Richard Wagner, uno de los compositores más influyentes en el escenario de la gran música de concierto, dijo en alguna ocasión refiriéndose a la Sinfonía Séptima de Beethoven, que era “la apoteosis de la danza”. Esta es sin duda una de las obras más impresionantes del genio de Bonn, no únicamente de su corpus sinfónico, sino en general de toda su producción creativa.
Indudablemente, la séptima es una de las sinfonías preferidas por el público y lo ha sido a lo largo de toda la historia de la música. Beethoven escribió esta obra en 1812, el año del nacimiento de Franz Liszt, igual que la octava que es de este mismo año, seguramente esta es la razón por la que se les conoce como “las sinfonías gemelas”. A decir de Schmidt, la séptima es “un monumento de rara genialidad musical, tan perfecta en la idea como en la forma”.
La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes presentó en su sexto y penúltimo concierto de la primera temporada, las sinfonías séptima y octava de Ludwig van Beethoven, dos obras que nos permiten contemplar la más absoluta genialidad, la madurez y la plenitud de su autor. Parece como si Beethoven estuviera totalmente consciente de su papel en la historia de la música y subiera al Olimpo, sin oponer resistencia, a ocupar su lugar entre los inmortales. Romain Rolland afirma que en Alemania se decía sobre la séptima que “era la obra de un borracho. Sí, de un hombre ebrio, en efecto, pero de fuerza y de genio”, y sin embargo, todavía le faltaba coronar su obra con las dos joyas más preciadas de la corona del repertorio orquestal, la Sinfonía Coral, programada para el cierre de temporada la próxima semana, y la colosal Misa Solemnis en do mayor, Op. 123, y considero necesario aclarar que son joyas del repertorio orquestal, porque evidentemente, y en honor a la verdad, los últimos seis cuartetos de cuerda de Beethoven son algunas de las partituras más gloriosas escritas no sólo por Beethoven, sino en toda la historia de la gran música de concierto.
El maestro Román Revueltas, director titular de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, presentó en este sexto programa una exquisita ejecución de la sinfonía en La mayor. Sus movimientos son Poco sostenuto-vivace. Allegretto. Presto. Allegro con brío. La historia nos dice que en su estreno, el 8 de diciembre de 1813, el segundo movimiento tuvo que ser repetido para complacer al entusiasmado público. Por cierto, en el estreno de esta obra que estuvo dirigido por el mismo Beethoven, se ejecutó también la Victoria de Wellington, otra de las pocas pero contundentes manifestaciones que expuso Beethoven en contra del soberbio pero derrotado Napoleón.
La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes hizo un trato muy digno de las dos sinfonías programadas para la noche del viernes 6 de marzo, noche con un aire helado, pero esto no intimidó al público que volvió a poblar generosamente las butacas del Teatro Aguascalientes, y es que se entiende, no sólo se tocaba a Beethoven, sino que se tocaba la séptima que no es decir cualquier cosa. Pero además la octava es una sinfonía dueña de una belleza impresionante, es una obra pequeña por su duración pero enorme por su contenido musical. Beethoven se refería a ella como su “pequeña sinfonía en fa”. Curiosamente es una obra en donde, me da la impresión, echa un breve vistazo al clasicismo mozartiano, de hecho no sólo en cuanto al lenguaje e incluso la orquestación, sino que esta mirada retrospectiva la podemos apreciar en el tercer movimiento, en donde retoma el minueto, tradicional del clasicismo, omitiendo el scherzo que originalmente sustituyó al minueto que el propio Beethoven había incluido desde su lejana segunda sinfonía y que los musicólogos reconocen como uno de los factores que hacen surgir el romanticismo musical.
La verdad no entiendo cómo es que la octava no ha ganado la misma popularidad y reconocimiento que, por ejemplo, la séptima, siendo que su belleza es incuestionable, es una sinfonía que puede gustar a todos, tanto al conocedor como al neófito por sus encantadoras líneas melódicas fáciles de captar para el oído y el entendimiento musical.
Fue un concierto largo, casi dos horas, pero transcurrieron sin que percibiéramos el paso del tiempo por el encantamiento que nos proporciona la música. Nuestra Sinfónica hizo un excelente trabajo con ambas partituras y la batuta del maestro Revueltas sigue manteniendo un nivel muy alto, mismo que ha mostrado en toda esta temporada.
La próxima semana es el cierre de este primer ciclo de conciertos con la ejecución de una de las obras más impresionantes de todo el repertorio orquestal y patrimonio cultural de la humanidad, la Novena Sinfonía con la participación de Ana Cecilia Ramírez, soprano; Aída Alvarado, contralto; Carlos Arturo Mendoza, bajo y Jorge Jiménez, tenor; el Coro de Ópera del Instituto Cultural de Aguascalientes que es dirigido por el maestro Isidro Ortiz Reyes, y evidentemente la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, todos dirigidos por el maestro Román Revueltas. Para éste, y considerando la demanda de esta colosal partitura, se han señalado dos fechas, el viernes 13 a las 21:00 horas y el domingo 15 a las 12:30, en ambos casos, la cita con su majestad la música es en el Teatro Aguascalientes, la casa de nuestra Orquesta Sinfónica. Por ahí nos veremos, si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.