Recomendación de un autor invitado: Sobre La primavera del mars / País de maravillas - LJA Aguascalientes
22/11/2024

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Por Raquel Castro / Alberto Chimal

 

Hace unos días, Alberto Chimal (narrador y ensayista y, además, mi esposo) me dio a leer un texto que hizo para la presentación de la novela La primavera del mars, de José Antonio Sánchez Cetina. Me gustó mucho y le pregunté dónde la iba a publicar. Me dijo que no planeaba hacerlo. Así que le propuse que la publicara aquí, en País de maravillas, como pluma invitada. Estoy muy feliz de que haya aceptado. Aquí les dejo su texto, Raquel:

 

La primavera del mars ganó en 2014 el premio Gran Angular de literatura juvenil, uno de los más importantes que se dan en México, y es la primera de su autor, José Antonio Sánchez Cetina.

Es la historia, contada en primera persona, por él mismo, de Joaquín, que va a la escuela y a conciertos, que vive en la sobresaturación informativa del presente y está en la vida ansioso, con deseo y desconcierto. Es la historia de Almendra, también conocida como Rita: la chica que le gusta. Es la historia de Rulo, de Gabo y de varios más de los amigos de ambos. Es la historia del padre de Joaquín, el señor Papaqui, que le heredó sus intereses en la música y en la foto, y que murió. Es la historia del pasado de todos ellos, de un tiempo muy extraño y turbulento de su presente, y de lo que puede llegar a ser su futuro.

Por encima de todo lo anterior hay un tema central: la adicción. De hecho, la adicción a las drogas. De una vez puedo decir que el episodio crucial de la novela: el momento alrededor del que giran todos los demás, el que de varias formas cambia la vida de todos los involucrados, tiene que ver con cómo Joaquín, por jugar, por locura o por inercia, para aplazar aunque sea un poco la iniciación de él y de otros en una droga dura, inventa con Rita la leyenda del mars, de una nueva sustancia más extraña y poderosa y tremenda.

Sin embargo, esta novela no es una prédica y no se concentra en las consecuencias de engancharse con una sustancia ilegal aunque Joaquín y sus amigos las tengan muy presentes. Como cualquier joven de esta época, Joaquín y los suyos se acercan también a las adicciones legales, como el alcohol y el tabaco, a medida que crecen y descubren su lugar en el mundo. Como cualquier joven, también tienen otras aficiones y otros intereses. Como cualquier joven, todos en La primavera del mars conocen el efecto placebo: a veces lo que se necesita es la respuesta aunque el estímulo no esté presente. A veces lo que hace falta es simplemente la impresión de que algo sucede, de que la existencia tiene algún sentido, de que las obligaciones impuestas por los demás y por el mundo mismo no son todo lo que hay. De que se está realmente vivo.


La novela tiene además una construcción muy interesante. No cuenta toda la historia de pe a pa, de principio a fin en orden absolutamente cronológico, sino que salta: hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, de tema en tema, de una vida a otra. Todo gira alrededor de la invención o el descubrimiento del mars, pero de pronto la acción se traslada al pasado de la familia de Joaquín, o se detiene para un pasaje revelador sobre las canciones pop, o hace un rodeo para hablar de Han Solo y otros conceptos de los medios y de la vida: de apariencias y expectativas. En esto no solamente hay una forma distinta de contar sino también un reflejo muy pertinente, creo, de nuestro tiempo. Al contrario de la novela de otras épocas, la de hoy necesita reflejar justamente esa dispersión porque es la de la vida cotidiana, sobresaturada de información y sometida a cientos de impulsos a la vez, que tiran de nosotros en todas direcciones. La conciencia de Joaquín nunca pierde el hilo de lo que quiere decir pero a la vez sabe que cada suceso tiene relación con muchísimos otros, y todos le interesan, y en ese interés comprendemos cómo a veces se siente perdido: cómo su humanidad, igual que la nuestra, a veces se siente poca cosa, reducida a casi nada.

Una pregunta típica que se hace al hablar de libros es acerca de los que son “representativos”: los que de algún modo pueden servir de emblema de una época o un lugar. Rara vez hay acuerdo sobre estas cuestiones y casi siempre se deciden de manera frívola: se elige a figuras de moda o a libros que traten temas de la “agenda” política. Yo quisiera decir aquí que La primavera del mars, además de ser un libro muy disfrutable y rápido y gozoso, es también un libro representativo, y no sólo por la cuestión de las drogas sino también, por encima de todo, por su forma de mirar al presente.

 

 


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