Para cambiar radicalmente el comportamiento de un régimen
tenemos que pensar con claridad y audacia,
porque si algo hemos aprendido es que los regímenes
no quieren que los cambien.
Tenemos que pensar más allá de lo que lo hicieron
quienes nos han precedido y descubrir cambios tecnológicos
que nos den valor para actuar de formas
que nuestros antepasados no pudieron.
Julián Assange
Por definición la palabra hackear de origen anglosajón -con raíz en el término Hacker nacido en 1962 ligado al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts)- hace referencia a la acción de explorar y buscar las limitantes de un código o una máquina, también puede referenciarse a la acción de irrumpir o entrar de manera forzada a un sistema de cómputo o una red, también conocido como crackear. Hackear es entrar a un sistema irrumpiendo en él para llevarlo al límite establecido previamente con el fin de cuestionarlo, ver sus fallas y deficiencias, explorar sus puntos más débiles, ya sea para utilizarlo en beneficio propio o colectivo o para mejorar ese sistema mediante la forzada irrupción en sus prácticas establecidas.
El periodista estadounidense Steven Levy analiza de manera ética el tema hacker, donde se pone de manifiesto que una de las principales acciones de hackear es la generación de libre acceso a la información y el código fuente del software, a su vez enumera principios básicos para esta actividad; el acceso a los computadores debe ser ilimitado y total, toda la información debería ser libre, promover la descentralización y desconfiar en las autoridades. Hackers: heroes of the computer revolution (1984).
Sin embargo la definición de hackear es variable de acuerdo a la posición ideológica desde donde se le mire y desde donde se le pronuncie. Para los conservadores del sistema, el establishment, los poderes fácticos, las élites del poder político y comunicacional, los monopolios empresariales y religiosos, el que alguien ajeno a su esfera sea capaz de infiltrarse en un sistema para cuestionarlo fractura uno de sus pilares más valiosos; la posesión de información y el ocultamiento de datos. Por lo cual escuchamos llamar desde los gobiernos y los medios a los hackers como “criminales informáticos”, ya que éstos ponen en riesgo -según nos dicen- la seguridad de las instituciones y los sistemas, mayormente financieros, instituciones bancarias, sistemas militares y comunicación entre entidades gubernamentales.
La otra cara está en el activismo social, político e ideológico de los hackers, formando una perspectiva más amplia del término y también dando pauta a la fundación de un movimiento informático en los comienzos de este siglo llamado hacktivimo, el cual busca tener acceso libre a la información, al desarrollo de software libres para la mejora en diferentes ámbitos como la cultura, salud y telecomunicaciones -por nombrar algunos-, así como generar una red de conocimiento global sin restricciones, originando espacios autónomos denominados hacklab o hackerspace, instancias de diálogo en donde se arma un entramado de conciencia colectiva que promueve la libertad del conocimiento y la justicia social por medio del acceso verdaderamente transparente a la información y las tecnologías desarrolladas.
Hay una lucha que se está dando con la web como escenario, sin embargo aunque ahí sea el campo de batalla, las infiltraciones de los hackers en los sistemas de orden mundial han puesto a los gobiernos en tela de juicio y han develado sus acciones, también han quebrado el paradigma de la posesión intelectual del conocimiento, planteando una sociedad en donde la información sea para beneficiar a la mayoría posible y no a algunos cuantos que haciendo uso de ella la exploten para beneficios corporativos y no comunitarios. Esto genera un resquebrajamiento en el principal ideal capitalista; la propiedad. La polémica del tema desde Assange (WikiLeaks) hasta Edward Snowden no debería centrarse en ellos y la moral en turno -inútil seria hacerlo así-, sino en el quiebre de un sistema podrido y una generación de avanzada que mediante la tecnología propone que se pueden derrumbar los viejos muros del autoritarismo, el bloqueo de datos, el ocultamiento de información y la nula transparencia de gobiernos e instituciones que trabajan para una sociedad que ahí los ha puesto para defender los intereses colectivos y de bienestar social incluyente -idea ya que por sí sola los hackea-.
Hackear es una actitud frente al sistema, frente a los órdenes impuestos y a los dogmas, es infiltrarse en los procedimientos y romper el molde para cuestionarlo, mejorándolo si es posible o eliminándolo si no resulta. Hackear es apoyar procesos en la apropiación social y colectiva de acceso a las tecnologías, la comunicación y el intercambio de conocimiento poniéndolo a disposición del dominio público, todo se construye entre todos, liberando así espacios de conocimiento abierto y democrático. No se necesita ser un informático especializado, el ser hacker es una actitud hoy en día, romper, cuestionar, armar, desafiar, transformar para mejorar y compartir el derecho humano a la libre información, a la mejora de la vida colectiva por medio de la tecnología y el acceso no lucrativo al conocimiento, es una capacidad de cambio y oportunidad de “descifrar el código” y romper la “encriptación”. Necesitamos más personas con mentalidad hacker, todo está para ser hackeado.