Infancia impredecible / Martín Orozco Sandoval en LJA - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Todos suponemos que son nuestras niñas y niños la esperanza de una mejor nación, con menos violencia, mejor desarrollo y menores niveles de contaminación ambiental.

Sin embargo, pareciera que los adultos apostamos a un cambio cómodo al no estar dando el ejemplo apropiado ni generando las condiciones que más requieren para convertirse en los grandes transformadores de México; en los diseñadores de un país de avanzada en el que prevalezca el respeto a las leyes y la justicia social.

Decía Albert Einstein que “la palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices”. Bajo ese argumento yo me pregunto, ¿qué tan felices son hoy nuestros niños cuando se muestran más vulnerables a la pobreza, a ser víctimas de la delincuencia y a todo tipo de explotación?

Se han vuelto común los rostros de niñas y niños afligidos por el hambre, la desintegración familiar, la violencia, la desesperanza por ya no disponer de tiempo para estudiar y jugar.

Niñas y niños con expresiones de tristeza al tener que sacrificar los primeros años de su vida para ser parte del sustento, soportando en todo momento la explotación. Tan solo en Aguascalientes más de 22 mil menores de edad trabajan para contribuir con los gastos del hogar.

El panorama de la infancia es complejo, porque así lo hemos vuelto los adultos con nuestra insensibilidad e indiferencia,  creemos que a ellos les toca aportar todo su esfuerzo para que México cambie.

Nuestra aplicación por dar todas las garantías para una infancia feliz dista mucho de los resultados. Comienzo por remitirme a la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada de forma unánime por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 1989, en lo que  se transformó en el primer instrumento internacional que establece que todas las niñas, niños y adolescentes, sin ninguna excepción, tienen derechos y que su cumplimiento es obligatorio para todos los países que la han firmado (incluido México, que la ratificó en septiembre de 1990).

Con la Convención internacional, los niños y niñas dejan de ser simples beneficiarios de los servicios y de la protección del Estado, pasando a ser reconocidos como sujetos de derecho. Lo anterior hace necesario desarrollar políticas públicas destinadas a ofrecer el mayor número de programas y recursos posibles para la niñez y la adolescencia.

Por definición, el principio del interés superior del niño o niña, también conocido como el interés superior del menor, es un conjunto de acciones y procesos tendientes a garantizar un desarrollo integral de la infancia mediante una vida digna, la cual contempla todas las condiciones materiales y afectivas que les permitan vivir plenamente y alcanzar el máximo de bienestar posible.


Se dice que el interés superior del niño es un concepto triple: por un lado es un derecho, pero también es un principio y una norma. En todos los casos se debe presentar la evaluación y determinación del interés superior ofreciendo todas las garantías procesales correspondientes. Lo anterior implica dejar patente y explicar cómo se ha respetado y se ha hecho prevalecer este derecho en las decisiones que les competen.

Remitiéndonos al sentido mismo del verbo “prevalecer”, éste implica, necesariamente, que entre dos o más intereses contrapuestos en casos concretos; uno (el del menor) tiene prioridad en caso de no encontrarse una forma de armonización o conciliación; por lo mismo, los derechos e intereses conexos de los padres y otras personas relevantes se deben tomar en consideración siempre en función del interés superior del menor. Sólo se satisface plenamente este derecho cuando los menores son  titulares del derecho fundamental a formar parte de una familia, por lo cual su situación debe ser estudiada en ese contexto real de sus relaciones con sus padres, maestros y demás actores cercanos e interesados.

Las distintas estructuras de familia ¿tienen consecuencias semejantes en el bienestar de niños y adultos, o algunas propician con más facilidad el cumplimiento de los derechos del menor? En las sociedades democráticas, las familias diferentes tienen consecuencias distintas en el bienestar de niños y adultos (Diferencias significativas en términos estadísticos y de apego al interés superior del niño).

Las niñas y niños de las familias formadas por una pareja estable, con hijos biológicos de ambos, tienen un 84.9 por ciento de mayor bienestar significativo, según una amplia investigación de la UNAM. Es decir que las familias con papá y mamá casados con hijos son el ámbito más propicio para el cumplimiento de los dictados de la Convención sobre los derechos del menor.

Debemos, en países como el nuestro que necesitará de sus familias para afrontar las inminentes transiciones que se presentan, fortalecer al máximo posible aquellas estructuras que las hacen colectivos más sólidos y apegadas al interés superior del niño.

Necesitamos retomar una formación en valores, misma que debe darse desde el hogar, pero estar vigente en las escuelas, las calles y centros de trabajo. Insisto, un buen ejemplo y dedicarles el tiempo que necesitan los niños para entender su realidad, es lo que nos permitirá construir un Aguascalientes y un México mejor.


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