Hace poco, una conocida mía se quejó amargamente de la relación de su hija con los libros:
–Van a ser sus quince años -me dijo- y no quiere fiesta: ¡me dijo que mejor le ponga un librero en su cuarto y que se lo llene de libros!
–¡Qué osadía! -exclamé yo, un poco en broma; pero ella no se dio cuenta de que era broma.
–¿Verdad? ¿Verdad? -y siguió-: ¿Te imaginas lo que va a decir la gente de nosotros?
–¿Que son una familia que ha sabido inculcarle hábitos de lectura a X…? -aventuré. Claro, en vez de “X” dije el nombre de la chica; pero como es una adolescente en pleno conflicto de “no quiero que la amiga metiche de mi mamá metiche me balconee en el periódico, dejo su nombre oculto tras la equis.
–¡Claro que no! ¡Van a decir… —y no supo qué decir.
Nos pasamos un rato más bien largo tratando de encontrar el motivo por el que le parecía tan mal la propuesta de su hija: primero aventuró que un librero lleno de libros era más caro que una fiesta de quince años, un viaje o un coche; y se sorprendió mucho al descubrir que no era así. De pronto, se le iluminó la cara y me dijo: –¡Es que los quince años son una ocasión social, el paso de niña a mujer, y leer es tan de gente sola e inmadura!
Siguió una escena muy incómoda que no les contaré en detalle. Baste decir que las cosas sólo empeoraban cada que ella trataba de arreglar las cosas con un nuevo “no lo decía por ti, pero es que la gente que lee…”. Luego de un rato, medio coincidimos en que la fiesta de quince años es más para la mamá de la quinceañera que para la chamaca (feliz la quinceañera que además la disfruta, pero eso es un daño colateral) y que ella, con perdón, no le veía ningún chiste a que su hija leyera.
–¡Es que lee cosas que no son útiles! ¡Y luego, en vez de calentarle la comida a su hermano, que viene de jugar fut con sus amigos, le dice que si él no tiene manos y se encierra a seguir leyendo! ¡Y además, lee cosas que no son para su edad, cosas que le enseñan a ser respondona, a estarnos cuestionando en todo a su papá y a mí!
Me dio una gran tristeza, mezclada con enojo. También me sentía confundida. Quería decirle que el pasatiempo de una hija es igual de importante que el de un hijo, y que ambos tendrían que colaborar con las tareas de la casa, y, por otra parte, que si sólo nos dedicáramos a cosas útiles seríamos una especie árida y triste. También me daba mucha tentación decirle que su hija me parecía una persona digna de encomio: ¡qué gusto que fuera capaz de dudar de todo, de cuestionar a sus papás! No lo dije porque no sé cómo cuestiona a sus papás ni en qué temas: en eso sí soy de la opinión de que para todo hay modos y momentos. En cualquier caso, me puse en el lugar de X: me recordé a su edad, sentada en mi rincón favorito de la casa, leyendo alguna novela después de haber hecho la tarea… (ok, también podía ser antes. O en vez. Pero acabé la escuela con no malas calificaciones, así que no vamos a ponernos a platicar ahorita de mis malos hábitos de estudio en la adolescencia). Y me acordé cuando alguna tía o mi abuela me salía con aquello del “tú que no estás haciendo nada, ve por las tortillas”. No pasaba seguido y, con todo, me enojaba un montón. Porque una cosa es que te digan “no se te olvide que hoy te toca ir por las tortillas” y otra que digan que leer es no hacer nada y que hay que evitar como la peste esa práctica.
Mi conocida y yo hablamos un rato largo y a lo mejor me puse un poco ruda (pero es que ella me pidió mi opinión). Al final, creo que más o menos entendió lo de que la lectura también cuenta como actividad, incluso si uno no está leyendo libros de la escuela. También aceptó, un poco de mala gana, pero lo aceptó, que su hijo mayor, futbolista y todo, podía calentarse la comida sin ayuda o, por lo menos, hacer a cambio algo por su hermana, siempre y cuando lo pactaran ellos.
No sé si lo van a hacer. Pero al menos me siento un poco mejor al pensar que quizá X pueda leer con más tranquilidad ahora (si es que a su mamá de verdad le cayó el veinte y no nada más me dio por mi lado). Lo que sí sé de cierto es qué le voy a regalar a X en caso de que me inviten a sus Quince Años.
Encuentras a Raquel en twitter: @raxxie_ y en su sitio web: www.raxxie.com
El regalo… ¿Un regalo de fútbol?
Era balón, balón de fútbol -_-