Comienzan de nuevo las campañas, para todos aquellos que estamos inmiscuidos en este ambiente, ciertamente es hora de mudar de face nuestro estado civil a “en campaña”. Y es que todos los que hemos vivido con pasión los procesos electorales desde alguna trinchera de un partido sabemos que efectivamente estar caminando en las calles, apoyado a algún candidato, sin horarios laborales fijos, provoca que se pierda la noción del tiempo y el espacio. A todos sin excepción nos ha costado más que dinero, tiempo y esfuerzo; en lo personal, por ejemplo, en dos de tantas refriegas mi hoy esposa estuvo a punto de terminar conmigo porque de plano me la pasaba de tiempo completo en el bunker, haciendo las más disímbolas actividades: trazando rutas, señalando puntos, refiriendo secciones electorales donde ya se contaba con representantes de casilla, incluso a veces preparando los lonches para las brigadas.
En el ámbito cinematográfico la campaña que más me gusta es por supuesto la que emprende Cantinflas en Si yo fuera Diputado (1952), donde después de que don Andrés Soler le da unas cátedras de abogacía, ayuda tanto a la gente que terminará enfilado para ser candidato a diputado, con un lema político que es seguramente el más hilarante del cine mexicano “Cantinflas: él es como tú y conoce tus problemas”, y es que Mario Moreno, conocedor de la caja negra que es la política mexicana en su conjunto (había sido secretario general de la otrora poderosa ANDA de 1942 a 1944), podía satirizar portentosamente una campaña política.
No comprendo ni entiendo dónde van los que incitan al boicot o al abstencionismo, me sorprende en especial esa posición de Sicilia ¿Qué rumbo tendría el no ir a votar? Si fuera refundar el Estado, no veo claro cómo se podría lograr, máxime porque los principales actores políticos (entiéndase en general lo mismo partidos que sociedad, medios de comunicación, empresarios etc.) no parece que estén de acuerdo con dicha idea. Por otra parte el boicot se ve más cercano al anarquismo y a la revolución, ideas que no tienen cabida bajo ninguna forma en México. Luego, nuestra única salida es mediante elecciones democráticas; que sí tienen sus asegunes y sus problemáticas, no lo dudo, pero fuera de un par de países de primer mundo no creo que exista en la tierra una democracia que no tenga peculiaridades y errores lo mismo sencillos que aberrantes.
Dentro de toda la pléyade de propuestas que abundarán, para mí la mejor es la que encabeza el Partido Revolucionario Institucional, sus principios están muy claros en sus documentos básicos, es popular, democrático, progresista e incluyente, comprometido con las ideas de la revolución pero sobre todo con la socialdemocracia. Y la palabra que fue adicionada hace un par de años no es menor, implica un alejarse de viejas estructuras e ideologías para centrarse en un concepto que se entreteje entre el liberalismo y el socialismo. Que si hay errores en el partido, es lógico, que si algunos militantes no estamos de acuerdo con algunas decisiones (la de Carmen Salinas o la de Cuauhtémoc Gutiérrez) es natural, en la gran familia revolucionaria no tenemos por qué pensar todos igual, sin embargo esta idea de unidad permea tan fuerte que nos podemos sobreponer a esta clase de divergencias.
Creo en el PRI porque sus gobernantes han sido en su mayoría excelentes estadistas, lo mismo Enrique Peña Nieto y sus reformas estructurales, nuestro gobernador ingeniero Carlos Lozano de la Torre, impulsor de un crecimiento económico sin igual de nuestro estado que nos consolida a nivel mundial como un gran centro automotriz, y claro que Lorena Martínez y su ya referente internacional Línea Verde. Obvio que sólo menciono algunos de los logros más importantes, pero si hiciéramos recuento de obras, la lista sería interminable, es tan sencillo como que el lector haga un ejercicio simple, piense en cuáles son las obras públicas más impactantes que se han hecho en el estado y verá que todas ellas son emanadas de gobiernos priístas.
Es momento de que el ciudadano asuma un criterio para valorar propuestas, resultados en una balanza y que tome una decisión. Los partidos por su parte tienen la obligación de elevar lo más posible el debate público, hace unos días nuestro presidente Paco Guel lanzó una muy buena idea: firmar un pacto de civilidad, a lo que algunas fuerzas políticas, en especial el PAN, tuvo miedo. Y es que debe quedar claro, si bien ciertamente la ley no se pacta, el pacto tiene una connotación moral y ética, extender la mano y de caballeros entablar un compromiso, si no pueden o no quieren hacer esta declaración, sus razones, no muy transparentes, tendrán. En el PRI seguiremos luchando y trabajando para transformar a México.