Hace poco más de dos siglos y medio, Jean Jacques Rousseau, al redactar su célebre libro El contrato social, dio cuenta de una singular y poco deseable característica de la especie humana: “la imposibilidad de encontrar la sencillez de la naturaleza unida a las necesidades sociales”.
En las últimas décadas hemos evidenciado nuestra incapacidad de sostener una relación equilibrada con el medioambiente natural. Existe evidencia científica del incremento de la temperatura del planeta. La Agencia Espacial Estadounidense (NASA, por sus siglas en inglés) sostiene que la década de los 90 fue la más calurosa en promedio de los últimos mil años. Los datos indican que 2005 fue posiblemente el año más cálido del que tengamos registro histórico. Diversas estimaciones señalan que la temperatura planetaria se elevará en el presente siglo entre 1.4 a cerca de 6°C. Si no reducimos nuestro consumo de combustibles fósiles y fomentamos una nueva relación con la naturaleza, el deterioro del entorno natural y el cambio climático no se detendrán.
En los documentos básicos del PRI se señala “el desarrollo debe cumplir con tres condiciones: ser sustentable, viable económicamente y que asegure el bienestar y la justicia social para los mexicanos”. De ahí que sumemos nuestro empeño diario para corresponder a este alto propósito.
Sin lugar a dudas, en este y otros importantes rubros, debe haber una respuesta local hermanada a una acción global. A nivel mundial estamos llamados a formar redes de participación corresponsable, que fomenten e incidan en el desarrollo de políticas públicas y acciones de la sociedad organizada, que tengan como meta el desarrollo y bienestar plenos para nuestras comunidades.
Cambiar la óptica del desarrollo sustentable debe ser nuestra consigna. Para ello, es fundamental incentivar a la comunidad para el progreso social y el avance hacia una economía verde. Algunos teóricos y naturalistas han señalado la ruta del decrecimiento, es decir, reducir nuestros niveles de consumo en términos culturales; dejar de asociar la felicidad humana con el consumo desmedido. Si deseamos cambiar verdaderamente nuestro entorno y hacerlo sustentable para quienes vendrán después de nosotros, requerimos actuar con compromiso y unidad. Necesitamos un cambio con responsabilidad.
La sustentabilidad es el principio sobre el que debemos organizar nuestras actividades sociales y productivas. Tenemos que atender el imperativo ético de satisfacer las necesidades de hoy, sin comprometer el porvenir de las generaciones futuras.
Es fundamental continuar llevando a cabo acciones legislativas, como la nueva Ley para la Atención al Cambio Climático en el Estado de Aguascalientes, recientemente aprobada, la cual armoniza nuestra normatividad en materia de medio ambiente con la legislación federal.
Sabemos que las visiones parciales y de corto plazo pueden ser igualmente perjudiciales. Por ello, es esencial continuar actualizando la legislación y perfeccionando las líneas de acción, con el fin de abordar la complejidad del desafío desde las distintas ópticas del desarrollo.
El Estado Verde que se impulsa en Aguascalientes responde a la obligación de ser garantes de la preservación del ambiente y recursos naturales, sin dejar a la deriva el desarrollo económico y el bienestar humano. La naturaleza es el sustento y la base de la vida en el planeta. Necesitamos de los recursos naturales para sobrevivir; no obstante, la explotación desmedida de éstos supera notablemente su propia capacidad de regeneración. Para decirlo más claramente, la sobrevivencia y el desarrollo de las futuras generaciones está en riesgo.
Es fundamental actuar y ser conscientes de que el desarrollo sustentable es una condición necesaria para nuestra propia supervivencia. En ese sentido, los gobiernos del orden municipal, estatal y federal, el Estado nacional en su conjunto debe fortalecer la colaboración y seguir atendiendo sus funciones con perspectiva de largo aliento.
Tenemos frente a nosotros trascendentales retos ambientales. Por ejemplo, en los próximos años, los mexicanos enfrentaremos un entorno alimentario representado por una política de salud cuyo eje primordial será un país sin hambre y con una población bien alimentada, que va de la mano de una cadena agroalimentaria más productiva y eficiente. En ese sentido, la innovación, la investigación y el desarrollo aplicados al sector agrícola, jugarán un rol fundamental para seguir incrementando los rendimientos de las cosechas agrícolas y alcanzar precios accesibles en los alimentos. El éxito obtenido en este terreno, ha sido resultado de la inversión pública y privada en investigación y desarrollo.
Para edificar una nación sustentable, necesitamos de la acción comprometida de la sociedad, los distintos órdenes de gobierno y los poderes públicos. Debemos sembrar la semilla del conocimiento sobre la preservación de nuestro entorno natural y el impulso a un desarrollo sustentable. Nuestro destino está unido al del planeta. Está en nuestras manos la valiosa oportunidad de lograr la satisfacción de las necesidades sociales en armonía con la naturaleza. Con responsabilidad y compromiso, podemos edificar un mejor porvenir.