La complejidad de las drogas / Piel Curtida - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

Cuando se habla del consumo de drogas en instituciones, entidades políticas y medios de comunicación, lo que suele importar son los datos sobre cuántos más o cuántos menos, pero poco se habla de los procesos de consumo y del cómo prevenir el abuso de estas sustancias, y mucho menos se diferencia la codependencia, del abuso o el consumo esporádico o único. Estos matices son necesarios para el desarrollo de políticas públicas pertinentes y eficientes, y deberían estar a cargo de cuerpos académicos multidisciplinarios que puedan observar la problemática desde diferentes perspectivas. Por supuesto que atender este fenómeno es algo muy complejo, pero podemos iniciar con apuntes para su discusión.

Las drogas son sustancias biológicas producidas de forma natural o artificial que alteran el sistema nervioso, que generan efectos placebos (de bienestar), aceleran emociones, alteran conductas o sentidos; sin embargo, se suele pensar que este término sólo refiere a los psicoactivos ilegales, a diferencia del café, el alcohol y el tabaco, aunque esto no quiere decir que las prohibidas no sean comunes en nuestra vida. Por ejemplo, es muy conocido en México que un remedio casero “de las abuelitas” era un preparado de mariguana con alcohol etílico para las reumas; mientras que el peyote es un elemento ritual de culturas indígenas. Si bien, se reconoce que debe evitarse el exceso y la codependencia a cualquier tipo de sustancia o actividad, es necesario dejar de estigmatizar el consumo para lograr identificar alternativas pertinentes ante problemáticas relacionadas con la adicción y el narcotráfico.

En varias ocasiones, los argumentos que suelen escucharse en el ámbito público sólo se orientan a la prohibición de las drogas pero no permiten análisis a mayor profundidad. El narcotráfico, un tema de gran coyuntura en nuestro país, suele observarse como únicamente un acto criminal y se cree que una de las soluciones es el dejar de adquirir sus productos, pero también es una actividad productiva que no sólo depende de su compra en el país, sino que obedece a leyes económicas más amplias; por ejemplo, se considera que México es más un país distribuidor de mariguana que consumidor, por lo que detener a cualquiera que la porte no atañe a esta problemática. Muchas de nuestras ancianitas hubiesen terminado en el C4 o El Torito. Uno de los grandes avances en el país por transformar esta visión fueron las reformas a la Ley General de Salud, en la que se permite portar para consumo personal hasta 5 gramos de mariguana, 500 miligramos de cocaína, entre otras; además de que a toda persona que sea identificada como farmacodependiente por la autoridad judicial se le brindará servicios de rehabilitación. Hasta aquí, todo parece avanzar, pero ¿qué ocurre con las sustancias legales?

El alcohol es una constante en nuestra sociedad, desde nuestros primeros años de edad, ligado a la diversión: cumpleaños, bodas, inauguraciones, por mencionar algunos ejemplos. Aunque esto no nos hable sobre el abuso, sí sobre la permisividad a la embriaguez; tal vez una iniciativa de prevención debería considerar esta cuestión: analizar las formas de diversificar y “democratizar” el entretenimiento que podría abonar a que el alcohol fuese un aperitivo menos atractivo e indispensable en la lista de invitados de fiestas y fines de semana.

Por supuesto que estas notas son insignificantes y las problemáticas de México con relación a las drogas son multifactoriales y complejas, pero se deben iniciar cuestionamientos y observaciones desde diferentes perspectivas. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 (la última realizada, aunque podría replicarse en este 2015), la cantidad de personas que han probado una vez la cocaína en Aguascalientes es muy similar a la de quienes han consumido en una ocasión el tabaco; por lo que también los pensamientos que suelen relacionar a la ingesta de drogas con la pobreza quedan desmitificados, pues la cocaína es más cara que la “María Juana”.

En síntesis, los equipos de profesionales que laboran en esta temática deben provenir de diferentes disciplinas y trabajar desde la perspectiva científica, no sólo médica, sino que es urgente la incorporación de las ciencias sociales y las humanidades; pues las acciones del sector público para moderar el consumo de drogas lícitas e ilícitas han sido responsabilidad del sector salud que se enfoca principalmente en los procesos de intoxicación y desintoxicación sin un marco social bajo el cual identificar detonantes psicológicos y culturales. Si no se posibilita el análisis de problemáticas de una manera holística será imposible identificar nuevos elementos para atenderlas y generar alternativas de prevención, atención y resolución. En pocos días comenzará la Feria Nacional de San Marcos y la discusión sobre la prohibición del consumo de alcohol estará a la orden del día, sin embargo, ¿en verdad nos inquieta el abuso, el estado de salud y la calidad de vida de nuestros vecinos? o ¿sólo nos preocupa que el vómito y los orines aparezcan bajo la luz del sol?

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Twitter: @m_acevez



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