha perdido a su rey), y sí, de eso no hay duda. Ya hace mucho que el rock perdió a su monarca, Elvis Aaron Presley murió el 16 de agosto de 1977. El 6 de julio de 1971 el rey del jazz, Louis Armstrong, dejó de existir, ahora el blues, efectivamente, ha perdido a su rey.
No sé qué tan cuestionable pueda ser esto, no lo sé, habrá quienes digan que Muddy Waters es el rey del blues, sin duda, habrá argumentos que avalen este comentario, o habrá quien defienda con toda justicia a Willie Dixon, a T. Bone Walker, a Howlin’ Wolf, por supuesto, a Albert King, Robert Cray, en fin, todas estas luminarias del blues tienen todos los merecimientos para ser considerados monarcas del blues, pero en lo personal pienso que ninguno de ellos tuvo el contundente impacto sobre toda la generación de músicos británicos en los años 60 y 70, ni Albert King o Willie Dixon, con toda la grandeza de su música y la indiscutible influencia sobre esos mismos músicos, como la tuvo BB King. Salvo tu mejor opinión, creo que el presidente Obama tiene razón, el blues ha perdido a su rey.