Lamentablemente México y, en consecuencia Aguascalientes, enfrenta una de las peores situaciones económicas de los últimos tiempos. Es común escuchar que pareciera que nuestro país repite el esquema que se tenía en los 90, previo a la gran devaluación que propició el llamado crack financiero. Pareciera que México vive un déjà vu.
Es un hecho que el salario, como lo hemos tratado con anterioridad, estimado lector, no es suficiente para poder sobrevivir. México se encuentra hoy una vez más sumido en un estancamiento económico, como nunca los anuncios de decrecimiento suenan ya a la nota del día.
Negocios, grandes y pequeños, no ven ganancias; los jóvenes tienen que dejar sus estudios para trabajar pues la retribución de sus padres ya no cubre los gastos de los servicios básicos y es necesario buscar un ingreso más. En Aguascalientes nos duele cada vez más esta condición.
Durante mi tiempo como estudiante alguna vez llegué a escuchar que el pueblo tiene el gobierno que merece. Debo admitir que un principio no estaba de acuerdo con esta frase, para ser honesta, no me había detenido a pensarla conscientemente. ¿Cómo íbamos a tener el gobierno que merecemos? No concebía la idea de que las injusticias, abusos y corrupción que enfrentábamos y, que la vieja escuela del partido totalmente palacio siguiera vigente como si los años no hubieran pasado, y que todo esto fuera culpa de nosotros como pueblo.
Poco tiempo después encontré mi vocación: cuestionar y descubrir la verdad. Con el paso de los años como periodista comprendí que no bastaba solamente con luchar por la veracidad de las cosas, sino aportar nuestro granito de arena y, si está dentro de las posibilidades, ser la voz de los demás, pero ser una verdadera voz, aquella que hable y señale lo que ve mal.
Hoy, como representante popular, tengo claro que en el tema de corrupción, de crecimiento, de aportar, de limitar, de avanzar o retroceder somos responsables todas y todos, el gobierno, la sociedad, los políticos, los juristas, todos. Y de todos depende hacer el cambio, que valgan las acciones y dejar atrás esta indiferencia ante la opacidad.
Sé que a muchos ciudadanos, con simpatía por este PRI que huele aún a corrupción y ambición, les molestan las afirmaciones sobre su pésimo trabajo en la presidencia de la República, sin embargo, no por ello dejaré de decir lo que pienso como lo pienso.
México está viviendo un déjà vu, pareciera que el tiempo se detuvo en los 80 y 90. Hoy hemos vuelto a escuchar palabras como endeudamiento, devaluación, crisis económica. Hoy parece que lo único que interesa es dar al pueblo circo, maroma y teatro para distraerlo de la realidad y mantenerlo en estado de pasividad. Baste revisar cifras y datos.
En la próxima entrega mostraré un comparativo estadístico del México ochentero y noventero, y del México de Peña Nieto. Verán que no hay mucha diferencia. Vamos retrocediendo.