- El hábito de la lectura no debe forzarse, sino inculcarse con el ejemplo
- La literatura produce una impresión profunda y duradera, sino no, no es literatura
Como académico y profesional en las letras, la gramática, la literatura y el derecho, la Universidad Las Américas homenajea a Felipe San José González, al llamar a un premio en materia de fomento a la lectura y creación de productos editoriales con su nombre, esto a través de su fundación Yo amo la lectura.
En entrevista para La Jornada Aguascalientes, el miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, aclaró que aquel mito maldito que tiene México sobre la lectura es falso, “no es cierto que en México no se lea, todos leemos”, hasta la persona que no sabe leer texto lee imágenes, es el ciclo de la comunicación.
Durante una charla con el dueño de Excélsior, se le mencionó que los jóvenes eran el sector que más libros le compraba a la empresa, sobre todo poesía y novela; aunque por su vida profesional se acostumbró a leer al menos cinco o seis libros al mes, hay jóvenes que tiene un promedio de un libro al mes lo cual es saludable para su nivel de cultura general.
El problema más grave que tienen los proyectos gubernamentales de fomento a la lectura es que al basarse en la idea de que no se lee, obligan al niño o a los jóvenes a tomar una lectura pesada y difícil como El Quijote, “leer por obligación, a fuerza o por imposición es contraproducente, es como si los vacunaras contra la literatura, hasta hartarlos para que no la vuelvan a tocar”.
Y es que González puntualiza que el hábito de la lectura no se puede obligar ni inculcarse con solo palabras, sino por medio del ejemplo, siendo de vital importancia que los padres de familia les lean a sus hijos y que desde muy pequeños vean que en casa hay libros físicos y no sólo que estén de adornos, sino que vean que sus padres los leen y se los comparten.
Desde las instituciones, el trabajo no sólo es con las tareas o ejercicios simples en clase, sino crear círculos de lectura, el leer diversos títulos en grupo para comentarse, hacer todo un trabajo de pronunciación en equipo para despertar el interés en el alumno.
Refirió su curiosidad sobre la situación que pasa con tres de los libros más editados del mundo, pero que a su vez son los menos leídos: La Biblia, El Quijote y el Manifiesto Comunista. “Todo mundo habla de eso y nadie los lee, es curioso”.
Las redes sociales y el internet vs el libro físico
Para este amante de la lectura, el libro en físico siempre será consumido, en primer lugar porque a las personas adultas, como él, les es muy cansado leer un libro en pantalla, celular o tableta, “para los viejos como yo es pesado, latoso y cansadísimo”. En segundo lugar, los jóvenes están comprendiendo lo que significa tener un libro en las mano, “acariciarlo, olerlo -ese olor a tinta un poco picante- esto es una sensación que no se puede dar en ninguno de sus medios electrónicos”.
Por ejemplo, El llano en llamas, de Juan Rulfo, lo leyó por primera vez en un trayecto en el metro, en el Distrito Federal y el libro de Vivir para contarlo, de Gabriel García Márquez, lo acabó en las once horas de avión de México a España durante un viaje a un Congreso, “ven, se puede leer en cualquier sitio, pero con el libro en físico porque acuérdense que en un avión el celular no se usa”, y así detalló varios ejemplos de por qué el libro físico tiene cualidades que le ganarán siempre a lo digital.
Las redes sociales también pueden ser una gran herramienta para el fomento a la lectura y promoción de la misma, si se usan correctamente, en ellas pueden recomendarse libros, comentar títulos, hacer círculos de lectura vía Facebook o Skype, incluso entre grupos de personas de distintos lugares geográficos, “las instituciones incluso deberían de aprender a usarlas como medio de promoción de la lectura, son una maravilla si se usan bien”.
Entre las lecturas que marcaron su vida
“Híjole, no acabaría nunca pero, bueno, podría empezar con La Biblia y El Quijote que yo sí lo leí y me gustan, el Manifiesto Comunista no, porque es muy cansadito (recalca entre risas); las novelas de García Márquez -sobre todo Amor en los tiempos del cólera– Jaime Sabines, toda su poesía; Ramón López Velarde, Sor Juana, Agustín Yáñez.
En mi vida profesionalmente he tenido que leer muchísimo, algunos me han marcado profundamente, siempre he dicho que la esencia del arte, la estética, es lo que produce un sentimiento, por eso yo digo que lo que hace la literatura es aquello que produce una impresión profunda y duradera; sino no, no es literatura, y mire que hay mucha basura por ahí”.